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-¡Por dios! ¡Suelta ese gato! digo, ¡no!, no lo sueltes, quizás se coma la comida o deje más pelusas y... ¡espera! -Felix abrió sus ojos en grande cuando tomó en cuenta la verdadera pregunta de la situación.

Y volvió a retomar las palabras.

-¿Qué hacías en mi habitación? -Preguntó pausadamente, sintiendo un sonrojo comenzar a crecer en sus mejillas inevitablemente.

Su ceño se había fruncido tiernamente, dejando ver a un Felix confuso.

-Bueno, es que, -Empezó a explicar.- habían muchas fotos de cuando eras niño a la salida del baño de arriba... y todas seguían tu habitación. Seguí el recorrido sin darme cuenta.

Eso, a oídos del menor, no sonaba tan convincente, pero no le quedó de otras que asentir. Nadie sabe qué hacía realmente Hwang Hyunjin allí o qué hizo.

¡Incluso pudo haber robado!

Y de repente una voz interrumpió todo, la voz molesta según Felix, con el dueño de nombre Changbin.

-¡Bueno, niños! llegó la hora de largarse. Todos pueden irse, bye bye, no quiero que Felix cobre la culpa nuevamente como por décima voz que va del año -. Agitó con sus manos mientras los iba empujando suavemente.

-¿En serio ahora te haces el buenito y decides "que no cobre la culpa"? ¿Por qué eso no fue antes?

-Calla, Felix, te estoy haciendo un favor.

El rubio rodeó sus ojos y miró algo más molesta al más pequeño en estatura.

Por su parte, recibió una sonrisa juguetona y un codazo mínimo.

-¿O es que quieres que tu guapo psicóligo, que también es mi amigo, se quede contigo? -Habló divertido y burlón el pelinegro.

-¡Ya cállate! me haces ver ridículo, siempre lo haces -. Gruñó el rubio por lo bajo, recibiendo un sollozo fingido por parte del bajo.




[...]




Ah, definitivamente no era fácil manejar el sueño.

Felix estaba que se caía del sueño, sus ojos no daban para más y su cuerpo amenazaba con leves tembleques.

No entendía bien por qué se sentía de tal manera, es decir, sí, era tarde, eran las tres de la mañana, pero a esa hora, y con todo el cansancio acumulado, se encontraba a sí mismo limpiando aún la mesa y algunos muebles.

Esos chicos sí habían dejado desastre suficiente como para cansarlo; pero por suerte, sus clases no iniciaban al día siguiente por lo que todo iría bien, y podría descansar todo el día si así lo quisiera.

Volvió a recordar, a Hyunjin, su amigo, psicólogo, extraña persona, lo que sea, quien se había ofrecido a ayudar sin rechiste alguno.

Había ayudado, sí, mientras los demás se alejaban con la excusa de usar el baño a cada rato o de recibir mensajes y llamadas importantes.

Definitivamente no quería volver a proponerle a Changbin la idea de juntarlos a todos en una misma zona nuevamente. Al menos, no en su casa.

Pero volviendo al tema, le había parecido extraño. Bueno, no, es decir, ¡es lo mismo que puedes hacer!, es casa ajena, y además es la de tu cliente.

Le había parecido extraño simplemente por el hecho de que lo había visto como un gesto bonito, y a sus ojos todavía dudaba acerca del por qué el mayor había ido a su habitación.

Le resultaba extraño que pensase tanto en ello. Por favor, Felix, sólo es un tema tonto del cual no deberías ni pensar ni preocuparte.

Quizás todo ello era ocasionado por el sueño del momento; a veces estar cansado no te permitía pensar con claridad, obviamente.

Unos minutos más, y había acabado notando el importante detalle de que sus padres aún no regresaban, y las gotas habían cesado, por lo que aquello era más raro aún.

Si no había lluvia, podían venir tranquilamente, pero bueno, Felix consideraba a sus padres como los mejores amantes de la diversión, tanto que a veces olvidaban a su hijo o sus propias responsabilidades.

Felix mantenía en mente la idea de que sus progenitores no habían tenido una juventud "buena", por así decirlo, y por eso se pasaban la mayoría del tiempo de la etapa de su adultez comportándose como jóvenes de otra época.

Sí, de otra época, porque al parecer los adultos estaban desactualizados como para pensar que si sus hijos tenían una orientación sexual diferente, debían asistir al psicólogo.

Era inútil. Al rubio, además de tristeza, le causaba impotencia, y a veces gracia. Quería reírse por la loca idea.

¿Ir al psicólogo por ser gay?

Se reiría si no estuviera amenazado con ser aislado completamente de los demás, y sobre todo, de los hombres, de sus amigos.

Porque era inevitable decirle algo a sus padres; se sentía algo débil cuando se trataba de ellos, o más bien, vulnerable.

Aún seguía sin captar bien por qué comenzaba a cuestionarse situaciones o asuntos como aquellos a las tres de la madrugada.

Si ellos no se preocupan, bueno, tampoco debería él.

O al menos así lo pensaba Lee.

El rubio caminó hasta el baño para poder realizar sus necesidades, resultando en salir del lugar después de unos, al rededor de, quince minutos.

En el profundo silencio de la casa, un suspiro de su parte hizo choque contra las paredes blanquecinas, y con la cabeza baja, caminó escaleras arriba.

Sus ojos fueron frotados por los puños, guiándose torpemente con sus pies hasta su habitación.

Recordó la situación de antes, observando el suéter que yacía en la cama y suspirando nuevamente.

Bueno, si cogía una alergia, estaba seguro de que lo recordaría siempre, y con el rostro de su psicólogo proyectándose en el recuerdo.

Bufó por tener que ocuparse todavía de ello, que de hecho, Hyunjin había tenido intenciones de arreglar cuando estaba a punto de salir; pero un apurado Changbin lo había interrumpido y lo echó antes de que pudiese hacer o decir otra cosa.

El pelinegro se había mostrado como "héroe" (esto más bien según desde su propia perspectiva), pero luego de que todos habían dejado el hogar, el bajo tomó sus cosas y se largó con un "Hasta luego, Felix".

Maldito enano de jardín, organiza una fiesta en mi casa y luego todavía tiene el descaro de irse sin ayudarme siquiera un poco.

Felix se pegó mentalmente, y sin importarle más nada, tiró a la otra esquina de la habitación el suéter con pelusas y suave aroma de fresas.

Apagó la luz del velador que yacía tranquilamente prendida, y sin más, se escuchó bajo las mantas, dejando ver un bulto donde el cuerpo de Lee descansaba cálido y tranquilo.

Cayó en los brazos de Morfeo rápidamente; un pequeño chico con cabellos rubios y pecas durmiendo plácidamente bajo las sábanas, con impresión de puntos blancos y con fondo color amarillo.

psicólogo -hyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora