15. Estoy sola.

11.3K 762 47
                                    

Annabella

Me desperté cuando Dominic dejó un beso en mi hombro y otro en mi mejilla, diciéndome que tenía que irse. Lo divisé entre mi adormecimiento y logré despedirme de él como pude, sin embargo, el sueño arrasó conmigo otra vez.

Dormí unas dos horas más, no lo sabía, pero abrí los ojos nuevamente cuando mi estómago rugió del hambre y el calor me llenó de incomodidad.

Gruñí entre dientes y con pereza me levanto de la cama, camino con mucho más cuidado hacia mi habitación. Eso me hace pensar que, ¿Por qué sigo estando en mi habitación si ya solucionamos muchas cosas con Dominic? Aunque, muy en el fondo, sabía que quería tener mi lugar seguro.

Y no, no era pesimista pensar en esto de esa manera, porque luego de todos estos años, debía tener algo a qué atenerme.

Queriendo dejar de pensar en eso, me dispuse a buscar un vestido corto amarillo con estampados azules, luego fui al baño para darme una larga ducha que logró despertarme completamente. Para cuándo terminé de ducharme, me vestí con rapidez, salí de mi habitación y bajé las escaleras a tropiscones.

Pero, cuando estuve a punto de entrar en la cocina, la voz molesta de Dom llegó a mis oídos. Podía escuchar la ira y el desprecio en su voz, se oía molesto, muy molesto. Me quedé paralizada un segundo, intentando descifrar que decía, pero me parecía imposible. Mordí mi labio inferior y di un paso atrás, giré un poco y agudicé mi oído.

Nada.

Luego de unos instantes, otra voz llamó mi atención y el odio junto al rencor en la misma se me hizo demasiado conocido.

Luciano.

Mi corazón se aceleró y como pude, llevé mis pies hacia la puerta del estudio, pero Dean se interpone en mi camino antes de que pueda poner mi mano en la manija plateada.

—No creo que sea buena idea, señora —dice el castaño con una mueca.

—¿Qué es lo que pasa? —susurro escuchando la voz de mi hermano y la de Dominic.

—El señor es un hombre muy condescendiente, y su hermano debería saber que los dobles juegos no son de su agrado.

Responde, dejándome aún más confundida que antes.

¿Dobles juegos?

¿Qué hace Luciano aquí?

—No comprendo que... —mi voz se pierde cuando un golpe seco me sobresalta y me asusta bastante.

Quito el brazo que Dean tiene frente a mí y abro la puerta ignorando sus palabras, encontrándome con la figura erguida y aterradora de Dominic, y a mi hermano en el suelo sosteniendo su nariz ensangrentada.

Ahogo un jadeo con mis manos e intento acercarme a mi esposo, pero este se aleja negando, como si se estuviera conteniendo.

—¿Qué demonios está pasando aquí? —cuestiono anonadada.

Intento observar el brillo oscuro de los ojos de Dominic, buscando algún indicio que me diga lo que ocurre. Pero Dom solo se acomoda su camisa blanca que está manchada de la sangre que sale de sus nudillos.

—Que tu marido es un salvaje, eso pasa —gruñe Luciano—. ¿Así reprendes a mi hermana cuando habla más de la cuenta?

—Maldito infeliz...

—¿Es en serio, Anne? —ríe mi hermano con cinismo—. ¿Te conformas con ser la puta de este imbécil para que te golpeé?

No, él no pudo haber dicho eso.

Sr. Y Sra. Whittemore (Saga D.W. 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora