Annabella
Dos años y siete meses después.
Suspiré muestras observaba la inmensidad de la luna en el cielo, como pocas estrellas tintaban la oscuridad de la noche y como la brisa fresca juega con mi cabello rubio. Cierro los ojos y respiro el aire puro, llenado mis pulmones de oxígeno y de vida.
Mi vientre da una sacudida y una risita se me escapa, pongo mis manos sobre mí enorme panza de siete meses y sonrío de felicidad al saber que mi preciosa nena está creciendo fuerte y muy sana.
—¿Quieres que te siga contando la historia, mi reina Aibyleen? —murmuro, mi bebé vuelve a moverse y tomo eso como un sí—. Después de que casi la vida se me fuera en un suspiro, me di cuenta que a papá no le había pasado absolutamente, que uno de los disparos que sonó aquel día, no fue dirigido a él.
>> El primero en disparar fue Dominic y aquella bala si llegó a su destino, a Alexander, sin embargo, al mismo tiempo, Alexander apretó el gatillo. Solo que, esa bala nunca tocó a tu padre, sino a Jesse, quién dio su vida para salvar la de Dom. Aun no comprendo por qué lo hizo, pensé que él era igual que su padre, que su mentalidad daba para muchas cosas. Sin embargo, estoy agradecida con él, aún y cuando no hizo las cosas bien, si las cosas no hubieran terminado como lo hicieron, no sé qué sería de nosotros.
>> En cuanto a Luciano, él no murió ese día, solo se desmayó por estar tan drogado. Lo llevaron a un centro de desintoxicación para limpiarlo antes de que fuera a la cárcel para cumplir su condena, pero no lo logró. Dos semanas de abstinencia fueron demasiado para él y eso lo llevó a atentar contra su vida, se suicidó y no pudieron hacer nada para salvarlo.
>> Después de todo eso, solo quedó remediar los errores, cumplir con promesas que hicimos y que no pudimos cumplir en su respectivo momento. Solo quedó pedir perdón y perdonar a quienes solo actuaron por impulso y no por voluntad. Solo quedó conocer y crear lazos con personas que, si valían la pena, abrazar a aquellos que nos aman y que amamos. Pero, sobre todo, solo queda vivir cada segundo como si fuera el último.
>> Esa es la historia, amor, esa es nuestra historia.
Aibyleen siguió moviéndose dentro de mí vientre y sabía que tenía hambre, o bueno, yo tenía hambre, luego de la merienda de la tarde, no había comido nada más. Con mucho cuidado me puse de pie y vi la playa frente a mí, observé las olas moverse al compás de la brisa.
Luego de aquel catastrófico día y del mes tan cansado que siguió, decidimos que lo mejor era darnos un respiro, irnos de esa cuidad que lo único que había hecho era traernos desgracia tras desgracia. Nos movimos de lugar, dejando que la playa fuera el lugar perfecto para formar nuestra familia y crear un hogar, uno que nos costó bastante forjar.
Camino hacia la enorme casa frente a mí, tomándome mi tiempo y tratando de no agitarme demasiado. Para estar en mi tercer y último trimestre de embarazo, las cosas van bastante bien, sin embargo, no quiero correr ningún riesgo. Subo los únicos cinco escalones de la pequeña escalera del porche y abro la puerta de la casa. El olor a mantequilla no tarda en invadir mis fosas nasales logrando que mi bebé de un vuelvo dentro de mi vientre y el sonido de la televisión es lo primero que llega a mis oídos.
Voy hacia la cocina, encontrándome con la imagen más maravillosa que he podido presenciar alguna vez: Dominic y Demián, nuestro pequeño hijo. Me acerco con sigilo a ellos, pasando mis brazos alrededor del torso desnudo de mi esposo.
—¿Puedo saber que hacen mis dos chicos favoritos sin mí? —dejo un beso en su espalda y de reojo veo la sonrisa de Dom.
—Lo mismo me pregunto yo: ¿Qué hacen mis dos chicas sin mí? —suelto una risita y dejo un beso en su hombro ante de que se dé la vuelta.
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Sr. Y Sra. Whittemore (Saga D.W. 1)
RomanceCOMPLETA Brindemos por lo que tú y yo sabemos, y por lo que nadie se imagina. Fuimos ese secreto que estuvo oculto en nuestras sonrisas. Fuimos nada, pero cuando estábamos juntos y solos, lo fuimos todo. Fuimos eso que nos mantuvo con vida y nos qui...