Capítulo 1: La Caída de Shiganshina

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Hace cien años atrás, la humanidad se vio obligada a vivir dentro de los muros por culpa de los titanes, unas criaturas gigantescas que acababan con toda la vida que se interponía delante de ellos, pero ese día del año 845, lo cambió todo: La caída de Shiganshina.

La pequeña Ayumi iba de la mano de su madre mientras admiraba el gran cielo azul. Era un dia soleado y no había ni una sola nube en el cielo. Esos eran sus días favoritos, así que su madre decidió salir a dar una vuelta por el mercado del distrito. Junto a ellas, iba su hermano mayor, que observaba a todo al que pasaba por su lado por si veía algo que no le gustaba, ya que en un par de meses se presentaría para hacer las pruebas como cadete en la siguiente edición de soldados y quería hacer el bien a toda costa. Había hablado sobre eso con su hermana menor y esta le escuchaba siempre fascinada. Oía como su hermano le contaba que quería entrar en el cuerpo de exploración para batallar junto a su padre, el cual se encontraba en una misión en estos momentos.

En cuanto se adentraron en el mercado, Ayumi observó como su madre se cubría la cabeza con su capucha. Siempre que iban por calles concurridas la mujer escondía su rostro lo máximo posible.
La pequeña no entendía por qué lo hacia, pero como era costumbre, nunca tuvo la necesidad de preguntarle por qué lo hacía.

—Mamá —la llamó la menor en cuanto se acercaron a una de las tiendas del mercado—. ¿Que harás para cenar?

—Hoy haré algo rico —le respondió con una sonrisa.

—¿Mis fideos favoritos? —le preguntó su hijo mayor.

—Eso es —le respondió y el mayor saltó de alegría.

—Tambien son los favoritos de papá —comentó Ayumi—. Así podrá comerlos cuando vuelva.

A la mujer se le borró la sonrisa del rostro en cuanto oyó mencionar a su marido. Sabía que cuando este salía de expedición podría ser la última y hasta que no regresaba, prefería no oír hablar de él por si ocurría lo peor.
La pequeña vio el cambió de humor de su madre y se extrañó. Empezaba a pensar que había dicho algo malo, pero de repente, su hermano la cogió en brazos y la lanzó al aire.

—Claro que si —le dijo él—. Comeremos fideos todos juntos.

La menor rió mientras la mujer regañaba a su hijo por estar armando ese escándalo en medio del mercado.
Entonces, las campanas del distrito empezaron a sonar anunciando que el cuerpo de exploración había vuelto.

—¡El cuerpo de exploración! —exclamó Ayumi entusiasmada—. ¡Papá ha vuelto!

—Volved a casa —le dijo la madre a su hijo mayor rápidamente.

Este, no estaba muy de acuerdo con la decisión de su madre, pero como no quisó desobedecerla, fue a agarrar a su hermana de la mano para irse, pero esta se había puesto a correr hacia la entrada.

—¡Ayumi! —la llamaron su madre y su hermano mientras corrían detrás de ella.

La menor quería ver a su padre ya que le echaba de menos desde que semanas atrás se había marchado, así que corrió entre la gente hasta llegar a la calle principal donde ya había bastante gente reunida para recibir al cuerpo de exploración. Como la pequeña no conseguía divisar nada a causa de su altura, se puso encima de un par de cajas amontonadas que habían a un lado de la calle.

El cuerpo de exploración fue pasando por la calle principal lentamente. Todos iban con la cabeza agachada y sin pronunciar palabra.
Ayumi se percató de que volvían menos hombres de los que habían partido y la mayoría de ellos estaban heridos, por no mencionar los que restaban tumbados en los carros; los cuales, lo más probable es que estuvieran muertos. La menor ignoró enseguida todo eso ya que siguió concentrada en encontrar a su padre. Siguió buscando con la mirada atentamente, hasta que vio al comandante Erwin Smith entre todos aquellos hombres. A la menor se le hacía familiar ya que era un gran amigo de su padre y se alegró de verle. Seguro que su padre no andaría muy lejos.

BORN FOR THIS | Ataque a los titanesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora