Sr. Y Sra. Whittemore (Saga D.W. 1)

9. Fantasías absurdas.

Annabella

Me deshago en lágrimas desgarradoras, lucho contra el nudo que está en mi garganta que no me deja respirar, los sollozos son espinas que me rompen el pecho y me hacen sangrar. Apoyo los codos sobre mis rodillas, escondo mi cabeza entre mis manos y ahogo un grito de frustración y exasperación, sin saben que hacer.

Entre hipos y lamentos, me arrastro hacia el inodoro y abro la tapa antes de enterrar mi cabeza en el váter para después expulsar todo mi estómago. La garganta me dolía, el pecho se me estaba abriendo en dos, sentía que todo se estaba derrumbando.

Despertar sola, con frío y con el corazón desolado, fue la gota que derramó el vaso. Luego de lo de ayer, después de abrazarnos y besarnos hasta el cansancio, después mirarnos a los ojos y decirnos tantas cosas con la mirada, ¿Tiene el descaro de venir a preguntarme por qué me siento así?

Pero, lo peor de todo, enterarme por mi misma que soy la estúpida más grande de todo el planeta. Que soy la mujer más idiota por conformarme con las migajas de cariño que le da su esposo.

No es su culpa, es mía, completamente mía, por ser así, tan débil e inocente. Por no resistirme a él, por no saber cómo dejar de amarlo.

¿Pero como puedo hacerlo? ¿Cómo dejar de amar a una persona? ¿Cómo? Me encantaría saberlo.

Necesito que deje de doler.

[...]

Me abrazo al cuerpo de Daniela, esa que llegó hace dos horas, esa que llegó a consolarme como siempre. Porque no puedo hacerlo yo misma, como siempre ha pasado.

—Shhh —acaricia mi cabello—. Ya no llores más.

—Ya no se que hacer —susurro con la voz ronca, con los ojos ardiendo por las lágrimas—. Estoy tan asustada, siento que esto no dejará de dolerme nunca.

Ella no me dice nada, solo pasa sus manos por mi cabello. Es su hermano, ella podrá apoyarme, pero él estará primero y no la culpo por hacer aquello.

—Siento que no pertenezco a ningún lugar —suspiro—. Mis padres me desecharon como si fuera una simple mercancía caducada, mis hermanos no se preocupan por mí, Dominic no hace más que demostrarme que estoy equivocada.

—¿Equivocada? —cuestiona, me alejo de su cuerpo y me pongo de pie—. ¿En qué sentido?

—Él no me ama, y no lo hará nunca...

—Anne...

—Todos esos actos de cariño, esas muestras de ternura, la atención... —negué, queriendo no recordar esos detalles—. Solo son fantasías absurdas que yo misma me hago, él solo lo hace para complacerse, yo lo hago porque soy una estúpida.

—No digas eso —se pone de pie y camina hacia mí, toma mis manos—. Él te ama, yo lo sé, lo conozco, solo es muy orgulloso para admitirlo. Dominic no te tendría aquí, cinco años después de un matrimonio arreglado como una simple garantía... —sacudo la cabeza, no quiero escuchar eso—. Hay algo más, lo sé, Anne, no te des por vencida...

—Estoy en un punto intermedio en dónde no sé en quien confiar —me suelto de su agarre con lentitud—. No sé si confiar en que él solo necesita espacio, ni confiar en mí y en mi poco sentido común cuando él está cerca —me paso las manos por el cabello—. Me estoy perdiendo a mi misma, estoy estancada esperando que el amor surja en un lugar donde no lo hay...

Me acerco a la ventana y pongo mis manos sobre el cristal.

—Hay una delgada línea entre el orgullo y la dignidad —digo—. El orgullo se pierde cuando no quieres perder a alguien a quien amas —la garganta se me aprieta—. Y la dignidad se pierde cuando olvidas tu amor propio por esperar el amor de alguien que no te ama.

Me giro a observarla, sus ojos están llenos de lágrimas.

—Él no va a perder su orgullo por mí —me lamento—. Y yo ya perdí mi dignidad por esperarlo tanto.

Camino lentamente hacia el baño.

—Anne...

—No quiero ser grosera, Dani, de verdad. Te aprecio y te amo como a una hermana —le digo—. Pero ahora no quiero hablar con nadie.

Vuelvo a encerrarme en el baño, como si mi único refugio dentro de mi cárcel, sea este cerrado lugar.

*Lloremos con Anne*

¿Quieren que suba otro capítulo hoy?

Ya saben que hacer.

"🔥"

¡Voten y comenten mucho!