Horas antes
Taeyong entró en el local con la esperanza de que hubiese alguna pista que le recordara el nombre del niño al que había ido a buscar, o tendría una muy larga conversación con la recepcionista.
A punto de llegar al escritorio, una voz llamándolo le interrumpió.
- Taeyong – saludó el sonriente chico - ¿me recuerdas? Soy Shotaro, estuvimos hablando en la fiesta de Mark –
Shotaro.
- Claro que te recuerdo – se acercó a él - ¿qué tal estás? –
- He estado mejor – admitió - ¿y qué te trae por aquí? –
- Vine a buscar un libro de cuentos infantiles – explicó – se los leo a Chenle antes de dormir –
Eso era verdad.
- Ya veo – asintió – puedo ayudarte si lo necesitas –
- Por favor –
- Sígueme – indicó caminando al segundo piso de la librería.
- Y, ¿qué tal van las cosas con Jisung? – preguntó casualmente.
El japonés hizo una mueca.
- Creo que se terminó –
- ¿Crees? –
- Yo dije cosas que no debía –
- ¿Qué cosas? –
- No sé si tengas que saberlo – rió incómodo – es algo sobre tu chico –
- Soy todo oídos – a menos de que lo ofendieras, entonces tendré que partir tu cara
- Yo... - suspiró – me sentí celoso de ellos. No sé por qué. Le dije que no le haría elegir, que siempre sería Chenle y no yo –
- Pero ellos... -
- Sé que son amigos, pero no puedo describir la sensación en mi estómago cada vez que habla de él. Sus ojos se iluminan, su sonrisa brilla, me dan ganas de... -
- ¿Vomitar? ¿Matar a alguien? – rió – sí, niño. También me pasó –
- ¿Y cómo lo superaste? –
- No lo hice, pero confío en Lele –
- ¿De verdad crees que ellos no...? –
- Nunca – negó – ni siquiera sé cómo es que piensan que se gustaban. Más bien parecen hermanos de sangre –
Shotaro lo miró en silencio.
- Supongo que tienes razón – se encogió de hombros – pero ahora no sé cómo haré que Jisung me perdone –
- ¿A qué hora termina tu turno? –
- En... - miró su reloj – 10 minutos –
- Vendrás conmigo – palmeó su hombro – te llevaré a donde sé que está –
- ¿Y qué si no me quiere de vuelta? –
- Lleva horas lloriqueando en mi casa. Créeme, te quiere de vuelta –
- Genial – celebró – estoy algo nervioso, pero creo que lo haré bien, ¿cómo me veo? –
- Como... ¿Shotaro? –
- Genial – repitió.
- Bien, iré afuera a tomar un café y esperar... -
- ¿Qué hay del libro? –