AnnabellaMe despierto desorientada, sin saber el país en dónde estoy y mucho menos en el año en que vivo. Me apoyé sobre mis codos y miré toda la habitación, parpadeando hacia la luz brillante que entraba por las ventanas.
Estaba sola.
Me volví a recostar sobre las almohadas, miré hacia la mesita de noche y tomé el teléfono junto con una pequeña hojita.
Tuve que salir temprano, debo cerrar el trato hoy.
El resto de la semana será para nosotros, lo prometo.
No salgas sola, tendré un ojo sobre ti, recuérdalo siempre.
Te amo.
Dominic.
Sonreí ante lo mandón que podía ser hasta en una nota, suspiré y miré la hora, eran las diez de la mañana, necesitaba salir y despejarme. Salté de la cama y fui directamente al baño, para una larga ducha. Para cuándo salí, me puse una camiseta negra con el logo de Marvel y unos shorts de mezclilla talle alto, mis Converse negras y me recogí el cabello en un moño desordenado. Me puse unas argollas redondas y saqué a relucir mis lentes de sol.
Tomé un pequeño bolso y guardé lo necesario, lo que consistía en: el teléfono, la tarjeta American Express Centurion que Dominic dejó para mí, a la fuerza, por supuesto, y la tarjeta de acceso de la habitación.
Salí y me encontré con Víctor al final del pasillo, y supuse que Bill se había ido con Dominic esta mañana.
—Hola, Víctor —le sonrío, él asiente a modo de saludo.
—Buenos días, señora.
—¿Sabes hablar árabe, Víctor? —le pregunto cuando estamos en el ascensor.
—Lo más básico.
—Bueno, yo no —me lamento—. Eso quiere decir que, hoy serás mi asistente de compras.
—A sus órdenes —sonríe divertido.
Y eso hice, lo obligué a hacerle cientos de preguntas a las personas, lo utilicé de traductor, hasta que me dio hambre y fui a desayunar. Conseguí un restaurante australiano, y pedí un desayuno decente, quería comer algo ligero, porque todo aquí era demasiado exótico.
Mientras terminaba mi desayuno, mi teléfono sonó y el nombre de Daniela surcó la pantalla.
—¡Hola, hola! —gritó apenas contesté.
—Hola, Dani, ¿Cómo vas? —le pregunté, pidiendo la cuenta.
—Aburrida, sabes que, si no estoy trabajando, estoy en tu casa... —suspira—. Andrew no me soporta, dice que aburrida molesto mucho.
—No es mentira —reí, ella bufó, me puse de pie y pagué, para después ir a otra tienda.
—No seas mala, sabes que eres mi único medio de entretenimiento, además, Dominic puede ser un gruñón de primera, pero en mejor que nada.
—Dios, eres demasiado cruel con Dom —observo todo a mi alrededor, sintiendo la mirada de Víctor sobre mí, quien me sigue a unos cuantos metros de distancia—. En todo caso, tienes a tu madre, ella siempre te consiente. Y, tienes a Daniel, que no se te olvide.
—¡Ay, no!, A ese ingrato ni lo menciones —gruñó, sonreí viendo un vestido de estampados de girasoles—. Me llama una vez a la semana y me ignora el resto de los días, ¿Qué clase de mellizo es?
—No lo sé, Dani, no tengo hermanos mellizos.
—No hablemos de hermanos molestos, háblame mejor de tu improvisada luna de miel —se burló, me mordí el labio inferior. Mientras leía el envase de un jugo, ni siquiera sabía que era, pero olía delicioso y lo tenía que comprar.
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Sr. Y Sra. Whittemore (Saga D.W. 1)
RomantikCOMPLETA Brindemos por lo que tú y yo sabemos, y por lo que nadie se imagina. Fuimos ese secreto que estuvo oculto en nuestras sonrisas. Fuimos nada, pero cuando estábamos juntos y solos, lo fuimos todo. Fuimos eso que nos mantuvo con vida y nos qui...