Jisung entró decidido en la tienda.
Caminó directamente hacia la recepción, siendo recibido por la amigable sonrisa de la empleada.
- Hola ¿cómo puedo ayudarte? –
- Hola – sacó un libro de su mochila para mostrárselo – necesito el otro libro de estos –
- ¿Lo terminaste ya? – lo miró impresionada.
- No – admitió – me di cuenta de que aún no había leído el Hobbit, y creo que lo necesito –
- Cierto – concordó – permíteme revisar si lo tenemos en la tienda – dijo comenzando a teclear los datos en su computadora.
Jisung miró a su alrededor sin saber bien qué era lo que buscaba.
- ¿Todo bien? –
- Más o menos – se apoyó en la mesa – el chico que me recomendó el libro, ¿él trabaja aquí? –
La joven lo miró extrañada.
- Nuestro personal de ventas únicamente se compone de mujeres. Lo siento –
El menor asintió, decepcionado.
- O tal vez – continuó – te encontrase con alguno de los editores –
- ¿Ellos trabajan aquí? –
- Sus oficinas están en el segundo piso – señaló las puertas de cristal sobre ellos.
El chico las miró con atención.
- No puedes pasar – rió – en caso de que lo estuvieras pensando –
- Me descubriste – se lamentó.
- Yeri, ¿tengo algún mensaje? – cuestionó la misma voz baja a la chica que lo atendía.
- Oh, sí. Dame un momento –
- ¡Eres tú! – señaló Jisung, emocionado - ¡es él! –
- Vaya – expresó la señorita sin el mismo entusiasmo en su voz.
- Hola – saludó tímido el otro.
- ¿Qué tal? – golpeó su hombro – el otro día te fuiste. Pensé que te había imaginado –
- Tenía mucho trabajo. Lo siento –
- ¿Tú eres editor? –
- Sí –
- Eres un horrible vendedor – se burló, agitando su libro frente a él – tú no me recomendaste el Hobbit –
- No tienes que leerlo para entender el primer libro –
Jisung miró a la chica, incrédulo.
- Él es el experto – defendió ella – aquí tienes – dijo pasándole un post-it al otro.
- Gracias. Con permiso –
- Espera – pidió, siguiendo sus pasos - ¿estarás aquí los próximos días? –
El chico lo miró confundido.
- ¿Q-qué? –
- Lo-lo siento, pensaba que tal vez podrías recomendarme algunos otro libros cuando termine con este – se excusó.
- Yo... - miró a la recepcionista, quien asintió animándolo – sí –
- Bien, volveré pronto – acordó, caminando al gran escritorio para adquirir su nuevo libro.
Salió de la librería sintiéndose de lo más animado y tomó su teléfono para llamar a su amigo.
- ¿Hola? –
- Lo encontré –
- ¿El Hobbit? –
- Olvida el libro. Encontré al chico – anunció emocionado.
Silencio.
- ¿Y el libro? –
Jisung bufó hastiado.
- Sí, Chenle, tengo el libro, ¿quieres concentrarte por favor? –
Escuchó al mayor reír.
- Bien, no lo imaginaste, felicidades –
- Sabía que no. Te lo dije un millón de veces –
- ¿Hablaron de algo? –
- Sí, le dije que cuando volviera podríamos encontrarnos, dijo que sí –
- ¿Estás jugando? –
- ¿No es increíble? –
- Lo es, pero dime más de él –
- ¿Qué quieres saber? Ya te dije que es muy lindo –
- ¿Cómo se llama? –
Jisung se congeló.
- No lo sabes, ¿verdad? –
- Yo iba a preguntarle, pero... –
- Feliz navidad, Jisung. Llámame cuando sepas algo – dijo colgando la llamada.
Estúpido Park Jisung.
Jeno se estacionó frente a su hogar ese día por la mañana.
Se suponía que debía estar donde Jaemin, pero tener que soportar a un chef organizando una cena navideña sonaba más al trabajo de Renjun.
Suspirando, bajó de su auto y caminó hacia la puerta para abrirla con cuidado. Tal vez Jungwoo aún dormía.
Cuando abrió, fue recibido por la música y un ambiente cálido.
Las luces estaban encendidas y olía a galletas.
Caminó hacia la cocina y encontró a su esposo bailando animadamente mientras pegaba algo de cinta en la envoltura y cantaba alguna que otra palabra de la canción.
Era hermoso.
- Hola – saludó sonriendo a medias.
- ¡Jeno! – cubrió con su cuerpo el regalo que envolvía – volviste antes –
- ¿Eso es mío? – lo miró divertido – déjame ver –
- ¡No! –
- Vamos, quiero verlo –
- Tienes que esperar a la noche. Como todos –
El menor caminó hacia él y lo tomó por las muñecas para alejarlo de la barra con cuidado.
Tomó el paquete y bastó levantar un poco el papel para ver lo que era.
- Es una bocina para auto – rió – creí que no me estabas escuchando cuando te lo mencioné –
- Yo lo hice – hizo un puchero – eres horrible. Debiste esperar –
- Ya no quiero esperar – dijo tomándolo con fuerza por la cintura para acercarlo a él – estoy cansado de eso, ¿tú no? – susurró sobre su boca.
- S-sí –
El azabache lo besó con intensidad, sintiendo como su cuerpo se envolvía de calor y su corazón latía con fuerza.
El alto lo tomó por los hombros y suspiró complacido.
Lo había extrañado tanto.
Jeno se separó lentamente y acomodó un mechón de su cabello.
- Creo que tenemos que hablar –
- Lo sé – murmuró - ¿estás listo? –
- No – rió
- Tampoco yo. Pero quiero hacerlo –
Ambos querían.
Listo, l@s voy a dejar esperando.
Nos leemos en Navidad 🎄🎅🏼