Ella era una chica demasiado impaciente, se desesperaba con demasiada facilidad, cuando tenía un raciocinio menor la mayoría de veces se desaburria mordiendo lo primero que estuviera a su alcance, fue hasta que mordió los libros de Amane terminaron con marcas de colmillos cuando supo que tenía que enseñarle alguna actividad que pudiese ayudarla a calmar su ansiedad, fue por ese periodo donde adopto el habito de la repostería como uno de sus nuevos pasatiempos favoritos, galletas, pasteles, panques, estaban dentro de su repertorio de platillos favoritos que podía hacer. El olor a vainilla inundaba la casa siendo consecuencia de las galletas que estaban horneándose, Nene seguía postrada frente al vidrio de la estufa, viendo como gracias a la levadura comenzaban a crecer, era lo único que lo distraía de sus impulsos por salir a buscar a Amane y asegurarse que él estuviera bien.
"Él dijo que tardaría 30 minutos y ya pasaron 35"
"¿Si le paso algo?"
"¿Y si lo secuestraron?"
"¿Si todo era una trampa?"
"¿Si un oso se o comió en el camino?"
Los pensamientos irracionales comenzaban a surgir una y otra vez, cada vez con más intensidad, volvió a retomar viendo el cristal del horno esperando disminuir sus angustias.
Sabía que él no era ningún tonto que se pudiera engañar fácilmente, sabía que él tendría sus motivos para confiar en su extraño contacto (del que no le hablo nada), ella confiaba en lo que él hacía.
Pero, ¿Por qué tenía que pasar algo así?
Justo cuando las cosas estaban bien, cuando creyó que podría tener una vida normal a lado de Amane ¿Por qué interrumpen esa tranquilidad que tanto les construir?
"Debí deshacerme de ese cachivache cuando podía" se dijo a si misma a manera de puchero.
Los toquidos de la puerta principal la hicieron salir de sus pensamientos.
Corrió de la cocina como si se tratase de una emergencia, después de un gran rato sin saber algo de la seguridad de Amane, lo único que podría calmar esa ansiedad que la carcomía era volver a ver su rostro.
Deslizo la puerta con brusquedad... solo para encontrar el rostro más bello que jamás en su vida había visto, era alto, rubio, con una cara de ensueños, Nene se cuestionó si lo que tenía delante suyo se trataba de un príncipe que veía en los cuentos de hadas, un ángel o la mismísima imagen de un bello demonio dispuesto a arrastrarla al averno, porque de ser así, no pondría ninguna resistencia.
"Dulce princesa, he venido por ti, te amo, cabalguemos juntos hasta el horizonte"
- ¿Disculpa? - le preguntó mientras intentaba articular lo que le había dicho.
- Buenas tardes, perdona la intervención, soy Minamoto Teru- volvió a repetir, pero esta vez Nene escuchó de manera consiente.
Se quedó petrificada admirando el nombre de la obra de arte que tena delante suyo.
¿Qué era ese sonido? ¿Acaso el arpa de los arcángeles? No, era los quejidos de Amane que estaba detrás de él observando la escena que tenía delante suyo.
-Nene, nuestro invitado quiere pasar- más que un comentario parecía una queja, rompiendo toda la atmosfera que se había creado.
-Disculpe- se hizo aún lado, dejándolos entrar- Soy Nene, he sido compañero de Yugi, un placer conocerlo.
Se inclinó a manera de reverencia.
"¿Yugi? Jamás me llama por mi apellido" Se quejó interiormente mientras miraba con recelo como la cola de Nene se agitaba como la de un perro que estaba eufórico, gruño una vez más de manera más evidente sin que se diera cuenta. Sabía que traerlo podría causar problemas, pero no "este tipo de problemas"
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Expediente N
FanfictionAmane Yugi es investigador en uno de los proyectos que revolucionará el mundo o eso es lo que piensa. Su mundo está próximo a derrumbarse y solo le quedará una pequeña esperanza a la que aferrarse: sujeto "N" Inspirado en el especial de Halloween de...