Quimera pasó a su forma regular, Escila a la inferior y Orión a la humana. El Gigante y la Ninfa se sentaron en el lomo del felino (tuvo que dejar a su cabeza de Cabra mirando hacia el lado para no molestar tanto a sus pasajeros), que inició un suave trote por el campo de batalla, buscando a un oponente que sus compañeros pudieran rematar con sus armas de cristal.
Dos humanoides Promedio estaban dentro del alcance visual de Escila y Orión. El primero tenía cabeza y cola de Toro, estaba cubierto de pelo del cuello para arriba y de la cintura para abajo y tenía pezuñas en lugar de pies. Sujetaba una enorme hacha transparente de doble filo.
El segundo era una hermosa mujer con enormes cuernos blanquecinos y curvos en su cabeza, cabello rojo muy largo, ojos de reptil, enormes alas y una larga cola de Dragón en su espalda. Sus brazos y piernas eran muy musculosos y estaban cubiertos de escamas verdes. Tenía un tridente de cristal marrón. Vestía un bañador negro hecho a su medida.
—Si esa tipa es una Súcubo, pido enfrentarme a ella —exclamó Orión en el acto.
—Soy la Drakaina-De-Escitia —aclaró la Mujer-Dragón—, la Reina de Escitia. También soy conocida como Hora, una Diosa Menor de la Tierra.
—¡Y yo soy...! —decía el Hombre-Toro.
—El Minotauro —interrumpió Escila—. Eso lo saben todos.
—Pero lo que pocos saben es que mi espíritu era llamado Asterión antes de nacer y hacerle saber al mundo que era un Monstruo en lugar de una persona —aclaró el Minotauro.
—¿Y quién es el tercero? —preguntó Quimera.
—¿El tercero? —preguntaron Escila y Orión.
—Mis cabezas de León y Cabra no pueden verlo porque está camuflado como Predator —informó Quimera—, pero las serpientes tienen visión térmica. Sé que está quieto, observándonos a una distancia media entre nosotros y sus compañeros de equipo.
—Buena observación —dijo una voz fría.
Delante de Asterión y Hora se manifestó una distorsión multicolor que de a poco fue haciéndose cada vez más nítida y definida. Parecía una especie de Lagarto tan grande como el Neade-Megalania, llegando a los veintiocho pies de largo (incluyendo cola). Tenía tres largos cuernos que recordaban un poco a los de algunos camaleones, aunque también tenían ligeros toques de Neade-Triceratops, toro y rinoceronte. Sus cientos de dientes eran largos y estaban curvados hacia atrás como si fueran garfios de hueso.
—No puedo identificar a esta bestia —le dijo Quimera a su escolta.
—Yo tampoco —admitió Escila.
—Soy el Odontotyrannos —aclaró el Camaleón—. O lo que es lo mismo: El Tirano-Dentado.
—Tus dientes no son la gran cosa —le dijo Orión.
—Pero de todos modos siguen siendo los más letales entre la familia de los lagartos —replicó el Tirano-Dentado.
—Sujétense bien —le dijo Quimera a sus pasajeros cuando los tres cornudos dieron un paso en su dirección.
El León emprendió la carrera para que los tres espíritus enemigos no le atacaran en conjunto. Hora alzó el vuelo, el Tirano-Dentado volvió a camuflarse y el Minotauro Asterión persiguió a Quimera como una estampida de un solo Hombre(-Toro). La cabeza de Serpiente sujetaba el hacha roja de Quimera en esta oportunidad y miraba por los flancos tratando de encontrar al Tirano-Dentado, que corría y saltaba un poco más rápido y lejos que su compañero humanoide-bovino; por ello no le costaba mucho escapar de la visión térmica de la sierpe.
ESTÁS LEYENDO
Quimera: Segundo Libro de Las Guerras de Tabula
FantasiaLuego de sufrir una humillante derrota cerca del final de un evento masivo, el avatar de la Quimera empieza de mala gana su primera misión como emisario de Axis. Junto a sus dos compañeros de equipo deberá recorrer la región de Ferus para reclutar a...