Registro 19

510 75 19
                                    


Estacionó a un costado de su hogar, apagando las luces del auto y el motor. Ya casi era media noche, era un alivio que mañana no tendría que asistir al trabajo y mejor aún que el periodo de vacaciones decembrinas ya estaba cerca, se sentía demasiado ajetreado, no solo por pasar la mayor parte del día fuera de casa, sino comenzaba a sentir cierta pesadez emocional.

Pasó casi más de hora desesperado buscando a la joven en todo el parque, temía que en el peor de los casos se que se aventuró a regresar a casa por su propia cuenta o aún más, que no estuviera dispuesta a querer verlo de nuevo; se planteó mil y un situaciones imaginando el peor de los escenarios.Intentó de todo, buscar por los lugares donde antes estaban, pedir que comunicaran sobre la desaparición de la joven e inclusive preguntar al resto de los visitantes que empezaban a abandonar el parque si tenían alguna pista de ella, todo esto sin éxito, era como si se hubiera desaparecido del mapa sin dejar rastro.

Su ansiedad comenzó a dispararse a niveles inimaginables, ¿que debería hacer?

Como si el destino hubiera escuchado sus súplicas, su celular comenzó a sonar, sin siquiera ver el numero de contacto contesto al instante.

-¡¿Nene?!

-¿Perdón?- contestó la voz masculina al otro lado de la línea.

-Minamoto, lo siento, estoy ocupado. ¿Puedes llamar más tarde?

-Creo que sé de qué estás hablando.

Dejo de hablar al micrófono y solo se escuchó el manoteo del teléfono.

-¿Amane?- sobresaltó, reconoció la voz al instante.

-¡Nene!- dijo exaltado mientras se apegaba más al altavoz para verificar si se trataba de su voz- ¡¿dónde estás?! ¡¿que haces con Minamoto?! ¡dame tu ubicación en un momento voy por ti!- el resto de la gente que pasaba a su alrededor lo veía extrañado por sus gritos.

-No, no es necesario...

Todo ese fervor por finalmente haberla encontrado fue sustituido por una gran incógnita, en el fondo sabía que la chica tomara sus propias medidas de distancia después de esto pero no sabia que llegaria a tal extremo.

-¿Qué?

-Aoi vive por aquí cerca y quise pasar a visitarla, ¿te importaría si paso unos días con ella?

-¿Qué pasará con la escuela?

-Me haré cargo de ello cuando vuelva... Además es una oportunidad para que empiece a acostumbrarme a mi nuevo hogar.

Esas palabras le cayeron como agua fría a su cuerpo, la hostigante sensación de que ella estuviese desesperada por desligarse lo más rápido posible de él le causó un estado de tristeza que no sentía desde la vez que presenció el homicidio de su hermano, era casi el mismo estado de shock donde un temor inundó sus instintos pero no tenía palabras para expresarlo, o aún peor, si podia todavia articular una palabra podría ser un milagro.

-¿Amane?- solo escucho la voz de la joven lo sacó de ese estado volviendo en sí mismo.

-Perdón... me distraje-¿porque su voz empezaba a sentirse extrañamente pesada?- Sí, me parece bien, ¿te parece si paso por ti el viernes?

-¡Claro!- ¿Por qué se oía tan feliz? ¿Tan alegre estaba por estar un par de días sin él?- Disculpa sino te avise con anticipación que estaba aquí, mi celular murió.

-No te preocupes- por alguna razón quería ya cortar con esa conversación, pese al alivio de encontrarla ya no quería saber nada con respecto al tema, creía que cuando llegase el momento de afrontar su partida lo haría sin tanto problema, pero le estaba causando más estragos de los que creía- Cuidate, pasame a Minamoto.

Expediente NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora