cincuenta

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Volvieron a meterla en esa pequeña habitación. El psicólogo del lugar estaba furioso con ella porque se saltaba las sesiones y no hablaba. Eso era lo que mas inquietaba a todos, desde que la habían metido en aquel lugar, ella no hablaba.
Por su parte, Cory, quería despertar de esa pesadilla. Muchas cicatrices llenaban sus brazos y muslos y ella se odiaba. Se odiaba porque por alguna razón nadie le creía, aunque ella no supiera cuál era esa maldita razón.
Se acurrucó en una esquina de la habitación, como solía permanecer día tras día hasta que una enfermera irrumpia en el lugar para llevarla con el psicólogo o con los médicos o al comedor. Su rostro se hundía en sus rodillas y ella dejaba que las lágrimas se deslizaran por su rostro sin emitir quejido alguno. Estaba asustada. Hacía un mes que no veía a nadie de su familia y le dolía que, quizas, no volviera a verlos hasta salir de ahí.
Solo quería despertarse envuelta entre los brazos de su papá, quería ver la sonrisa de Harry, jugar con Louis, usar las remeras de Zayn, comer con Niall en todos los restaurantes que se inauguraran. Pero ya nada era así, estaba hundida en el profundo pozo de la depresión y no estaba segura de poder salir.

...

El teléfono de Liam vibró y él frunció el ceño al ver un mensaje de Cory, puesto que era la primera vez que su hija prendía el teléfono desde que se la habían llevado.

Si no me creen, pidan las grabaciones- Cory.

El mensaje había sido mandado dos dias antes de que se la llevaran. ¿Por qué entraba recien ahora? Entonces él cayó en la cuenta que no era cierto, que había entrado en hora y fecha pero él lo había ignorado por completo.
Una pequeña chispa de esperanza se encendió en su interior y se dirigió al hospital donde una lucha por conseguir las cintas de seguridad recién comenzaría.

Yo no tengo padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora