Capítulo 10

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¿Cómo empezar?

Explicándolo

Hace un mes

Jungwoo caminaba distraídamente, mirando la lista de víveres para saber qué es lo que ya tenía, y que le faltaba.

Sintió cuando golpeó otro carrito con fuerza, por lo que levantó la vista asustado.

- Lo siento tanto – se disculpó levantando las cajas que había tirado de un estante – yo de verdad... -

- Jungwoo – llamó el otro, sonriente – lindo, ha pasado mucho tiempo – dijo atrayéndolo en un abrazo.

- L-Lucas – murmuró.

- ¿Cómo has estado? Te ves bien – tomó su mano.

- Yo estoy bien – sonrió a medias – mi familia... -

- Estás casado – señaló impresionado a la sortija en su mano – debe ser un chico con suerte –

- Su nombre es Jeno – sus ojos brillaron – es genial –

- Ya quiero conocerlo –

- ¿Qué? –

- ¿Por qué no vamos a cenar todos juntos? Será divertido –

- C-claro – eso no pasaría – también quiero conocer a Mark –

El moreno hizo una mueca.

- En realidad Mark y yo terminamos – negó – las cosas ya no funcionaban como antes, así que volví. Él se quedó en Canadá –

¿Y por qué mierda no había vuelto a China?

- Siento tanto escuchar eso –

- Las cosas pasan – se encogió de hombros – dame tu número. Te llamaré para organizarnos –

- Por supuesto –

No se negó a esa reunión, ¿por qué no se había negado?

Ah, sí.

Había pensado que sería muy gracioso burlarse de su ingenuo ex novio junto a su adorable esposo durante la cena de esa noche.

Pero luego Jeno llegó con flores, se puso romántico, hicieron el amor y durmieron inmediatamente. No tuvo tiempo de mencionarlo.

Y su teléfono sonó en la madrugada.

- ¿Hola? – balbuceó, sintiendo a su esposo removerse a su lado, apenas afectado por el ruido.

- Jungwoo – sollozó – siento tanto lo que te hice. Siento tanto lo que sucedió entre nosotros. Yo no puedo sólo dejar de joderlo –

- Lucas – se incorporó lentamente – está bien, no... -

- ¿Podemos vernos mañana? –

Jungwoo suspiró pesado.

- No creo que sea una buena idea –

- Por favor. Eres lo único que me queda. No tengo a nadie –

Miró a Jeno a su lado.

- Está bien – acarició el cabello del otro – puedes venir a mi casa a tomar un café y hablaremos de lo que te pasa –

- Gracias. Eres un ángel –

- Hasta mañana – dijo colgando la llamada.

Estuvo a punto de dormir de nuevo, cuando la pantalla de su teléfono se iluminó con un mensaje

Número desconocido

02:23

Por favor no se lo digas a tu esposo

Él no dejará que hables conmigo y eres mi única salida

Por favor

02:23

Está bien, Lucas

No le diré nada

Hablaremos mañana

Ahora descansa

Debió decirle, pero eso no lo supo hasta la segunda vez que se encontraron.

Se habían visto aquella primera vez.

Tomaron té, comieron pastelillos y, de hecho, el menor había sido una buena compañía.

Seguía mandándole mensajes. No tenía ningún motivo para dudar, solamente le deseaba los buenos días, las buenas noches, y hablaban ocasionalmente sobre cualquier tema.

El problema fueron los apodos.

Apodos que a Jungwoo le parecieron inofensivos, pero a Jeno, cuando los vio, no.

Bonito.

Cariño.

Cielo.

Amor.

Amor, con una mierda.

La segunda vez que se encontraron, Jungwoo le pidió ayuda para revisar unos exámenes.

Él realmente estaba ocupado. No pensó que las intenciones del otro al sentarse junto a él fueran más allá de no entender las respuestas correctas.

Entonces lo besó.

Jungwoo se odiaba por no saber reaccionar. Por no entender lo que sucedía. Había pasado tan rápido.

No registró nada hasta que la voz de Jeno lo alertó del error.

Todo parecía ahora un recuerdo borroso.

Lucas sonriéndole a su esposo, diciéndole que había vuelto. Las lágrimas del azabache. Él sin poder emitir una puta palabra para explicarlo.

Luego reaccionó y echó al chino de su casa. Pero su pareja estaba profundamente herido.

Le pidió que le mostrara su teléfono, lo cual sólo empeoró la situación.

Se lo explicó, por supuesto que lo hizo, pero no había nada que pudiera decir o hacer para que las cosas parecieran distintas a lo que el otro había visto.

Entonces se alejó.

Su esposo se alejó.

Esa noche se fue donde su hermano y volvió dos días después, pero no hablaba con él.

No dormía con él, no comía con él, no había nada.

Comenzó a hablarle alguna semana más tarde, pero sus ojos estaban resentidos, y no podía acercársele cuando el menor retrocedía cada vez.

Después pasó cada fin de semana en casa de su hermano, y cada noche en algún bar.

Decidió que lo mejor sería hacer su mejor esfuerzo. Soportar la indiferencia y enmendar su error. Aunque eso le lastimase como lo hacía.

Y el glorioso día llegó.

Jeno lo había besado tan, tan profundamente.

El mejor beso de su vida.

Romántico, tierno, a la vez furioso y ardiente.

Quería más, pero el azabache se había ido, como cada fin de semana.

Pero ahora estaban ahí, en el sofá, compartiendo lágrimas y besos cargados de amor. Jungwoo pedía perdón, Jeno lo hacía también.

¿Lucas?

A la mierda.

Victory and glory Donde viven las historias. Descúbrelo ahora