༒5

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El ambiente en Fantesha era el usual, música movida, clientes ansiosos por algo de diversión mientras tomaban alguna bebida adulterada que vendían en el lugar.

Siempre había sido así, las personas gastan más cuando no se encuentran en sus cinco sentidos y son persuadidos por la lujuria.

Les era fácil a los prepagos del lugar estafar a uno que otro hombre. Al otro día podían amanecer con su tarjeta sobre girada, ¿pero qué podían decir?... ¿Qué habían sido timados al emborracharse y pagar por sexo?

La mayor ganancia siempre se la llevaba Seungri, su lugar, sus reglas, nada pasaba en Fantesha sin que él lo supiera... y la estafa solo era uno de sus muchos negocios en el club.

Jimin llegó a Fantesha yendo directo a los vestidores, Ari e Irene lo miraron sorprendidas de que estuviera ahí, ya había pasado más de una semana, pero era pronto para que regresara a trabajar.

—Hola, chicas —saludó sin emoción.

Su mente aún estaba divagando en lo de hace unos minutos. El rostro decepcionado de Hoseok al decirle que no podía estar con él, le había dolido en el alma, pero era lo mejor, así podría al menos mantenerlo a salvo.

—¿Seungri sabe que vas a trabajar así? —Irene preguntó acercándose a él.

—En realidad he venido a verlo para que me deje trabajar, necesito dinero —explicó.

—De que te preocupas si él te mantiene ¿no? —Ari comentó con reproche mientras se maquillaba frente al espejo.

—Oye, es algo que no te importa. —Irene salió a su defensa, pero Jimin la tomó del brazo para que no dijera nada más, no necesitaba a nadie para que lo defendiera.

—No sabes nada de mi, Ari. Si Seungri me tiene aquí es porque mi padre me vendió con él cuándo tenía 13 años y necesito trabajar para pagarle esa deuda. Si fuera libre como tú lo eres, créeme que esto sería en lo último que yo trabajaría. —Ari se quedó muda al escucharla. Algo sabía de eso, pero jamás lo había creído, hasta ahora que lo escuchaba de su boca y no pudo imaginar lo que él había vivido desde entonces—. Irene, ¿Está Seungri en su oficina?.

—Salió, pero no creo que tarde. —Asintió y miró por última vez a Ari la cual le devolvió el gesto, apenada por lo que había dicho. No se desquitaría con ella, no tenía la culpa cuando no sabía la verdad absoluta.

Jimin entró a la oficina de Seungri mirando la puerta púrpura de la habitación continua, esa donde tantas veces había sido "Castigado" por él. Un escalofrío recorrió su cuerpo al recordar la última vez que estuvo ahí.

—Vaya, vaya, ha regresado mi prepago favorito. —Seungri entró altanero mirando a Jimin feliz—. Te dije que te tomaras tu tiempo. —Bajó la voz levantando suavemente su mentón.

—Quiero trabajar...

—Mira ese rostro, si no fueras tan desobediente no te hubiera pasado nada. —Sonrió con malicia y se alejó de él—. Aún puedo ver el moretón, sabes bien que a los clientes no les gusta la carne golpeada así que, no, no puedes trabajar —dijo esta vez serio.

—Pero... puedo esconderlo con maquillaje —Jimin objetó—. Necesito trabajar.

Seungri alzó un dedo y Jimin se calló.

—Aún no olvido lo que hiciste. —Lo miró mal—. Así que estarás en los cubículos... con cuota mínima.

Jimin bajó la mirada y asintió, no podía objetar o seguramente haría que trabajara sin cuota.

—¡Ya! A trabajar. —Señaló la salida sentándose en su silla.

Seungri observó como Jimin salió de su oficina y sonrió. El pobre chico no sabía lo que estaba por venir, él estaba más que encantado de cuidar de su prepago y de quitar a cualquiera que se interpusiera a ello.

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