Mi Pesadilla

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Estaba oscuro, húmedo y sentía frío, no sabía dónde estaba, pero de algo estaba segura, era ese tipo de lugares  que no te agradan, que lo sientes en el pecho y es incómodo , no te permite respirar ni aun que lo intentes.

Solo escuchaba  el eco de una voz, molesta sin dudar, sonaba tanto que mi cabeza quería explotar ...

"Eres una inútil "

"Eres una decepción" 

"Eres gorda" 

"Das lastima" 

"Eres asquerosa" 

"Eres fea"

Me atacaban esos pensamientos fulminantes que herían mucho, dolían como agujas en mi pecho, clavados tan adentro que parecía que no valía nada, era frágil como porcelana mi sentir y a nadie le importaba qué tan bajo estaba por caer. Cerré mis ojos hinchados, sentía mi palpitar y respiración funcionando bien que no encajaba con lo que me pasaba arriba, en mi cabeza, ahí era un caos. De pronto, mis ojos perciben luz  y lo que parecía no existir  empezó a tomar forma. Grandes edificios se empezaron a mostrar ante mi, todos con un color tan monótono y sin chiste, el viento golpeaba mi rostro y enchinaba mi piel. Me acerqué al abismo, por lo que vi  en dónde me encontraba, en la azotea de un edificio  con una altitud aproximadamente 30 pisos.

Estaba aterrada, mis miedos  fluían y salían de mi como si no tuviera nada que los reprimiera otra vez, no esa satisfacción, nada gratificante permitía que eso se mantuviera escondido en lo más recóndito de mi ser. Entonces esa imágenes de personas, esos pensamientos odiosos continuaban presenciándose como un torbellino.  

"Eres inútil, eres un animal "
"Eres horrenda" 
"Das asco "
"Eres un bicho raro"

Me empujaban para caer por el precipicio, ponerle fin a mi vida parecía ser lo que querían, pero yo aún no estaba lista.  

"¡Ya conozco mis defectos! ¡Déjenme! No necesito que me los recuerden". Grité  desde lo más fondo que pude de mi ser. 

Me agaché nerviosa, trataba de aferrarme al suelo como si hubiese algo que impidiera caer en un vacío... Me resigné y  comencé a arrullarme esperando el mejor consuelo que podría darme, me abracé fuerte y lloré, esas lágrimas de dolor que no quieres detener porque ya no sabes que hacer y es la única manera que ves para desahogarte del mal rato.  

Solo no quiero recordar lo malo de mi, todo eso lo sé y  cada día me juzgo por ello.


Mi frente sudaba y mi frecuencia cardiaca había aumentado, parecía que quería salirse de mi pecho. Mi boca se encontraba seca, así que me levanté de mi cama y caminé hacia mi buró, tomé el vaso de agua que había dejado antes de irme a dormir. 

"Idiota pesadilla". Pensé. Esa basura de pensamientos aún continuaban atormentándome cada día de mi desagradable vida. Regresé a la cama y miré el reloj. 3:46 a.m. ¡Carajo! Que fea hora para despertar. Me tapé con la cobija, esperando a conciliar el sueño y lo conseguí.  


Alisson (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora