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By Bill:


—Mamá, no te has parado a pensar que como te caigas de esa altura te puedes romper algo.

—Calla Bill y agarra bien la escalera hijo, que madre solo tienes una.

Las últimas horas las habíamos pasado limpiando la casa, acomodando el cuarto de invitados, mamá preparando la cena y ahora colocando un gran cartel en la pared de la sala que decía "Bienvenido Thomas"

Estaba bastante nervioso, no conocía para nada a Thomas, ya sé que le conté mi vida entera, pero él no me podía escuchar, no sé cómo es su personalidad, capaz que me tache de bicho raro nada más verme.

Para cuando mi madre lograra colocar bien el cártel, el carro de Gordon estaba estacionando al frente de la casa, mis nervios se incrementaron y la inseguridad volvió ¿Y si por casualidad se acordaba de lo que le hablé cuando estaba comatoso? No, no se podría acordar, era imposible.

—¿Tan nervioso estas? —dijo mi madre comenzando a arreglar el cuello de mi chaqueta.

No hice más que asentir. Era muy probable que ese chico viviera con nosotros bastante tiempo, así que quería causar una buena impresión.

—Tranquilo tesoro, piensa que toda esta situación es más compleja para él, por eso quiero que lo ayudes en todo lo que necesite. ¿Ok?

—Claro ma.

Me abrazó y me dio dos besos en las mejillas.

Escuchamos como la puerta de entrada era abierta, mamá se colocó al lado mío moviendo ligeramente los dedos, al parecer ella también estaba nerviosa, hasta podría decir que lo estaba más que yo.

Dos figuras aparecieron detrás de la pared que escondía a la puerta, Gordon y el chico.

Thomas miraba a todos lados con el ceño fruncido, llevaba una mochila colgada en el hombro y en la mano el peluche que le llevé al hospital. Bajé la cabeza sonrojado ¿sabría que fui yo quien se lo regaló? A mala hora se lo dí, dios, que vergüenza.

Caminaron unos pocos pasos colocándose enfrente de nosotros.

—Tom, ella es mi mujer Simone —comenzó Gordon a presentarnos.

—Hola, Thomas —mamá le cogió la mano y se la estrecho— Es un placer tenerte en nuestra casa.

—Muchas gracias y prefiero que me llamen Tom— respondió el chico, hablaba en un tono bajo.

—Y él es Bill.

Hasta entonces me había quedado con la cabeza gacha, la fui levantando lentamente hasta que me encontré con su mano alzada, la tomé a modo de saludo y le miré a los ojos. Jamás había visto que alguien sonriera con tanta felicidad, los ojos le brillaban de una manera muy peculiar.

Mucho más nervioso por su reacción le dije tartamudeando:

—Ho...hola, soy Bill.

—Sí, ya lo sé —dijo más feliz todavía.

Fruncí el ceño, que reacción más rara.

Como si se hubiera dado cuenta de lo que había pensado, se llevó la mano que tenía agarrada hacia su nuca, ya que en la otra tenía el peluche, y se la comenzó a rascar.

—Digo que, Gordon me ha hablado mucho de ti y...emm —tartamudeó.

Y vino el silencio.

Después de ayudar a Tom a dejar sus cosas en su nueva habitación, momento incómodo entre nosotros porque nos tuvimos que quedar solos y la verdad no sabía que conversar con él, bajamos a la cocina para degustar la gran cena que cocinó mi madre como bienvenida a nuestro invitado.

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