23. ¿Qué era eso que querías mostrarme?

9.1K 709 57
                                    

Dominic

Dubái, Emiratos Árabes Unidos.

Quince horas y veintiocho minutos después estábamos subiendo al auto que nos llevaría al hotel. La diferencia de hora no parecía afectarle a Annabella, quién se la pasó todo el vuelo hablando con Daniela por teléfono, lo que resultó una buena idea después de todo. Y entonces pienso, debí haberle dado ese aparto desde hace mucho, me habría ahorrado demasiadas discusiones.

—¿Dom? —me llamó, haciendo que observara sus grandes ojos azules—. ¿Cuánto tiempo nos quedaremos?

—Una semana, solo tengo que cerrar el trato —asiente, el auto se detiene y Armand es el primero en bajar—. Vamos.

Armand abre la puerta para Annabella para después llevarse el auto nuevamente, rodeo el auto para llegar junto a la rubia, que está a un segundo de sufrir un aneurisma.

—Dios —susurra observando el hotel—. Esto es...

—Gigante, sí —ella sonríe, una hermosa sonrisa de felicidad.

—Es hermoso, ¿Por qué nos quedaremos tanto tiempo?, Creí que solo debías tener una reunión —pregunta, curiosa como siempre.

—Tómalo como; la luna de miel que nunca tuvimos —ella achina los ojos y sonríe.

—No quisiste tener una, fue tu culpa —me recrimina.

—Te odiaba, no voy a mentir.

—Sí bueno, yo también —se encoge de hombros, quitándole importancia—. Ahora solo te tolero un poco.

Arqueo una ceja, ella parpadea inocente.

—¿Me toleras?

—¡Estoy bromeando! —se lanza sobre mí, rodeando mi cuello con sus manos, me besa castamente—. Sabes que te amo.

—Sí, bueno, digamos que yo también lo hago, pero solo un poco —sacude la cabeza con diversión y desvía sus ojos de los míos un segundo, pero su expresión se transforma a una colérica—. ¿Qué ocurre?

—¿Qué hace ella aquí? —sisea entre dientes, alejándose de mí como si el simple hecho de estar cerca le quemara.

Miro por sobre mi hombro como Susan junto con Natasha bajan de un taxi.

Mi mandíbula se aprieta, vuelvo mi vista hacia Anne, quién está roja de la rabia.

—Es trabajo, Annabella, no es lo que crees —le digo.

—¿No es lo que creo? Tu secretaria, quién también era tu maldita amante está aquí, ¿Qué quieres que piense? —gruñe, su nariz adquiere un tono rosado.

Sí, tiene un punto, pero no es importante.

—Eso se terminó hace tiempo, no tiene que preocuparte —doy un paso hacia ella, sin embargo, retrocede—. Annabella...

—Si no me explicas en este mismo instante que demonios sucede aquí, soy capaz de tomar un puto taxi, ir al aeropuerto y volver a casa, te lo juro —dijo con demasiada rapidez, logrando que la rabia explote en mi sistema—. Sabes que soy capaz de hacerlo, Dominic, así que habla antes de que lo haga.

—Tú misma lo dijiste —espeto—. Es mi secretaria, se encarga del papeleo junto con Susan, apenas se cierre el contrato ambas volverán a Australia, y tú y yo nos quedaremos.

Se cruza de brazos, frunce el ceño y parpadea, entonces me doy cuenta de que está luchando contra las lágrimas. Esto le afecta, me siento el hijo de puta más grande de la Tierra por haber hecho lo que hice, sin importar el tiempo.

Sr. Y Sra. Whittemore (Saga D.W. 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora