El trío continuó marchando en sus formas espirituales solo para auxiliar a sus protectores caninos en caso de que estos se encontrasen en dificultades que estaban más allá de sus capacidades. Ambos equipos se vieron obligados a colaborar en repetidas oportunidades; en específico, cuando tenían que neutralizar a los demás miembros de la manada canina que habían elegido cambiar de bando. En cuestión de unas cuantas horas, la mayoría de los avatares y esbirros desertores habían terminado inconscientes luego de una cruenta batalla, bastante similar a la que los aliados de Zeus tuvieron contra Licaón y sus compañeros.
Cerca del punto en donde las tres legiones convergían había lo que parecía ser una Hidra-De-Lerna a una escala mucho mayor. Se trataba de un Dragón-Terrestre con cien cabezas disparando cincuenta orbes de fuego y mordiendo a cincuenta enemigos voladores al mismo tiempo. Sus patas y torso estaban más dañados que sus cabezas, más sus heridas se cubrían de tejido cicatrizado en cuestión de segundos, como sucede con los reptiles, cuyo proceso de regeneración era superior al de los demás vertebrados.
—Ese es Ladón —dijo Quimera—, el Dragón-De-Las-Hespérides. El último Hijo de Tifón que nos faltaba por ver... Creo.
Orión regresó a su forma humana.
—Esta va a ser sin duda la bestia más peligrosa que he derrotado en toda mi existencia —dijo, preparando su rifle de francotirador.
—No hay forma en que tu rifle le gane —le dijo Escila.
—Yo creo que hay esperanza mientras le dé varias veces a la cabeza con la costra más grande —replicó el Cazador—. Le meteré todas las balas que pueda antes de que desarrolle otra coraza de escamas. Destruiré su cerebro de a poco sin importar cuanto tiempo me tome.
>>Mantengan a todos los enemigos que puedan lejos de mí en lo que asesino a Ladón.
La manada de cánidos se unió a la batalla contra Ladón. Quimera y Escila se quedaron custodiando a Orión, que estaba buscando la cabeza más dañada con la mira telescópica de su rifle.
Hacia ellos llegó una Esfinge-Etíope (no tenía ni alas de ave ni cola de serpiente) y lo que parecía ser una Doncella-Dorada que tenía más de Estatua que de Robot. Sujetaba un sable de cristal gris.
—Te dije que había otro tipo con un arma de fuego de largo alcance en las cercanías —le dijo la Mujer-León a su compañera.
—No permitiremos que ataquen cobardemente a Ladón —dijo la Estatua de Oro.
—Ustedes son solo dos y quieren encargarse de los que tienen armas de fuego —dijo Quimera—, lo que me lleva a suponer que son las compañeras de equipo de Ladón, ¿verdad?
—Adivinaste —dijo la chica de Oro.
—¿Qué clase de Autómata eres tú? —le preguntó Escila a la Chica de Oro.
—No soy una Autómata —replicó ella—. Soy la avatar de Zoe, la Princesa de Frigia e hija de Midas, el Rey que convertía en oro todo lo que tocaba..., incluyendo a su familia.
Otra transmutada que no está entre los habitantes mencionados por Cipariso, pensaron Quimera y Escila.
—Si piensan que conseguirán tiempo para atentar contra Ladón —dijo la Esfinge-Etíope a los protectores del Cazador—, están muy equivocados.
—No van a evitar que matemos a Ladón —afirmó Quimera. Miró a Escila y ambos asintieron.
Orión colocó a su lado todas las cajas con municiones de las que disponía y preparó su rifle. Quimera, todavía sin la disposición de usar orbes elementales o su forma superior, corrió hacia la Esfinge-Etíope para luchar de la forma más primitiva posible y en verdadera igualdad de condiciones (en realidad creía que tenía una mayor oportunidad de sacarle ventaja a una Esfinge mientras esta no tuviera alas). Escila pasó a su forma inferior con la intensión de hacerle creer a Zoe que lucharía usando únicamente su florete y la agilidad de un cuerpo humano.
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Quimera: Segundo Libro de Las Guerras de Tabula
FantasíaLuego de sufrir una humillante derrota cerca del final de un evento masivo, el avatar de la Quimera empieza de mala gana su primera misión como emisario de Axis. Junto a sus dos compañeros de equipo deberá recorrer la región de Ferus para reclutar a...