Feel Lost

*23*

By Tom:

Había acabado de llegar de la escuela y me encontraba en el sofá viendo los dibujos animados que ponían en el televisor mientras bebía un vaso de leche y comía galletas.

—Thomas, te dije que hicieras la tarea antes de ver los muñequitos —dijo mi mamá con ambas manos apoyadas en la cintura.

Dejé de beber la leche y le hablé sin siquiera mirarla:

—No tengo tarea.

—No tienes —su voz sonó dudosa.

—Nop, la profesora faltó hoy por no sé qué —le respondí cortante, me volvía loco Tom y Jerry.

—Está bien —dijo pasando por mi lado y revolviéndome el pelo— Te aviso cuando el baño esté listo.

Asentí y seguí concentrado en la caricatura.

Cada vez que el ratón le hacía alguna maldad al gato reía a carcajadas, ¿quién tuvo la idea de crear esta historia? Porque sencillamente era un genio.

Un fuerte bostezo hizo que cerrara los ojos por una fracción de segundos, odiaba que me entrara sueño tan temprano. Al abrir los ojos dejé escapar un gritito llevándome un susto de muerte al ver a mi alrededor.

Ya no estaba en mi acogedora sala, me encontraba en mitad de un bosque, solo y de noche.

Llevé una mano a mi pecho y estrujé el pullover bajo esta. ¿Cómo había parado aquí? La terrible idea de estar solo en un lugar tan grande hizo que me desesperara y dijera tímidamente al aire mientras me levantaba:

—¿Mamá?

Mi llamado se intensificó por el eco de la noche.

Un estruendoso ruido, como de algo chocando, hizo que me tapara los oídos, había ocurrido cerca. Me quedé estático en el lugar, con miedo, ¿me quedaría aquí parado hasta que viniera alguien o iría yo mismo a buscar la ayuda? Sopesando la situación en que estaba decidí ir directo hacia donde escuché el sonido, con la esperanza de que alguien me ayudara, pero por cómo se veía humo cada vez que me iba acercando, al parecer los que necesitaban ayuda eran ellos.

Quitando varias ramas de mi camino llegué hacia lo que parecía la base de una montaña, varios árboles se encontraban caídos y más al fondo un coche se había estampado contra un gran roble.

Mis piernas comenzaron a temblar, quería salir huyendo, pero no podía abandonar a quien sea que había sufrido el accidente, así que me dirigí lentamente hacia el auto.

—¿Hola? —pregunté cuando estuve lo suficientemente cerca del maletero para después ir caminado suavemente hacía el asiento del copiloto del carro— ¿Están bien?

Ahora sabía lo que sentían las personas de las películas cuando veían algo tan macabro. Una señora estaba sentada en el asiento del copiloto con la cara cubierta de sangre, en su pecho tenía encajada una rama del árbol con el que habían chocado. Tenía los ojos abiertos, los ojos, esos ojos...

—¡Mamá! —sentí como me raspé la garganta con aquel grito gutural.

Traté de abrir la puerta del coche, pero estaba trabada. ¿Qué hacia ella ahí? ¿No acaba de verla en el salón? ¿Recién me estaba regañando por la tarea o fue solo un sueño?

Borbotones de lágrimas brotaban de mis ojos.

—¡¿Mami?! —sollocé— ¿Me oyes? ¿Mamá?