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Changbin caminaba de lado a lado en la habitación mientras se agarraba de los cabellos. Su celular estrellado yacía en el piso totalmente destruido y SeungMin mordía sus labios con nervios mientras mantenía su mirada fija en el objeto.

-No puedo creerlo... alguien estuvo aquí. i¿Le dijiste a alguien sobre esto?! -Gritó molesto.

-iRelájate! Te dije mil veces que no, Changbin. No me grites. No sería capaz de ponernos en riesgo a nosotros y a nuestra relación.

-Nos podrían haber sacado fotos y ahora quién sabe, si son pruebas suficientes como para denunciarnos -. Chasqueó su lengua.

-De cierta forma lo merecemos.

Changbin suspiró y giró su cabeza hacia él.

-Pero escuché algo más -Agregó SeungMin-, como si alguien se quejara, sonidos de dolor, provenientes de la puerta.

-¿A qué te refieres con eso?

-Estaba besándote y escuché un gemido de dolor... pensé en el momento que fuiste tú, pero pensándolo mejor, fue una voz más aguda y suave, -Hizo una pausa y pronto se apresuró a hablar cuando vio indicios de regaño en la mirada del pelinegro- No te dije nada porque, repito, pensé que fuiste tú.

-Esa información no me sirve de nada. Pudo haber sido cualquiera. Es mejor que te vayas a tu casa. Demasiado por hoy-. Musitó un poco más tranquilo.

Habían estado cerca de una hora y media discutiendo y tratando de descifrar lo que había pasado en aquel lugar, asustados por si habían sido descubiertos o no.

SeungMin suspiró y con una mueca de tristeza se levantó del asiento del que se encontraba. Changbin volvió a revolver sus cabellos y lo miró irse.

Pasaron minutos y minutos. El silencio que inundaba la zona le daba lugar al pelinegro para preguntarse muchas cosas, pensando, reflexionando, intentando buscar mentalmente las piezas de un rompecabezas.

De repente sus ojos bajaron, vagando por toda la zona, hasta adelantarse unos pasos más y encontrar algo que brillaba entre toda la suciedad que había allí.

Su ceño se frunció y tomó cercanía al objeto que llamaba su atención. Agachó su cuerpo y lo tomó entre sus manos.

Un brillante brazalete dorado finalizando con un delicado corazón que dejaba colgarse. Era fino y delgado, pero a la vez, grande.

Sin embargo, algo que llamaba su atención era que desde lejos el mismo objeto desprendía un aroma agradable, uno que, a medida se acercaba, su nariz comenzaba a reconocerlo y se le hacía familiar.

Su brazalete de la suerte.

Lo olió. El aroma llenó sus fosas nasales y supo de quién era casi que en un chispazo. Sus ojos se abrieron de par en par y comenzó a recordar el día en el que vio por primera vez al llamativo brazalete.

-iChangbin! Me compraron este brazalete por todos mis logros en la escuela. ¿No crees que es hermoso? -Se lució con una brillante sonrisa mostrando el reciente regalo.

-Me parece precioso, Jisung. ¿Pero no te va grande? -El pelinegro soltó una risa.

-Un poco. Sólo es cuestión de que mi muñeca crezca un poco más. No es de mucha preocupación-. Sus pasos eran alegres, caminaba como si le hubieran dado la mejor noticia del mundo.

Changbin lo miraba y notaba la felicidad sobresaliente en sus ojos.

-¿Sabías que era el último en la tienda? Y al ser el último, le pidieron que lo retoquen para hacerlo aún más especial para mí. iEstoy tan feliz! Es mi brazalete de la suerte. Pronto si quieres podemos comprar uno similar y compartir, como sifuera la representación de nuestra amistad -. Han no paraba de sonreír y brincar por todas partes.

psicólogo -hyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora