uno

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-Rosalía.- dijo la señora Parker y le pasó una taza. La chica negó a la vez que la guardaba en el estante - Lucrecia. Lucía. Miranda.

-Llevas años intentándolo. No voy a acordarme de mi nombre. Además, ya me acostumbré a mi apodo. No hay caso. Tampoco va a cambiar nada.

-Está bien, Cristal. Pero yo sí quiero saberlo.-le pasó otra taza.

Ambas rieron un poco. Era una escena cotidiana. La señora Parker nunca perdía la oportunidad de hablar y Cristal era la que más solía escucharla, puede que se debiera a qué era la que más tiempo llevaba en ese lugar. La chica de largos cabellos castaños y ojos grises dejó el repasador, se estiró un poco, guardó la última taza y acomodó sus lentes.

-Es hora de trabajar. Este lugar necesita algo de plata y yo pienso aportar.-besó la mejilla de la anciana.-Y vos ya tendrías que dejar de trabajar tanto y dejarte ayudar más.

-Esto no es trabajo, no para mí.-aseguró.- Estoy muy orgullosa de vos.- le dijo la anciana, pero la chica hizo como si no la escuchase.-Nos vemos esta noche, Cristal.

La chica salió del orfanato por la puerta delantera, saltando el último escalón para no perder la costumbre y caminó hasta el café en el que trabajaba. Rutina. Una a la derecha. Derecho. Derecho. Izquierda. Derecho. Café. Primero escuchó los gritos y, a los pocos pasos vio un grupo de chicas amontonadas en una esquina y se acercó. El problema es que la curiosidad siempre mata al gato y esa no era la excepción. Reconoció a Zayn Malik y a Harry Styles entre la multitud, mientras la gente tiraba de ellos. Foto, beso, abrazo, foto, foto, abrazo, firma. Sí, ella conocía su música, pero no los escuchaba. Los conocía muy bien, pero había renunciado a ellos. No porque fueran malos sino porque uno de ellos hacía que todo su ser doliera.

Iba a alejarse cuando, entre foto y foto, unos ojos color miel se clavaron en los de ella. No miró nuevamente para ver si su imaginación le estaba jugando una mala pasada, solo se dió media vuelta y salió de ahí. Liam Payne se abrió paso entre las fans, alejándose de las manos, ignorando todo por completo e intentó alcanzarla.

-¿Megan?- preguntó casi con un hilo de voz.

La chica cerró sus ojos con fuerza y se secó una lágrima, pero no sé detuvo, porque no iba a responder a ese nombre jamás. Las fans volvieron a rodear al famoso sin piedad alguna Liam la vio alejarse y entrar en un café en la otra esquina. La conocía. Estaba seguro que sí.

Todo se calmó. La seguridad llegó, las fans de fueron, pero él no subió al auto. Él se sentó en una mesa y la observó toda la tarde. Ella no se había percatado de que él estaba ahí. Caminaba entre las mesas. Tomaba y llevaba pedidos y, con cada paso, el pelo le volaba de un lado al otro, suelto sobre la espalda. Era igual a Megan. Su Megan. Pero ella debía tener al menos 35 años ya. No podía ser. Vio como la chica sonreía mientras servía, ocultando sus ojos detrás de unos cristales considerablemente grandes. La sonrisa la delataba. Tenía ese algo que él no sabía que era, pero había visto cientos de veces. Ella no lo atendió y a él le tomó tres pedidos llegar al momento de salir de ahí.

Cuando el café cerró, él esperó en la cuadra de en frente hasta que la vio salir. Tenía las manos en los bolsillos traseros del pantalón y el sweater rojo le quedaba lo suficientemente grande como para cubrirle las manos, resguardándolas del frío de la noche. Liam apresuró el paso para llegar a ella.

-Megan.- llamó.

-No soy Megan Brooks.- dijo ella y volteó a verlo con tan velocidad que lo obligó a detenerse.

-¿Quién sos? ¿Conocés a Megan?

-No.- mintió ella.- Dejá de seguirme.

Miró al frente y siguió su camino, pero él la detuvo tomándola por el brazo a menos de media cuadra de distancia. La chica fijó sus ojos en la mano de él y Liam no supo si era por sorpresa o advertencia.

-¿Quién sos?

-Nadie.

-Decime tu nombre.-exigió.

-No tengo nombre. Ahora soltame que me están esperando.

-Dios, que maleducada.- dijo molesto y la soltó, a lo que ella empezó a alejarse.- ¿No te enseñaron modales?- se quejó él.- Tus papás tienen una hija complicada.-dijo ya más para si mismo.

-Yo no tengo papás.-dijo sin siquiera voltear.-Ahora dejame en paz.

Caminó más rápido que de costumbre, pero Liam no le perdió el paso, porque a él nadie lo dejaba con la palabra en la boca y menos si era alguien que le estaba mintiendo en la cara. La chica entró a una casona vieja que tenía unos cuantos problemas de seguridad porque no le costó nada darse cuenta que la puerta seguía abierta. El lugar parecía estar vacío. Las luces estaban apagadas y en la inmensa sala no quedaba nadie.

-¿Hola?-no obtuvo respuesta.- Dios, ¿qué estoy haciendo?

-¡Cristal!-escuchó la voz de una mujer y rápidamente subió la escalera. ¿Y si era Megan? ¿Su Megan?

-Cristal, salí de ahí.- pidió Lusi, su amiga.- No te hagas esto.

-¿Dónde está?- preguntó la señora Parker entrando en la habitación.

Tras ella, Liam Payne se hizo presente agitado después de la corrida. Recorrió el lugar con la mirada una y otra vez, pero ahí no estaban ni la chica ni Megan. Solo estaba esa nena de pelo corto y rubio y la anciana que miraba bajo las camas.

-¿Qué hace él acá?- cuestionó Lusi.

-Decime dónde está Cristal.-pidió la mujer.

-¿Se llama Cristal?- preguntó Liam.

-No recuerda su nombre.- explicó la señora Parker y la chica señaló el armario.- Cristal, tenés que salir. Eso te hace mal. Linda... -miró a Liam.-Ella es claustrofóbica.- explicó la mujer.- Solemos dejar el armario cerrado con llave para que no haga esto.

-Se veía bien hoy, no creí que...- empezó Lusi, pero la mujer la detuvo.

-Dale el diario, Lusi.- Jadeó la chica desde el armario.- Dáselo y que se vaya. Él busca a Megan.

-¿Qué diario? No, no vas a dárselo.- dijo la señora Parker.- Era de tu mamá.

-Era para él.- sollozó la chica.- Era para él, no para mí.

Liam frunció el ceño y abrió la puerta del armario arrancando la cerradura. La miró, pero la chica se negó a hacer lo mismo. No sé movió. Permaneció ahí, con las uñas clavadas en las piernas y el sweater rojo demasiado grande, volviéndola un rastro de persona bajo la lana.

-¿De qué estás hablando?-inquirió.

Lusi le tendió el diario y, al no obtener respuesta alguna de la chica, él lo tomó.

-Es para vos,- se limitó a decir ella sin mirarlo.- ahora andate. Quiero que te vayas.

Liam tomó el diario entre sus manos y salió del lugar confundido pero rápido, esa chica necesitaba ayuda. Esa chica, su Megan, necesitaba ayuda y nadie parecía darse cuenta.

Yo no tengo padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora