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Eran las dos de la mañana, justo después de que el plan de los hombres malos que querían sabotear a la familia Felix haya fracasado.

Al parecer, la madre de Felix había sido astuta y notó que la seguían, ya que no pasó por alto un auto negro que intentaba meterse por distintos lugares fingiendo que iba por otro camino, cuando en realidad, se sabía que iban por el mismo.

Por supuesto, acudió a la seguridad del establecimiento donde se encontraba, e inició un escándalo, ahora los policías vagaban por distintas zonas investigando de quiénes se trataba.

Lo que la madre de Lee había perdido de vista, era avisarle a su hijo de todo lo sucedido, ya que claramente no podía atender el teléfono; pero al dejar a su hijo sólo en la casa, lo mejor hubiera sido enviarle un mensaje
explicando la situación. Pero conociendo a su pequeño rubio, sabía que se asustaría y que terminaría por no dormir, así que la mujer sólo decidió llegar lo más "pronto" a su hogar, ya que además todo estaba oscureciendo, y por supuesto, las personas comenzaban a ser menos en aquellas calles.

La señora Lee pensaba que eran unos tipos que querían robarle únicamente a ella, pero nunca se imaginaría que estos tipos tenían como objetivo la familia Lee y a cada persona que conforme parte de ella, por lo que cualquier oportunidad les venía bien.

Nadie sabía realmente por qué, o quizá, ¿Chan sí?

En estos momentos todo era confuso incluso para Bang.

Ya que, Bang, era principalmente la razón del avance y emprendimiento de esos trabajos sucios que involucraban generalmente la seguridad de quienes consideraba amigos.

Y aunque ellos estaban juntos en eso, se sentía como una batalla entre ellos mismos, una constante rivalidad que había iniciado de un momento para el otro.

Chan pensó, cómo hubiera seguido todo si tan solo jamás se hubiera metido en situaciones como estas.

Se lo cuestionaba día a día, y justo después de que le hubieran sacado dinero de su bolsillo, ya que, según las personas con las que colaboró, su trabajo había sido descuidado y ahora eran buscados por la policía en cada rincón; y claro, todo era culpa del azabache.

Sus lágrimas comenzaron a salir desde sus ojos, toda la presión contenida, todas las palabras de Hyunjin resonando en su cabeza como una daga que lo hacía sufrir más y más con cada impacto.

Se sentía miserable, sí, así se le llamaba. Estaba tan triste por cómo su vida era dominada por el maldito dinero, él sólo quería ser feliz y mantener a su familia feliz.

Su pequeña hermana, quien yacía durmiendo a su costado, era la persona que le daba la fuerza para seguir y mantenerse al pie de la letra.

Mientras lloraba, la miraba a ella, su rostro siendo iluminado por la tenue luz de la luna que entraba por las ventanas. Se levantó y acarició su mejilla, con una sonrisa incluso a pesar del río que estaba formando con cada lágrima deslizándose por su rostro.

—¿Chan?, ¿estás bien?— de repente se escuchó una voz femenina detrás de su espalda, y rápidamente secó la humedad de sus cachetes, dándose la vuelta y aprovechando que la luz de la luna no alcanzaba a iluminarlo como para ser visto por su madre.

—Sí, madre, estoy bien.

—¿Seguro? Te he oído sollozar desde el otro lado de la puerta.

Bang negó con la cabeza.

—¿Qué haces despierta?— preguntó después de algunos segundos.

—Quise ir a por un vaso de agua.

—¿Por qué? ¿Te sientes bien?— la miró preocupado, acercándose a la puerta para retirarse de su pieza y, a la vez, la de su hermanita; no la querían despertar de su profundo sueño.

—Oh, cariño, no te preocupes, me siento más que bien.— acarició la mejilla de su hijo y luego sus cabellos, Chan se sintió mas relajado y sonrió.— ¿Acaso Hyunjin ha vuelto a contactarte?

La sonrisa del azabache se borró en seguida.

—No, madre—. Mintió.

—¿Y por qué lloras?

—No estoy llorando.

Su mamá tomó un pequeño espejo que tenía en su canasta de decoración, y se lo extendió.

—Mírate, Channie—suspiró—. Puedo ver tus lágrimas claramente desde aquí. ¿El trabajo ha sido duro contigo?

Entonces, Chan se miró en el dichoso espejo, no podía creer lo que estaba viendo; era su rostro demacrado, sus ojeras estaban reluciendo en un aspecto horroroso, y sus cachetes brillaban, por el desliz húmedo y el camino que sus lágrimas habían marcado anteriormente.

Se sintió tan mal de verse a sí mismo que quiso no volver a utilizar un espejo en su puta vida.

Tomó fuerzas para responderle a su progenitora, quien esperaba pacientemente por una respuesta por parte de su hijo.

—Sí, el trabajo no me ha estado
dejando dormir—. Y a pesar de que eso sí era cierto, no era exactamente por el oficio del que la señora Bang creía que se trataba.

—Mi vida, comprendo, debe ser difícil atender situaciones y demandas a esta hora, deberías parar un momento y descansar, mañana les explicarás a tus superiores—. Respondió la mujer mimando a su niño, porque, a pesar de tener sus años, seguiría siendo siempre su niño pequeño.

—Gracias, mamá. Por suerte he terminado por ahora, así que intentaré dormir.

—Eso espero—. dijo la madre antes de retirarse y terminar por beber el vaso de agua. Una vez hecho, se dirigió a su cama, y la vio irse a su pieza para terminar haciendo lo mismo.

Pero no, no iba a dormir, porque su cabeza dolía demasiado, y porque no paraba de pensar en todo lo sucedido, o en lo fácil y divertida que era su vida antes. Todo había cambiado tan bruscamente que él todavía no podía adaptarse al cambio, y se imaginó que jamás lo haría.

Mentiría si dijera que logró superar con facilidad a Hyunjin, porque no, no era así.

Su historia de amor con el psicólogo Hwang había sido única y romántica por cada lado del que lo veas.

Creían que su relación realmente duraría para siempre, pero más tarde, Hyunjin se enteraría de las barbaridades en las que Bang participaba, aceptando siempre una suma de dinero elevada.

Claro, de ahí salían todos los accesorios caros y citas en lugares impagables.

Tenían cada encuentro mágico, donde se quedaban a horas tardes, admirando la luz de la luna, las estrellas que le rodeaban, y luego se terminaban besando bajo su más gran admirador y testigo de los actos; el cielo.

Hyunjin estaba tan enamorado, que jamás imaginó que un día como cualquier otro, terminaría condenando su seguridad, la de sus parientes, y que su corazón se rompería por completo.

Sí, Bang lo amaba, los dos se amaban, Chan no le había sido infiel ni mucho menos, pero había ocultado algo que a los ojos de la ley era totalmente ilegal.

Era algo imperdonable para Hyunjin.

No estaría con una persona que le ocultaría las cosas y que le mentiría, y a pesar de todo, lo que le dolía en el pasado a Hyunjin, era que Bang siguió y siguió, incluso después de la decisión de terminar con la relación de dos años.

¿Qué acaso nunca iba a parar?

¿El dinero lo llevaba a tal extremo?

A tal extremo, Hwang pensaba que, como Chan seguía teniendo dinero, se trataba de cubrir todos sus gustos y nada más.

Pero la realidad detrás de eso, era que el azabache solicitaba mucho dinero para cubrir todos y cada uno de los gastos para su familia, para que si algo sucedía, puedan ser atendidas con excelencia, para no hacerles faltar nada, para que coman todos los días, y para pagarles una mejor vivienda.

Esa era la principal razón, y nadie iba a creer que se trataba con esos propósitos, siendo que todo ese trabajo sucio constaba de amenazar la seguridad de otras personas a cambio de mantener felices y darles todo a quienes más amaba con todo su corazón.

Y aún así, Chan sabía que si su familia se enteraba, iba a ser el peor hijo, por eso lo mantenía secreto, o al menos eso intentaba ya que Hyunjin una vez lo descubrió, por eso exactamente finalizaron su relación.

Su madre no estaría para nada
orgullosa de ello, y confiaba ciegamente en que su hijo estaba haciendo un oficio común como cualquier otro.

Detrás de toda esa máscara, existía un Bang Chan bondadoso que quería lo mejor para las razones de su existencia, pero eso todavía no bastaba y seguía sin ser excusa de todo lo hecho y lo que hacía.




psicólogo -hyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora