༒4

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Hwasa era la chica ruda y la más veterana en el club. Era respetada por todos allí, no solo por su trayectoria sino por la forma en la que se había ganado la confianza del jefe.

Seungri le encargaba todo lo que tuviera que ver con las chicas y los chicos nuevos. Conocida por su carácter fuerte y su mirada penetrante se había ganado el apodo de la Loba.

Jimin había llegado al club hace más de 6 años, fue ese día donde Hwasa conoció al inocente niño de apenas 13 años que había sido vendido por su padre.

Inmediatamente, Hwasa se vio reflejada en su historia, el inicio de Jimin en el mundo de la prostitución no era tan diferente al de ella.

Al principio no quería demostrarle empatía, trataba de verlo como cualquier otro en el lugar, pero hubo algo en sus ojos que fue ganando su corazón.

No solo lo empezó a cuidar, sino que le pidió a Seungri que lo dejara vivir con ella, alegando que así podría tenerlo más vigilado.

La realidad era que Hwasa quería poder cuidar de él cuando la situación lo ameritara, aún que no siempre podía salvarlo de las garras del demonio...

Hwasa miró sobre el hombro de Seungri abriendo los ojos con alarma. En su cama ya hacía su pobre amigo desnudo y con un moretón en el pómulo.

—Se pasó de listo y tuvo su merecido —dijo Seungri prendiendo un cigarrillo como si nada—. Llévatelo, con esa cara no podrá trabajar hasta que desaparezcan los moretones.

Hwasa caminó hacia la cama y al llegar a su lado peinó con delicadeza el cabello rubio de Jimin. Escuchó como empesaba a sollozar en silencio y el corazón se le partió en dos.

—Perdóname... —dijo avergonzada.

Si tal vez ella hubiera estado ahí nada de eso hubiera pasado, muchas veces lo logró, pudo salvarlo de la furia de Seungri pero esta vez no había sido así.

—¡Vamos!... ¡Largo los dos!, no tengo su jodido tiempo, páralo y llévatelo. Ojalá ahora aprenda que no debe de desobedecerme. —Seungri sonrió y miró con malicia a ambos chicos mientras se ponía la camisa.

—Vamos Jimin. —Hwasa trató de levantarlo poco a poco hasta que paró sus movimientos viendo con alarma su labio herido. —Joder ¿Qué hiciste para que te golpeara de esta forma? —preguntó preocupada.

Jimin no respondió. No tenía las fuerzas para hacerlo. Salieron del club directo a su departamento, Jimin había estado callado por el resto del camino, mirando por la ventanilla del auto. Preguntándose cuando sería el día en que se terminara su sufrimiento.

Subieron por las escaleras, solo quería dormir y jamás despertar, pero no era tan simple como eso cuando la voz del chico dulce del apartamento 5A lo hizo detenerse, evitando a toda costa verlo directo a los ojos, se avergonzaba de su estado y se quedó de espaldas mientras Hwasa lo sostenía del brazo.

—Hola... —Jimin le contestó el saludo en un susurro.

Hoseok frunció el ceño cuando le pareció muy extraña la actitud que estaba adoptando, ni siquiera lo miraba o se alegraba de verlo como otras veces. Pero eso no lo detuvo y nerviosamente empezó hablar.

—Solo quería saber sí... tú... querías ir a tomar...

—No.

—¿No? —preguntó desanimado.

—Ahora no puedo, tal vez después. —Jimin empezó a caminar dejando a Hoseok sumamente interrogante. ¿Había dicho o hecho algo malo? O ¿Era a caso que el ya no le agradaba?

Jimin se soltó a llorar, Hwasa lo sostuvo con más fuerza mientras seguían caminando rumbo a su apartamento.

—¿Fue él, la razón de que Seungri te dejara en este estado? —Jimin negó.

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