12-Tan salvajes como civilizados

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Escila y Orión escalaron un árbol pequeño para esconderse entre sus ramas. Quimera pasó a su forma espiritual, se alejó un poco de sus compañeros y comenzó a rugir (León), balar (Cabra) y silbar (Serpiente) a todo pulmón. Una serie de aullidos y ladridos de hizo escuchar desde la distancia y se hizo cada vez más fuerte conforme transcurrían los segundos. El Tricéfalo siguió gritando tan fuerte como era capaz hasta que fue rodeado por Lobos con el mismo tamaño que las Mormos. También había humanoides Promedio con cabezas y colas de Perro. Estaban completamente cubiertos de pelo y tenían garras afiladas en manos y pies.

—No es comible —dijo con decepción uno de los Lobos al ver que la presa a la que le seguía la pista no era más que un espíritu sobrenatural.

—Lamento no ser lo que esperaban —le dijo Quimera—. Me llamo Quimera y provengo de una ciudad llamada Axis.

—No nos importa —dijo un Hombre-Perro—. Aléjate de nuestro territorio o te vamos a corretear entre todos hasta que abandones esta región.

—Esas son palabras muy osadas considerando que un más que posible esbirro de Cinocéfalo está amenazando al avatar de una criatura mucho más grande que él —replicó Quimera—, que además puede convertirse en algo todavía más grande y acabar con toda su manada en un dos por tres.

—Detente ahí —le dijo Escila desde el árbol, llamando por un momento la atención de los cánidos—. Recuerda que eres un diplomático. Sé educado, no un buscapleitos. Empieza de nuevo.

—¿Cuánto crees que puedes durar contra todos nosotros antes de que se agote el tiempo a tu hipotética forma superior? —le preguntó otro Lobo al León en tono desafiante. Él y sus compañeros estaban dispuestos a ser menos pacíficos que Quimera con tal de demostrar su superioridad.

—Esperen —exclamó Escila, bajando del árbol. Los cánidos retrocedieron un tanto desconfiados—. Nadie está aquí para pelear. Venimos en son de paz para advertirles de un futuro evento que irremediablemente afectará a su manada por el solo hecho de tener formas espirituales.

—¿Y cuáles son los detalles de ese evento? —preguntó un segundo Cinocéfalo.

—Hay una guerra entre tres facciones y sus cabezas se están dividiendo el mundo —resumió Orión—. Imaginen las legiones de avatares y esbirros más grandes que alguna vez hayan visto en sus vidas, multiplicado por un millón...

—Y ustedes vienen en nombre de una de esas tres cabezas para reclutarnos, ¿verdad? —dedujo un tercer Lobo.

—Pretendemos lograr que nos respaldemos mutuamente antes de que el menos <<gentil>> de los tres líderes venga a reducirlos a meros lacayos —afirmó Quimera.

—¿Podemos hablar con el Consejo Canino? —le preguntó Escila a los cánidos—. Estoy segura de que les interesará llegar a un acuerdo con nuestro alcalde por el futuro y bien de su manada.

—Lo dudo mucho —dijo un tercer Cinocéfalo, mirando a sus congéneres—, sin embargo, y en caso de que estén diciendo la verdad, debemos actuar pensando en lo mejor para la manada.

—Que los Cinocéfalos les quiten todo lo que traigan encima —dijo un cuarto Lobo.

Quimera regresó a su forma humana y entregó su mochila de viaje pacíficamente a los humanoides que hasta hacía unos segundos se desplazaban a cuatro patas. Orión bajó del árbol y siguió su ejemplo junto a Escila.

—Si intentan algo indebido, nos los comeremos vivos —advirtió un quinto Lobo—. No bromeamos. Nos inclinamos más por nuestras naturalezas caninas que por las humanas.

Quimera: Segundo Libro de Las Guerras de TabulaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora