Jungwoo revisaba su plan de estudio para el próximo ciclo escolar, pues no tenía mejor forma de pasar sus vacaciones, cuando Jeno entró en la habitación.
- Hola – saludó confundido.
- Hey – respondió mirando a su alrededor. Como si fuera la primera vez que entraba ahí.
- Pensé que ya estabas con Jaemin – dejó sus papeles en la mesada - ¿olvidaste algo? ¿necesitas que te ayude a buscarlo? –
- Estoy bien – negó con la mano.
- Oh, está bien –
No sabía que pasaba.
Hacía al menos una hora Jeno había empacado su ya habitual maleta para pasar el fin de semana donde su hermano. Pero, por algún motivo, había regresado a casa.
- ¿Has visto mi argolla? –
- T-tú... ¿la de matrimonio? –
- Sí – respondió sin mirarle.
- Debe estar en el lavabo – señaló el baño del pasillo – solías dejarla en el nuestro algunas veces –
- ¿Estás seguro? Tal vez es la tuya –
- La tengo puesta – le mostró su mano – nunca me la quito –
Jeno lo miró y asintió pensativo.
En un movimiento rápido, se hincó sobre la cama y gateó hasta su pareja para quedar frente a él, tan cerca para mezclar sus respiraciones.
- Jeno... -
El mencionado cortó la distancia para arrancar un agresivo beso de sus labios, haciéndole jadear sorprendido.
Los arrastró a ambos hasta quedar encima de él, acariciando con firmeza su cintura, trasero y piernas con su mano libre.
Sin dudarlo, Jungwoo correspondió cada mínimo contacto del otro como si fuese lo más preciado que había.
El menor se separó y lo miró a los ojos.
Haciendo una mueca, intentó separarse del cuerpo del más alto, sintiendo como el otro lo jalaba hacia él rodeándolo con sus extremidades.
- Por favor, no te vayas –
- Jungwoo... -
- Por favor, amor. Quédate conmigo hoy, no te vayas – pidió, comenzando a llorar inconsolablemente.
Jeno se acercó lentamente y besó su frente.
- Debo irme – susurró – lo siento –
- Por favor – sollozó.
- Te amo – dijo separándose un poco – Jungwoo, mírame –
El mencionado levantó su rostro humedecido para encontrarse con él.
- Te amo en serio. Voy a volver, te lo prometo, pero necesito pensar –
- Lo siento – murmuró.
- Lo sé – limpio su mejilla – lo sé –
- ¿Cuándo volverás? –
- El lunes por la noche –
El castaño lloró con aún más fuerza.
- Estaremos juntos en navidad – trató de animar – como todos los años desde que nos conocimos –
- Quiero estar contigo siempre. No sólo en navidad –
- Dame tiempo – apretó los ojos – necesito tiempo, y todo será diferente –
El mayor asintió, liberándolo.
- Promete que regresarás –
- Lo haré – besó su mejilla – no te quites la sortija –
- No lo haré –
El azabache salió nuevamente para, esta vez sí, abandonar su hogar.
Jungwoo quedó solo con la promesa de que volvería.
Esperaba que fuera sincero.
- Jaemin, devuélveme mi batidora –
- No puedo hacerlo – se puso frente a la puerta de la cocina para impedirle el paso – la necesito –
- También yo. Chenle hará pastel. Necesito ese maldito pastel –
- El doctor dijo que dejaras de comer azúcar – recordó, forcejeando con su hermano.
- ¡Dame mi batidora! –
- Espera un segundo – los detuvo a ambos - ¿por qué no estás trabajando? –
- ¿Qué? –
- ¿No deberías estar en la oficina? –
- Estamos de vacaciones –
Jaemin frunció el ceño.
- Pero Yuta... -
- Tiene que quedarse más tiempo – se apresuró a responder – ya sabes, la cosa –
- ¿Qué? –
- Hola, chicos – saludó su hermano, pasándolos de largo para entrar directo al refrigerador.
- ¿Vas a pasar el fin de semana aquí? – cuestionó Taeyong.
Jeno lo miró confundido.
- Ajá –
- Aún... - aclaró su garganta - ¿aún no arreglas las cosas con Jungwoo? –
- Hoy lo besé – bebió un trago de su jugo.
- ¿En serio? – Jaemin sonrió complacido - ¿cómo fue? –
- Caliente – se encogió de hombros – luego muy triste –
- ¿Porqué? – el mayor avanzó hasta sentarse frente a él.
- Me pidió que me quedara con él –
- Jeno... -
- No iba a hacerlo. No puedo hacerlo todavía –
- No te presiones – tranquilizó el castaño – él no está exigiéndote nada –
- Pero quiere que vuelva – apoyó sus manos en la barra – yo quiero volver –
- Entonces hazlo –
- Taeyong, no creo que lo entiendas –
- Entonces explícame –
El menor lo miró dubitativo.
- Cada vez que lo veo, recuerdo esos mensajes. Los recuerdo juntos. Recuerdo a ese idiota besando a mi esposo, y siento que voy a morir – sus ojos se llenaron de lágrimas.
- Estamos contigo, hermano – dijo Jaemin, tomando su mano – pero sabes lo que diré –
- Que tengo que dejarlo ir si quiero seguir con él – asintió - ¿cómo hago eso? –
- Puedes empezar por hablarle sobre los mensajes – sugirió el mayor.
- Voy a vomitar –
- Jeno, necesitas enfrentarlo – opinó Taeyong – si realmente quieres salvar tu relación, necesitas tener coraje y volver para hablar con él –
El azabache asintió y apoyó sus codos en la superficie, respirando pesado.
¿Qué era lo correcto de hacer?