13. Obstáculos que se presentan.

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Annabella

Abro los ojos cuando el calor me invade por completo y tengo que removerme para buscar comodidad, pero es imposible. Gruño frustrada y reuniendo toda mi fuerza de voluntad me siento, y suspiro. Abro los ojos y enfoco las cortinas azules cubriendo las ventanas, pero eso no evita que la luz entre a la habitación.

Estiro mis brazos y me pongo de pie, camino con desgana hacia la puerta y salgo al pasillo. Veo todo borroso, pero intento permanecer contra la pared para no caerme. Suelto un bostezo cuando abro la puerta de mi habitación e ingreso a la misma, pero mi intento por permanecer ilesa se va al traste cuando me tropiezo contra la mesita que está junto a la ventana y mi muslo derecho es el que recibe todo el golpe.

Suelto un alarido de dolor que me deja sin respiración, me froto la pierna con la mano en un vago intento de calmar el dolor. Cuando doy un paso hacia adelante, algo se clava en la planta de mi pie, y para mí desgracia, reconozco el sonido de lo que se acaba de romper.

—En la mismísima mierda —gruño y me agacho para recoger mis anteojos, o lo que queda de ellos—. ¿Es en serio, Annabella Whittemore?

Me pongo de pie otra vez y camino hacia el baño. Lanzo el resto de los lentes sobre el lavamanos y me quito la camisa de Dominic por encima de la cabeza, y si antes estaba dormida, ahora estoy completamente despierta.

Ahogo un grito al ver mi cuerpo, me quedo boquiabierta al observar mi anatomía. Los dedos marcados en mi cadera, los chupetones en mis pechos y los mordiscos esparcidos por mi piel.

¡¿Pero qué demonios pasa con Dominic Whittemore?! ¡Está demente!

Entonces me percato de la ligera molestia en mi entrepierna, en el cuero cabelludo y lo que más me molesta es que estoy completamente satisfecha por ese hecho. Me paso las manos por el rostro, sintiéndome sonrojada.

Es inexplicable lo que me pasa cuando estoy con él, mi cerebro deja de enviar órdenes a mi cuerpo y el poder que Dom tiene sobre mi toma el control sobre mi cuerpo. Dejo de pensar en todo lo que hay a mi alrededor y un magnetismo me atrae hacia él como si fuera lo único seguro. Es una dulce tentación la que se hace presente cada vez que estamos juntos y solo nuestro deseo y lujuria toman posesión de nuestros actos.

[...]

Me pongo las lentillas transparentes en mis ojos y parpadeo varias veces para que las mismas caigan en su lugar. Me observo al espejo, hace bastante tiempo que no usaba estas cosas y ahora me da un poco de miedo que se me irriten los ojos.

Me vestí con rapidez con un short de mezclilla y una camisa de tirantes color rojo, mis zapatillas de piso y me recojo el cabello en una coleta.

Salí de la habitación y bajé las escaleras para ir a la cocina, dónde, para mí sorpresa, estaba mi cuñada.

—¡Buenas, buenas! —dice apenas me ve.

—Hola, ¿A qué se debe el buen humor? —beso su mejilla y me siento en el taburete junto a la barra.

—Tengo excelentes noticias... —frunce el ceño y acerca su mano a mi pecho para presionar uno de los chupones que tengo en el cuello—. Diablos, niña, ¿A ti qué demonios te pasó?

—Digamos que nuestro plan maestro resultó mejor de lo que esperábamos —respondo.

—Pero, cariño, ¿Estaban follando o se estaban matando? —suelta una risita.

—Ambas, creo que su espalda quedó peor —suspiro, apoyo mis codos sobre la encimera y dejo caer mi barbilla en mis manos.

—¿Y tus anteojos? —cuestiona.

Sr. Y Sra. Whittemore (Saga D.W. 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora