psicólogo -hyunlix

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¿En qué momento habían salido?

En cuestión de segundos, la señora Lee se apuró para tomar a su hijo y agradecerle al joven Hwang, abandonando aquel lugar en poco tiempo.

Felix parecía estar hundido en sus pensamientos, recordando una y otra vez cada palabra de Hyunjin y describiendo cada una de sus perfectas facciones en su cabeza.

Pero, ¿por qué?

"¿Por qué? él no te sirve, Lee."

Felix se habló cruelmenta hacia sí mismo. Y es que así pensaba él, ¿para qué sirve Hwang Hyunjin?, ¿acaso tiene sentido el hecho de que te obliguen a hablar con un psicólogo porque eres gay, y de repente el psicólogo diga indirectamente que le parece bien ser gay y que lo apoya?

¿Qué cambiaría?

"Es como gastar dinero en nada. Le pagan a alguien que apoya mi situación."

-¿En qué estás pensando, Felix? -Su madre invadió sus pensamientos, captando su atención mientras que sus manos se encontraban al volante.

-En nada, mamá.

Ella no estaba convencida, claro que no. Pero simplemente intentó ignorarlo y regresar su vista hacia el frente, haciendo una línea con sus labios.

"Eres genial, mamá. Preguntas lo obvio."

Los pensamientos de Felix hablaban burlona y sarcásticamente de su progenitora, y no era algo que él podía evitar, o quizás sí pero él no quería.

Sus ojos miraban a través de la ventana, comenzando a notar pequeñas gotas chocar contra el vidrio. Estaba lloviendo.

Felix ama los días de lluvia.

Ama encerrarse en su habitación, acercarse a la ventana, abrirla y tan solo apreciar el paisaje. Sentir la fría brisa que a veces trae envolviendo todo su cuerpo, y algunas que otras gotas rozando su piel.

Se sintió emocionado.

-Hoy salgo a la noche con tu padre, Felix.

-¿Eh? -Frunció el ceño.

-Iremos a cenar con tus tíos. Pensé que vinieras, pero no irán tus primos y te aburrirías.

-Está bien, mamá.

Oh, claro que está bien. Felix tenía un plan, no se quedaría solo en aquella inmensa casa, cantando y bailando con su voz haciendo eco por las paredes como siempre hacía cuando estaba solo.

Tomó su celular rápidamente.

-Y...¿me dejas y te vas?

Su madre rió, claro que conoce sus intenciones.

-Sí, no te preocupes, tendrás mucho tiempo para disfrutar de la casa sola. No hagas desastre.

El pequeño asintió rápidamente, sonriendo al notar que ya habían llegado a su dulce hogar. Rápidamente tomó sus cosas, ansiando el poder de estra solo.

Se despidió de su madre, y, apenas salió del auto, tuvo que apurar sus pequeñas piernas para no mojarse.

En el trayecto, se encontró con su padre, quien salía muy bien vestido y con un paraguas sirviéndole de techo, apurando también sus pasos.

Felix tembló.

-Adiós -. Escuchó el más pequeño por parte de su progenitor.

Mas él no quiso devolverle la despedida.

Sin duda, esa iba a ser una noche divertida. Solo hacía falta organizar con Changbin una pequeña fiesta en su casa, entre ellos dos y algunos amigos más del mayor.

Nada podría acabar mal.

¿O sí?