Capítulo 08

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Jungwoo revisaba su plan de estudio para el próximo ciclo escolar, pues no tenía mejor forma de pasar sus vacaciones, cuando Jeno entró en la habitación.

- Hola – saludó confundido.

- Hey – respondió mirando a su alrededor. Como si fuera la primera vez que entraba ahí.

- Pensé que ya estabas con Jaemin – dejó sus papeles en la mesada - ¿olvidaste algo? ¿necesitas que te ayude a buscarlo? –

- Estoy bien – negó con la mano.

- Oh, está bien –

No sabía que pasaba.

Hacía al menos una hora Jeno había empacado su ya habitual maleta para pasar el fin de semana donde su hermano. Pero, por algún motivo, había regresado a casa.

- ¿Has visto mi argolla? –

- T-tú... ¿la de matrimonio? –

- Sí – respondió sin mirarle.

- Debe estar en el lavabo – señaló el baño del pasillo – solías dejarla en el nuestro algunas veces –

- ¿Estás seguro? Tal vez es la tuya –

- La tengo puesta – le mostró su mano – nunca me la quito –

Jeno lo miró y asintió pensativo.

En un movimiento rápido, se hincó sobre la cama y gateó hasta su pareja para quedar frente a él, tan cerca para mezclar sus respiraciones.

- Jeno... -

El mencionado cortó la distancia para arrancar un agresivo beso de sus labios, haciéndole jadear sorprendido.

Los arrastró a ambos hasta quedar encima de él, acariciando con firmeza su cintura, trasero y piernas con su mano libre.

Sin dudarlo, Jungwoo correspondió cada mínimo contacto del otro como si fuese lo más preciado que había.

El menor se separó y lo miró a los ojos.

Haciendo una mueca, intentó separarse del cuerpo del más alto, sintiendo como el otro lo jalaba hacia él rodeándolo con sus extremidades.

- Por favor, no te vayas –

- Jungwoo... -

- Por favor, amor. Quédate conmigo hoy, no te vayas – pidió, comenzando a llorar inconsolablemente.

Jeno se acercó lentamente y besó su frente.

- Debo irme – susurró – lo siento –

- Por favor – sollozó.

- Te amo – dijo separándose un poco – Jungwoo, mírame –

El mencionado levantó su rostro humedecido para encontrarse con él.

- Te amo en serio. Voy a volver, te lo prometo, pero necesito pensar –

- Lo siento – murmuró.

- Lo sé – limpio su mejilla – lo sé –

- ¿Cuándo volverás? –

- El lunes por la noche –

El castaño lloró con aún más fuerza.

- Estaremos juntos en navidad – trató de animar – como todos los años desde que nos conocimos –

- Quiero estar contigo siempre. No sólo en navidad –

- Dame tiempo – apretó los ojos – necesito tiempo, y todo será diferente –

El mayor asintió, liberándolo.

- Promete que regresarás –

- Lo haré – besó su mejilla – no te quites la sortija –

- No lo haré –

El azabache salió nuevamente para, esta vez sí, abandonar su hogar.

Jungwoo quedó solo con la promesa de que volvería.

Esperaba que fuera sincero.





- Jaemin, devuélveme mi batidora –

- No puedo hacerlo – se puso frente a la puerta de la cocina para impedirle el paso – la necesito –

- También yo. Chenle hará pastel. Necesito ese maldito pastel –

- El doctor dijo que dejaras de comer azúcar – recordó, forcejeando con su hermano.

- ¡Dame mi batidora! –

- Espera un segundo – los detuvo a ambos - ¿por qué no estás trabajando? –

- ¿Qué? –

- ¿No deberías estar en la oficina? –

- Estamos de vacaciones –

Jaemin frunció el ceño.

- Pero Yuta... -

- Tiene que quedarse más tiempo – se apresuró a responder – ya sabes, la cosa –

- ¿Qué? –

- Hola, chicos – saludó su hermano, pasándolos de largo para entrar directo al refrigerador.

- ¿Vas a pasar el fin de semana aquí? – cuestionó Taeyong.

Jeno lo miró confundido.

- Ajá –

- Aún... - aclaró su garganta - ¿aún no arreglas las cosas con Jungwoo? –

- Hoy lo besé – bebió un trago de su jugo.

- ¿En serio? – Jaemin sonrió complacido - ¿cómo fue? –

- Caliente – se encogió de hombros – luego muy triste –

- ¿Porqué? – el mayor avanzó hasta sentarse frente a él.

- Me pidió que me quedara con él –

- Jeno... -

- No iba a hacerlo. No puedo hacerlo todavía –

- No te presiones – tranquilizó el castaño – él no está exigiéndote nada –

- Pero quiere que vuelva – apoyó sus manos en la barra – yo quiero volver –

- Entonces hazlo –

- Taeyong, no creo que lo entiendas –

- Entonces explícame –

El menor lo miró dubitativo.

- Cada vez que lo veo, recuerdo esos mensajes. Los recuerdo juntos. Recuerdo a ese idiota besando a mi esposo, y siento que voy a morir – sus ojos se llenaron de lágrimas.

- Estamos contigo, hermano – dijo Jaemin, tomando su mano – pero sabes lo que diré –

- Que tengo que dejarlo ir si quiero seguir con él – asintió - ¿cómo hago eso? –

- Puedes empezar por hablarle sobre los mensajes – sugirió el mayor.

- Voy a vomitar –

- Jeno, necesitas enfrentarlo – opinó Taeyong – si realmente quieres salvar tu relación, necesitas tener coraje y volver para hablar con él –

El azabache asintió y apoyó sus codos en la superficie, respirando pesado.

¿Qué era lo correcto de hacer?

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