Annabella
Para cuándo me despierto, la decepción me aborda en cuestión de segundos, y no me sorprendo al encontrarme totalmente sola en la cama. Lo esperaba, pero el mal sabor de boca no me lo quita nadie, la garganta comienza a dolerme cuando un nudo se instala en ella, y lo único que soy capaz de hacer es apretar más la almohada contra mi pecho y cerrar los ojos con mucha fuerza cuando la primera lágrima cae.
Soy una estúpida, tan imbécil y débil que con un simple roce de labios me pone a los pies de quién dice ser mi dueño. Estoy tan necesitada como para hacer eso, y me da miedo saber que otras atrocidades soy capaz de hacer con tal de obtener un poco de su cariño.
¿Dónde está mi amor propio? ¿Por qué tengo que ser tan masoquista conmigo misma? ¿Por qué me conformo con migajas?
Soy una estúpida, si, eso es lo que soy.
Me levanto de la cama con lentitud, mi cuerpo está entumecido, pero no le presto atención y continúo mi camino hacia el baño. Entro a la ducha y restriego mi cuerpo con fuerza, en un intento vago de borrar sus huellas de mi piel. Pero, ¿De que sirve? Si cuando vuelva, yo estaré aquí, siendo su estúpida esposa. Esa que se entrega a él en bandeja de plata sin ninguna objeción.
Los sollozos se escapan de mi boca sin contemplaciones, el pecho me duele, las ganas de llorar aumentan con el pasar de los minutos. No me entiendo, no entiendo mi vida, principalmente.
Pero este es mi destino, ¿Qué más da?
Rebusqué entre mi ropa y tomé un corto vestido blanco, sencillo y de mangas cortas. Unas zapatillas de piso del mismo color y dejé mi cabello suelto, me puse mis anteojos y ya, no es como si fuera la Miss Universo. Mis ojos estaban irritados, y la punta de mi nariz roja, pero no iba a ocultar mi sufrimiento, era estúpido aparentar ser algo que no soy.
No soy feliz.
Suspiro y salgo del baño, me siento en la orilla de la cama a la espera de que el señor mal humor aparezca y se digne a abrirme la puerta.
Jugueteo con el dobladillo del vestido, pensando en que será de la vida de mis hermanos, de mis padres. ¿Recordarán que tienen una hija? ¿O solo me vendieron a cambio de un poco de dinero para pagar sus deudas?
¿Qué clase de padres hacen eso? ¿Qué clase de familia se olvidan de uno de sus miembros? ¿Cómo existen personas así? ¿Por qué?
Este mundo es una mierda, y, aunque suene descabellado, prefiero mil veces estar encerrada en esta habitación antes de ver cómo las personas dañan a quienes, supuestamente, aman.
La puerta se abre y suelto otro suspiro, me pongo de pie sin siquiera darle los buenos días, camino directamente hacia la puerta, pero él se interpone entre mi cuerpo y la salida.
—Buenos días, dulzura —dice zalamero, mi ceño se frunce.
—Quítate —siseo.
—Buenos días, Anne —repite otra vez.
—¿Haremos esto todos los malditos días? —gruño rodando los ojos.
—Hasta que te canses y me respondas cómo se debe —tira de mi barbilla hacia él, su mandíbula se aprieta al ver mis ojos enrojecidos—. ¿Te sientes bien?
—Perfectamente, ¿Qué no me ves? —espeto quitando su mano de mi rostro.
Sonríe, mi estómago se aprieta.
—Amanecimos de mal humor, ¿Eh? —ruedo los ojos—. Sabes que detesto que hagas eso. —Lo vuelvo a hacer, y le sonrió dulzona—. Baja para que desayunes.
![](https://img.wattpad.com/cover/246695828-288-k873207.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Sr. Y Sra. Whittemore (Saga D.W. 1)
RomanceCOMPLETA Brindemos por lo que tú y yo sabemos, y por lo que nadie se imagina. Fuimos ese secreto que estuvo oculto en nuestras sonrisas. Fuimos nada, pero cuando estábamos juntos y solos, lo fuimos todo. Fuimos eso que nos mantuvo con vida y nos qui...