Jeno llegó a su casa entrada la noche.
Pensó en llegar donde Jaemin, pero no quiso molestarlo.
Entró sigilosamente, notando la luz de la cocina encendida, y caminó hacia su estudio.
- ¿Amor? – llamó Jungwoo, abrazándolo por la espalda – hola, cariño ¿tuviste un día pesado? –
- Sí – murmuró ronco.
- Debe ser por la temporada – besó su nuca.
- Supongo que lo es – dijo alejándose del mayor para continuar su camino.
El otro trató de ignorar la sensación de pesadez en el pecho y el nudo en su garganta. Sonrió brillante y siguió sus pasos.
- ¿Tienes hambre? – preguntó desde el marco de la puerta – dejé un poco de... -
- Cené con Renjun – interrumpió, con la vista en los papeles que desempacaba de su maleta.
- Oh, está bien – rió – estaré en la sala leyendo un poco. Si necesitas algo por favor llámame –
El menor se limitó a asentir.
- Jeno – llamó – te amo –
El mencionado lo miró seriamente.
- Yo también –
Jungwoo asintió, saliendo de la habitación y cerrando con cuidado, caminando rápidamente hacia la sala mientras limpiaba furiosamente las lágrimas que se deslizaban de sus ojos.
Era su culpa, lo sabía, pero lo arreglaría.
Se lo prometió a sí mismo. Perseveraría hasta recuperar a Jeno.
Su Jeno.
- ¿Realmente necesito decorar mi casa? – miró con desprecio los adornos – ni siquiera voy a pasar navidad aquí –
- Y no por eso debes de convertirte en el Grinch – rodó los ojos – ahora dime ¿plateado o dorado? –
- ¿Quieres una cerveza? – ofreció, levantándose del sofá.
- Dorado entonces – apuntó un par de cosas en su libreta, haciendo al otro reír.
- ¿Sabes algo? – llamó desde la cocina – a pesar de que seas tan molesto, te extrañaba mucho – admitió.
- ¿Y por qué tardaste tanto en regresar? –
- Necesitaba tiempo después de lo de Yukhei – respondió mientras regresaba a la sala – por supuesto que no sabía que él volvería aquí –
- ¿Han hablado desde entonces? – cuestionó, recibiendo la cerveza que el otro le ofrecía.
- ¿Por qué lo haría? –
- No sé, ¿no lo extrañas? –
- Por supuesto que no – rió – ¿por qué lo preguntas? –
- Yo extrañaba a John cuando terminamos – se encogió de hombros – quería hablar con él todo el tiempo –
- Pero John era el indicado para ti – tomó su mano – no se acostó con media Vancouver mientras trabajabas –
- Yo en realidad pensé que había cambiado –
- Lo hizo – asintió – antes de aburrirse. Supongo que la monogamia no es lo suyo –
- ¿Y cómo estás? –
- En mi mejor momento – se dejó caer en el respaldo del sofá – hacía tiempo que no me sentía tan bien –
- Es genial escuchar eso, cariño –
El teléfono del moreno comenzó a sonar.
- Juro que ese enfermo te puso un micrófono –
El otro rió, mirando la pantalla.
- Es Nana, idiota – respondió – hola –
- ¿Crees que Yuta va a dejarme? –
Silencio.
- ¿Qué? –
- Sé que suena raro, pero ha estado actuando muy extraño estos días –
- Eso no significa nada –
- O significa todo –
Donghyuck puso el teléfono en altavoz.
- ¿Por qué piensas que va a dejarte? –
- No sé, últimamente se ve nervioso, algo ansioso, ¿sabes? He intentado hacerle conversación, pero evade cualquier tema –
- El año va a pasar. Él y Taeyong la están pasando mal en su empresa –
- ¿Algo como mucho trabajo? –
- Exacto – sonrió.
- Lo sé, supongo que no debo alarmarme. Pero tengo miedo. No puedo evitarlo –
- Jaemin, tu novio es directo. Si necesita decir algo, solamente lo dirá. Él te ama, te lo aseguro -
- Gracias, Hyuckie. Necesitaba escuchar eso –
- No es nada, y oye – hizo una mueca – sabes que no me molesta en absoluto hablar contigo de cualquier cosa pero, ¿por qué no llamaste a tus hermanos? –
Se oyó suspirar del otro lado de la línea.
- Ellos lidian con sus propias batallas ahora. No quiero abrumarlos –
- ¿De qué hablas? – frunció el ceño – Jeno está bien –
- Lo sé. Tengo que irme, Hyuck –
- También yo. Te veré luego –
- Adiós – se despidió antes de cortar.
- Que extraño – miró a su amigo frente a él - ¿por qué dijo lo de Jeno? –
- ¿No es el que tiene una tienda? – el otro asintió – es temporada navideña, bebé. Las tiendas están abarrotadas –
- Tienes razón – se puso de pie – como sea, tengo que irme –
- Ni siquiera tomaste tu cerveza – hizo un puchero.
- Lo siento, será después. John debe estar esperándome –
- Dile que dormirás aquí –
- Mark, si le digo eso lo tendrás con su saco de dormir frente a tu casa en menos de una hora –
- Vete ahora, nos veremos mañana – rió - ¿ves? Esa es la ventaja de elegirte a ti como decorador –
- Será mejor cuando empieces a cooperar – sonrió forzadamente – adiós, bebé –
- Bye –
Miró al otro cerrar la puerta tras sí y caminar hacia su coche.
Estaba tan feliz por él.
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