Registro 11

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La temporada de lluvia estaba próxima a terminarse, dando entrada al otoño, una temporada a la abertura a los cambios, podría reflejarse en el tono rojizo del atardecer y de las hojas, el frío comenzaba a hacerse presente a altas horas de la noche. Los cambios en la naturaleza aparecían, a veces de manera espontánea y otras de una manera más cronológica. Sin embargo los cambios no eran únicamente visibles al ojo del ambiente, los cuernos de la pequeña monstruo resentían también el factor del cambio a manera de pequeñas grietas como símbolo de estar a punto de alcanzar el punto más alto de la madurez, para posteriormente ser intercambiados por otro par de cuernos más grandes pero que pudiese ocultar a su propia voluntad, otros cambios se habían manifestado en su cuerpo, había perdido el filo de sus colmillos que tanto le caracterizaba de sus colmillos, había mudado las escamas de su cola para ser cambiada por una textura totalmente lisa ala vez que podía ocultarla a voluntad en la parte inferior de su cadera; cualquiera que pudiese verla podría asegurar que se trataba de una joven cualquiera, Nene estaba emocionada por este nuevo estado, de todas las nuevas oportunidades que pudiesen estar a su alcance sin ningún peligro latente, sentía como si el mundo le perteneciera solamente a ella.

Pero, no todos estos cambios le hacían feliz.

Sí, estaba extasiada por esta nueva forma y por su próximo ingreso a la escuela le emocionaba experimentar por primera vez algo semejante a lo que se consideraba una "vida normal ", era lo más maravilloso que le podría pasar; sin embargo había algo que le causaba ciertos estragos en su nuevo panorama. Sentía que Amane había optado hacia ella una nueva actitud; las veces que intentaba mirarlo a los ojos volteaba hacia el otro lado como si intentase evitar chocar miradas a toda costa, los abrazos ya no eran tan comunes como regularmente lo hacían y las veces que Nene lo atacaba a modo de juego él se limitaba a tomar los brazos de la chica y pedirle que "respetara su espacio privado", tal vez la gota que derramó el vaso fue cuando Amane se tomó la molestia de tomar sus cosas del cuarto que ambos compartían y mudarse a la otra habitación que estaba al otro extremo de la casa, todo eso con la intención que ya no durmieran juntos.

-Creo que lo más apropiado es que tengas tu propio espacio-le decía- ya no eres una niña y una mujer debe tener su propia privacidad.

-Pero...- comentaba con temor- aún me da miedo la oscuridad- le miró suplicante mientras jalaba un extremo de su playera deteniendolo de cargar la caja que tenía en sus brazos. Él volvió a desviar sus ojos a otro lado, sabía que si la miraba directamente cedería sin ninguna resistencia, también estaba consciente de su fobia hacia la oscuridad y como había aumentado desde el día del incidente.

-Tranquila, puedes dormir con la luz prendida en lo que te acostumbras- le contestó mientras jalo su playera para que lo soltara- ve por este lado, podrás decorar tu cuarto de la manera que quieras- comentó animado en un intento para que viera el lado positivo de toda esa situación.

Seguían viviendo en la misma casa, compartiendo la misma comida, el mismo techo y pese a eso Nene sentía como Amane se estuviera alejando

¿Acaso había hecho algo mal?

¿Se estaba volviendo una molestia?

¿Estaba enojado con ella? ¿Cuál sería la razón?

Miro por la ventana del auto mientras observaba el paso de las nubes y el pasaje pasaban a gran velocidad sin poder visualizarlos en su totalidad, se veía que hoy sería un día soleado, una excelente ocasión para poder salir, volteo a ver discretamente a Amane quien estaba en el asiento del conductor sin despegar sus ojos del camino, el auto lo compró hace un par de días con lo que quedaba en los fondos monetarios, insistió en que si iban a empezar a transportarse prefería conducir que usar constantemente el transporte público, pese a estar un tiempo sin conducir parecía que no había perdido la práctica. Durante todo el trayecto no había cruzado alguna palabra, Nene quiso pensar que era debido a que no perdiera la concentración, solo se mantenía inerte sin despegar los ojos del camino. La plaza más cercana estaba a un aproximado de casi 3 horas de camino en auto, tal vez era de las pocas cosas que no le gustaban de ese lugar y hasta ahora se daba cuenta, todo quedaba jodidamente lejos del pueblo.

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