༒30

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Capítulo fuerte, +21 se recomienda discreción.

Amaneció y la sirena de la cárcel resonó, despertando a todos los reclusos. Seungri se levantó y siguió las indicaciones del guardia, pero apenas salió de su celda, fue abordado por otros presos.

—Hola, Cenicienta, aquí está tu príncipe que te hará feliz.

Las burlas lo rodearon, lo arrinconaron y comenzaron a empujarlo, aumentando las burlas. Se sentía impotente, sin poder hacer nada. Los guardias tocaron sus silbatos y ordenaron dispersarse, la única forma de que lo dejaran en paz.

Seungri todo lo había comprado con su dinero sucio, pero ahora que perdió todo al ser acusado de los delitos de pederastia y prostitución, ya no podía comprar más su seguridad, y ahora sabría que era sufrir en la cárcel.

Al llegar al comedor se encontró con una mesa vacía. Tomó su bandeja de comida y se sentó allí, mientras los demás presos lo observaban y se burlaban a sus espaldas.

De ser conocido como un gran líder, ahora estaba reducido a la nada. Casi terminó de comer cuando un hombre alto, calvo y tatuado por todas partes se sentó frente a él y lo miró fijamente.

—Hola, princesita, así que eres Seungri. Quería presentarme y decirte que aquí yo soy el dueño de las prostitutas, y a ti, te escogido como mi puta. Ja, ja, ja. Seguro que eres delicado. Ja, ja, ja, ja.

Los demás presos conocían la maldad y sadismo de Jack. Llevaba 12 años en la cárcel por homicidio y tenía su propio grupo de seguidores que le temían. Los amigos de Jack se reían ante el destino que le esperaba a Seungri.

Seungri simplemente lo observó, sin pronunciar palabra, solo pensando en el infierno que le esperaba en esa cárcel. El miedo empezó a recorrer su cuerpo. Sonó el timbre y todos se levantaron para salir al patio. Jack agarró a Seungri del cuello y lo empujó.

—Vamos, putita, acompáñame, sigue caminando. —Seungri intentó zafarse, pero el agarre de ese gigante no lo permitió.

Lo sacudió riéndose, mientras los demás se burlaban. Jack se sentó en una banca junto a él y todos se sentaron en el suelo, rodeándolos.

Jack acariciaba el cabello de Seungri y lo tocaba mientras, este tensaba su rostro. Las risas eran estridentes y llamaron la atención de los demás presos.

—Tú decides si este lugar será tu infierno o tu paraíso, mi linda nenita. Mmm, qué piel tan tersa tienes. —Le pasó la lengua por la mejilla y dijo—. Mmm, qué rico estás... muero por probarte. Eras alguien muy poderoso por lo que tengo entendido, pero aquí no eres nadie... serás mío. —Jack le advirtió.

Seungri estaba asustado, ese hombre era un gigante, un animal enorme, tenía miedo, tenía terror. Iba a ser abusado. Lo iban a usar como él lo hacía con esos hombres y mujeres vírgenes que secuestraba para hacerlos trabajar en sus prostíbulos.

Su cuerpo comenzó a temblar, en ese mismo momento el mastodonte notó esa reacción y lo atrajo para abrazarlo.

—¿Estas temblando mi amor? Oh vaya no tengas miedo, te voy a cuidar, te voy a dar lo que tengo, sé que te va a gustar princesita.

Jack lo alzó y lo cargó en su espalda y Seungri temiendo lo peor comenzó a gritar, pero todos se hicieron de oídos sordos, pues temían al mastodonte.

Llegaron a los baños y entraron, dos se quedaron vigilando, para que nadie fuera a entrar y otros dos se quedaron en la entrada del baño para impedir la salida de la víctima.

Al estar adentro, Jack lo bajó y lo arrinconó contra la pared reclamando airado.

—Eh escuchado que quieres una celda privada ja, ja, ja bien... bien, pero tú no te vas de mis manos sin haberte estrenado princesita, pensaba hacerlo después, pero estas tan ansioso que te voy a dar el gusto.

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