seis

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-Es increíble.- dijo ella entrando a la casa y viéndolo todo como si fuera la primera vez.- Con los anteojos sólo veía fijuras, contornos. Era difícil definir bien las cosas. Esto es... wow. No sé cómo agradecertelo.

-Yo sí.- rió él abriendo sus brazos para que ella lo abrazara.

-Te quiero, de verdad, te quiero mucho.

-Yo te quiero muchisimo más hija.

Llamaron al timbre y ella corrió al baño. Salió con sus ojos cerrados mientras reía.

-¿Harry?- dijo ella. Él se acercó.

-¿Si? ¿Resolviste el misterio?

-Son grises.- dijo abriendo los ojos y riendo.

-Confirmado, tus ojos son grises.

Ella los saludó a todos feliz. Era como ver el mundo por primera vez.

Almorzaron todos juntos y luego ellos tuvieron que irse al trabajo.

-¿Vos no trabajas?- preguntó ella frunciendo el ceño.

-Yo me encargo de las teleconferencias internacionales.- dijo él dejándose caer en el sillón.

Ella lo miró detenidamente sentada a su lado.

-Perdón.- dijo pensando que quizás lo incomodaba.- Es que.. No lo sé. Es todo tan nuevo.

Liam le pasó su brazo por los hombros.

-¿Vas a contarme qué pasó hoy a la mañana?

Ella bajó la vista automáticamente, triste.

-Yo la visitaba en la clínica,- dijo ella.- yo la visitaba y jugabamos en su lugar. Un día me dijo que me escondiera y ella iba a buscarme. Entré en una gaveta donde solían guardar juguetes y dejé la puertita entreabierta. Ella se asomó por la abertura y sacudió su mano en señal de saludo antes de cerrarla. No me encontraron hasta tres días después. Nunca mas volví a ese lugar.- los ojos de ella estaban llenos de lágrimas.- La escuchaba reírse y cantar. Me hablaba pero no quería abrirme. Tenía miedo de que nunca me abriera.

Liam le secó las lágrimas con sus pulgares.

-Vení, vení acá, mi amor.- dijo él subiéndola a sus rodillas.- Ella no va a hacerte nada. Nadie va a encerrarte.

-El día que salí se agravó el problema en mis ojos y fue poniéndose cada vez peor. Cuando salí la luz me cegó por completo y nunca volví a ver bien.

Liam le acariciaba el pelo mientras intentaba que ella se tranquilizara.

-Ahí empezó también tu claustrofobia.- dijo y ella asintió.- Yo estoy seguro de que Megan te amaba.- seguía intentando calmarla.- Ella te amaba tanto como te amo yo. ¿Sabes por qué? Porque es imposible no hacerlo. Cuando te vi aquella tarde y te seguí, sentí que todo mi mundo daba vueltas. Dos meses estuve para tomar el coraje de ir a buscarte porque tenía miedo. Tenía miedo de que no me quisieras, de que no quisieras venir conmigo, de hacer las cosas mal, de que no quisieras ser mi hija. Pero fui a buscarte porque de verdad quería esto y ahora... Ahora siento que todo va a estar bien, porque vos estas conmigo. Siento que tengo una familia, vos sos mi familia. El día que me dijiste que no ibas a irte sentí que el corazón se me aceleraba, estaba tan feliz. Estoy tan feliz de tenerte aca conmigo. Irradias una felicidad, una alegría que me encanta. Y amo tenerte, amo que seas mi hija, amo que aceptaras tener mi apellido, te amo.

Ella se secó las lágrimas y lo abrazó con fuerza.

-Te amo, Liam.

...

La chica se despertó por la mañana y sonrió de inmediato. Ya no necesitaba sus lentes. Miró por la ventana que daba a la calle. Los primeros rayos de sol se asomaban. Eran apenas las seis de la mañana. Tomó una bolsa donde estaba su uniforme, que aún no había visto y caminó hasta el baño. Se dio un largo baño antes de salir y secarse. Se colocó la ropa interior y sacó el uniforme de la bolsa con una toalla sosteniendo su cabello. Se puso la camiseta negra ajustada y la pollera suelta y corta, color azul oscuro. Tomó el sweter negro y se lo puso. Se calzó sus zapatillas y buscó un short corto para ponerse bajo la pollera.

Se detuvo frente al espejo mirándose. Esa era ella. Dejó su pelo caer sobre su espalda y comenzó a peinarlo pera luego atarlo en una media colida adornada por un pequeño moño color azul.

Salió del baño sintiéndose algo extraña usando esa ropa.

-¿Cory?- preguntó Liam frunciendo el ceño.

Ella volteó quedando frente a él. Llevaba puesto un traje negro y se acomodaba la corbata.

-¿Ahí?- dijo ella mostrando su ropa.

-Estás preciosa.- dijo él con una sonrisa.- Vení que te doy tus cosas.

Bajaron las escaleras y ella preparó los desayunos. Él se acerco con un pequeño bolso gris bastante bonito y simple.

-No sé si es muy lindo, pero sé que podes arreglarlo.- dijo él.

Ella le sonrió y se acercó.

-Me encanta. - dijo y se paró de puntitas besándole la mejilla.

-Ahí están tus libros y todo lo que creo que podes llegar a necesitar.

Después de un rato ambos salieron de la casa. Él la dejó en la puerta del colegio.

-Voy a venir a buscarte.- dijo él.- Cualquier problema que tengas, llamame.

Le tendió un celular y ella lo tomó entre sus manos.

-Adiós, Liam, te quiero.

-Adiós, mi amor. Te quiero más.

Él se fue y ella caminó hacia la puerta de ese enorme lugar lleno de adolescentes abrazando con fuerza su pequeño bolso.

Yo no tengo padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora