Interludio: Finjamos.

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Lunes 1 de octubre de 2018 

Recuerdos de una mente atormentada 

No hay amor más puro que el de dos niñas enamorándose, cualquier relación que inicia creando un vínculo desde la amistad y la inocencia infantil es pura, pero la sola idea de dos pequeñas almas destinadas a amarse de forma intensa y dulce desde el momento que se conocen tiene cierto encanto adicional. Danna por supuesto no era una niña, al menos es lo que se piensa a los 14 años, sin embargo, creía que su amor era el más impoluto jamás creado. 

Pero, por más que estuviese enamorada de la idea del amor, había cosas que la dejaban despierta hasta altas horas de la noche sintiendo como se ahogaba, las pesadillas eran otra de las cosas que la dejaban templando y sudando frio en la madrugada. Su cuerpo resentía las consecuencias de vivir con el miedo de acabar muerta. No es que no lograse sentir pena por las chicas muertas, pero la verdad es que estaba más aterrada por ser la siguiente, Claudia y Melisa no eran cercanas entre ellas, pero compartían cosas como pasar su verano en el mismo campamento desde niñas y pertenecer a familias ricas y privilegiadas. 

Requisitos que Danna cumplía al pie de la letra cada día que respiraba. 

Esto la hizo obsesionarse con cada pequeño detalle del caso, al punto de saltarse comidas, clases y horas de sueño con tal de sentir que había descubierto un detalle más certero de ambos casos, era curioso como relaciono cosas sin sentido, que ambas tenían el mismo dentista (pero vivían en la misma ciudad, eso era probable, lo cual nos dejaba en nada de nuevo) 

La única cosa que la mantenía un poco más ocupada que el caso era su novia, que era la única que hacía que su mente se dividiese en miedo y amor, curiosamente, la parte del cerebro que controla el miedo es la misma que se encarga de la felicidad.

Lila Smith parecía hecha de oro, cada parte de su cuerpo parecía dorada y su aroma era como el de la vainilla. 

La vainilla era un concepto interesante, olía dulce, pero al probarla era amarga, haciendo que quisieras escupirla, Lila sin embargo era como un pastel recién horneado, cuyo exterior e interior era como el olor de la vainilla. 

Al menos a los ojos de Danna. 

Danna estaba en el piso de su habitación, con la espalda recargada en su cama y un par de cuadernos en el piso, marcando ciertas cosas con marcadores de colores, Lila por su parte estaba en la cama, viendo desde el hombro de Danna lo que esta hacía, descansando su cabeza en el hueco de su cuello, concentrándose más en como Danna fruncia el ceño cada que se encontraba en un callejón sin salida. 

—¿Que es ahora? —Pregunto Lila, estaba curiosa por la forma en que su novia mordisqueaba el borde de su labio inferior. Preocupada de que esto la estuviese consumiendo o por consecuencia, llevando a la verdad. 

—Nada, solo que estoy tan cansada, apenas nos dan datos, saben que con Claudia fue una mujer joven pero no mucho más. Y Melisa... —Danna se estremeció solo de pensar en lo atroz que había sido la muerte de la otra niña. Lila acaricio sus hombros, tratando de darle un poco de confort ante su inquietud. 

—Solo espero que haya estado muerta cuando le hicieron todo eso, Dios—Lila respirando hondo, dejando un vestigio de sonrisa mientras Danna mantenía su mirada al frente. —La forma en que cortaron sus cuerdas vocales y su lengua para luego dejarla en el auditorio... Es simplemente horroroso, solo un monstruo pudo hacerlo. 

Danna solo asintió, con la vista aun fija a la pared. 

Miércoles 31 de octubre de 2018

Había una cosa que perturbaba las noches de Danna, más que las pesadillas, más que su obsesión con el caso, más que cualquier cosa en realidad. 

Noche estrellada; Así es como quiero morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora