Registro 6

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- Serían 150 por favor-le extiende el dinero para entregarle la bolsa con sus compras, las toma mientras sale rápidamente por las puertas- señor, su cambio ¡Señor! - le gritó para que le escuchara, pero se alejó de una manera tan rápida junto con una niña que tal vez no le dio tiempo para lo escuchará. Solo lo miro extrañada por su manera de caminar, los observo hasta perderlos entre el diluvio.

La lluvia azotaba fuertemente, fue una fortuna que en la mochila que les habían dejado unos impermeables, unos de talla grande y otros de talla pequeña destinados a los niños. Su sensei siempre estaba preparado para cualquier ocasión. Corrían por las calles no con la intención de escapar del agua, sino temerosos que algún ojo pudiese identificarlos, solo había un lugar al que podían dirigirse en estas circunstancias.

Era una fortuna que el portero lo reconociera a pesar de que paso mucho tiempo sin verlo y sin problemas le dio acceso para que entrara, Amane busco entre la mochila las llaves y abrió la puerta.

Parecía que había pasado una eternidad desde que había estado en ese lugar, seguía teniendo la misma apariencia de siempre: paredes de color verde caqui, los mismos muebles descuidados y el característico olor a tabaco que lo caracterizaba. Le quitó la capucha a N, gracias al mal clima pudó esconder sus cuernos junto con su cola, lo que más quería era evitar las miradas curiosas de extraños, extendió los impermeables en la entrada, la niña salió disparada a explorar el lugar mientras que él se dejó caer en el sillón, alzó su camisa para examinar la herida de bala, respiró aliviado, un poco más a la derecha y pudó haberle atravesado el riñón, al parecer solo se trataba de una herida superficial donde apenas rozo la epidermis, sacó de la bolsa de compras el alcohol y el algodón para depositarlo en la herida, el dolor era agudo, pero nada que no podría soportar.

- ¿Cómo estás?

Volteó para chocar con los ojos rubí que lo observaban con detenimiento.

No le contestó, solo procedió a seguir limpiando la herida aplicando un poco de líquido sobre él.

-Trae la mochila- le ordenó.

Vaciarón su contenido, sobre la mesa estar que tenían enfrente suyo, Amane hizo aún lado los paquetes que correspondían a otros impermeables, total, nadie los iba a usar.

Dentro de la mochila encontraron distintos tipos de cosas, la brújula que usaron para llegar al norte, un celular, unos fajos de billetes, tarjetas de crédito, una pistola, en una mica unos boletos de autobús y por último en una bolsa sellada lo que parecía ser una micro SD.

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Si algo no podía altar en el departamento de su antiguo maestro eran cigarros y alcohol, tomo una lata del refrigerador para casi terminárla después de un par de tragos; observo por uno de los reflejos del vidrio la lluvia, parecía que estaba cerca de terminar, se sentía un poco incómodo usando ropa de su (ahora) difunto maestro, pero le incomodaba la idea que toda su ropa estuviese cubierta toda de sangre.

Sabía que N se tomaría su tiempo bañándose, así que podría aprovechar ese rato a solas. Prendió el ordenador de la oficina e introdujo la memoria, el único archivo que tenía era un video, revisó la descripción del archivo, fue realizado hace dos días atrás, contuvo el momento la respiración y le dio doble click.
Se notaba que se trataba de un video casero hecho con la cámara de celular, el escenario era lo que parecía un laboratorio, y Tsuchimogori sentado en una silla hablando frente a la cámara.

-No quería hacer esto, pero debido a las circunstancias prefiero prevenir a arrepentirme. Si están viendo este video significa que mis sospechas fueron correctas y sino fue así, tal vez solo soy un viejo paranoico que le está hablando a la cámara.

Expediente NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora