23

14.1K 1.6K 238
                                        

Hyunjin manejaba apresurado, aún cuando Bang le había alertado que tuviera cuidado. Y realmente no podía pensar con claridad, ya que traía una nube de pensamientos, su madre y Felix.

¿Y quién sabe realmente quién más estaba metido en esto? Podría ser mucha gente.

Porque, si Bang Chan estaba metido en la situación, era seguro que muchas más personas estarían metidos en ella.

—Tienes suerte que vives cerca de él –. Mencionó el de rulos.

—Sin duda –. Contestó Hyunjin mientras mantenía su vista al frente, sin importar que sus ojos se nublaban por el llanto.

Y es que, tantas emociones en tan poco tiempo, pensaba que necesitaría recargarse en alguien tan pronto como le era posible, pero por el momento importaba el pequeño de diecisiete años que, además de ser su paciente, era su amigo.

—Ya, llegaste –. Aclaró Bang después de unos minutos, como si Hwang no supiera.— La cámara está dando justo por donde estás por pasar. Detente ahí, bájate del auto y métete por los arbustos. He muteado el micrófono. Apúrate antes de que se den cuenta de la ausencia de sonido.

—Nisiquiera entiendo si quieres que me apure o no.

—Debes ser cuidadoso pero a la vez veloz. Hazlo como si fueras un profesional en eso.

—¿De verdad me estás diciendo?— dijo mientras luchaba con algunas ramas para pasar.— Soy un psicólogo, no un desquiciado que espía a otras personas y se les infiltra en la casa.

—No estás espiando a Felix –. Dijo.— Estás por salvarlo.

Hyunjin se armó de valor, dejándose llevar por las palabras del otro azabache.

—Chan –. Murmuró en medio Hyunjin, sonaba asustado.

—¿Qué sucede?— Respondió su ex.

—La puerta está abierta.

Chan se heló, ¿qué se le había escapado?

—¿Cómo? Quizá, quizá Felix está en el patio. No puedo ver bien.

—Chan –. Regañó el psicólogo.— ¿Acaso hay otra cámara? ¿Dónde está?

—Hyunjin, de verdad, no tengo idea.

Mentiríamos si dijéramos que Hwang no estaba temblando del puto miedo que sentía, pero es que, ¿quién no tendría miedo en medio de una situación de no saber si se trataba de alguien que había entrado a la casa de Felix, o Felix queriendo escapar de su casa.

—Debo llamar a Felix y asegurarme que esté bien –. Comenzó a desesperarse.

—No, Hyunjin. Ellos están rastreando su celular, van a escuchar todo –. Mierda, ¿cómo eran tan profesionales y cuidaban cada detalle?

—¿Entonces qué carajo hago?— susurró por lo bajo, mirando a sus alrededores — ¿No puedes ver a Felix por las cámaras que tienes?

Bang revisó cada rincón de la casa con la increíble capacidad del artefacto y muchos otros más, pero, no había rastros del rubio.

Tragó saliva.

—No está –. Afirmó.

—¿Y entonces dónde demonios está!? —Se desesperó, tomando sus propios cabellos.

—Hwang, relájate.

—Por dios santo, Bang. De tu boca sólo salen estupideces, ¿cómo piensas que voy a tranquilizarme sabiendo que estoy buscando a un maldito niño de diecisiete años, guiándome por las palabras de un mentiroso y fraude como tú? ¿Cómo puedo creer en alguien así? ¿Cómo puedo darme cuenta de que se trata de una trampa o no? —Gritó, sin importarle que alguien lo escuchara. —¡Estoy cansado! ¿Dónde diablos está mi madre, dónde está Felix? ¿Y dónde están sus padres? ¿Por qué no están con él, por qué no están cuidándole?

Chan se sintió terriblemente mal por todas las palabras que el castaño estaba soltando, que quería llorar, pero su hermanita durmiendo a su lado le daba la fuerza para contenerse.

—iTodo esto es tu culpa y estoy seguro de que es así!— volvió a gritar Hyunjin, y para ese punto Bang se había quedado en silencio, agachando la cabeza, y tan sólo aceptando lo que se le era dicho.— Ya no necesito tu estúpida ayuda, si algo le pasa a Felix o a mi madre, no te lo perdonaré jamás. Iré por mi cuenta.

Unos largos minutos de incomodidad se habían hecho presentes en aquella llamada telefónica, que claro, por suerte, no estaban inspeccionando a Bang por lo que, para los hombres malos, parecía no existir.

Pero Chan, estaba sufriendo a montones en ese preciso momento, y todo lo que hacía era simplemente porque la vida le había dado ese talento, o así lo decía él, había encontrado algo donde ganar dinero para ayudar a su madre a pagar todo, al igual que los medicamentos, y una vivienda mejor, y en ese empleo, también se había dado cuenta que era suciamente bueno en ello, lo que más le hacía sentir y cargar con la culpa.

Hwang se arriesgó, colgó la llamada y detuvo todo por unos momentos.

Buscó algo en el piso para usar en caso de que algún maniático se le presentara, aunque estaba seguro de que, si eran muchos hombres como Chan decía, no podría contra ellos, o ya era demasiado tarde.

Tenía mucho miedo, sí, lo tenía. Pero no podía dejar que todo pasara y exponer la seguridad de su paciente y amigo que nisiquiera pudo contar con la protección de sus padres en esos instantes.

Tomó una rama filosa y, con un dolor de cabeza inmenso, se adentró al hogar donde las luces permanecían apagadas en absolutamente cada rincón.

—¿Felix?— llamó con la voz temblorosa. Intentó agudizar su sentido del oído, y al parecer, había escuchado algunos ruidos provenientes de una habitación en específico.

Su piel palideció. Tenía miedo de investigar de qué se trataba, no era algo paranormal, pero podrían ser los hombres de los que Chan hablaba. ¿Qué tal si también lo atrapaban también a él? Hasta su dedo meñique del pie parecía temblar de horror.

Se acercó con miedo hacia la zona de donde parecían provenir aquellos sonidos. Mirando por el pequeño espacio debajo de la puerta, en su superficie, se dio cuenta de que no había ningún rastro de luz, pero la entrada a la pieza estaba cerrada.

Entonces escuchó un sollozo y, seguido a eso, el eco del mismo sollozo.

En seguida intentó abrir la puerta y forzarla, pero estaba cerrada con llave, ya que de ninguna manera podía acceder.

—¿Felix? Soy yo, soy Hyunjin, tu psicólogo, abre la puerta, Felix— insistió, forcejeando la cerradura — Por favor, abre. Debemos salir de aquí.

Hubo un momento de silencio donde Hwang iba a rendirse y simplemente seguiría buscando, pero justo cuando se dio la vuelta y dio apenas un paso, se escuchó la llave y seguido a ello la puerta siendo abierta.

Por ella, se asomó un pequeño pelirrubio con lágrimas en los ojos, una mirada que rompía totalmente el corazón del mayor, mientras sostenía un cuchillo a un costado de su manito con miedo. En sus orbes se reflejaban miles de emociones y más en la oscuridad de aquella zona, donde la vista de ambos brillaba.

—¿Hyunjin?— murmuró con un hilo de voz, y a pesar de que sabía que se trataba de Hwang, quiso asegurarse.

—Lixie, ¿estás bien? ¿No te pasó nada?— revisó al menor, pero el rubio no hizo nada más que tirarse los ojos cristalizados — Pero debemos irnos lo más antes posible. No es seguro que nos quedemos aquí. ¿Sí sabes que estás siendo espiado?

—Sí, ¿pero tú cómo lo sabes?

—Es una larga historia, te lo contaré después, vamos a irnos ahora— aseguró, jalando del brazo al pequeño y corriendo con él hacia el auto que había dejado estacionado en otra casa para no ser sospechado por los que querían sabotear la casa de la familia Lee.

Habían llegado al vehículo, y por el momento parecía que los trabajadores no se habían percatado de su patente. Suspiró de alivio y se subió junto al menor de edad, quién traía en sus manos el celular, y todavía seguía temblando con su pobre pijama de patitos desarreglado y sus piernas chuecas por el frío que sentía.

—Tranquilo, Lixie— murmuró su psicólogo, echando un vistazo al rostro del pequeño.— Llegaremos a mi casa, te darás una ducha caliente, te daré ropa, comerás un plato de sopa caliente de los que preparo, y llamaremos a la policía después para que investiguen tu casa y a los culpables de todo esto. ¿Qué te parece?

—Está bien –Se sonrojó el menor.— ¿Qué sucederá con mi madre?

—¿Tu madre?

—Sí, mi madre está desaparecida, no ha atendido cuando la intenté llamar de nuevo. Y los hombres la espiaban también.

Hyunjin suspiró, mientras manejaba.

—No lo sé, Felix, no sabía sobre eso—.Confesó entristecido, Bang no le había dicho sobre ello, o ahora mismo estaba demasiado sofocado como para recordar algunos detalles—. Pero te prometo que haremos lo imposible para saber qué ha sucedido con ella, me intentaré comunicar con una persona para que me ayude.

Pensó en Chan nuevamente, pero después de todo lo que le había dicho, todavía no se puso a pensar cómo se estaría sintiendo el azabache.

Quizá no le iba a querer ayudar, pero con toda la culpa que el de rulos sentía, no podía negarse a nada de lo que le pedían. Parecía un esclavo, el esclavo de todos los problemas que él mismo había iniciado y creado, el esclavo que tenía potencial para tanto pero que no podía negarse a nada.

Muchos dirían que le faltaba el amor a sí mismo; que le faltaba esa autoaprobación para poder levantar su ánimo y convertirse en alguien respetado, en alguien que no sea usado por otras personas a cambio de obtener dinero, como si fuera lo único que podría realizar para ganarse la vida, y que saliera adelante con un historial limpio, pero en esos momentos, aquello se trataba de un futuro lejano.

Y como antes habíamos mencionado, Hyunjin estaba demasiado ajetreado con sus pensamientos que algunos detalles comenzaban a escaparse de sus manos.

Como por ejemplo, que la cámara podía llegar hasta el pasillo por el que Hyunjin había pasado, o que los hombres rastreaban también el celular de Felix, o que, quizá, el micrófono había vuelto a funcionar.

psicólogo -hyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora