- No entiendo – Donghyuck pasó los dedos por la superficie polvosa con desagrado - ¿por qué no le pediste que se fuera a él en lugar de hacerlo tú? –
- Porque ya lo había amenazado con ser yo quien se iría – rodó los ojos – si lo echaba, le quitaría el drama –
- ¿Entonces sólo vas a abandonarlo? – interrogó Jaemin, mirando con atención el lugar.
- No creo. No quiero hacerlo –
- Por supuesto que no. Te robaste las llaves de su casa y te mudaste aquí sin pedirle permiso – se burló Chenle.
- ¿Qué más podía hacer? No tenía a dónde ir –
- ¿Qué hay de nosotros? – preguntó el moreno, ofendido.
- Él seguramente iba a buscarme ahí –
- Cierto –
- ¿Cuánto tiempo planeas estar aquí? – Chenle comenzó a limpiar los muebles.
- No sé. Un par de días hasta que aprenda lo que sea que tenga que aprender –
- Eres bastante débil – se burló Jaemin.
- Como sea – suspiró – ¿Van a ayudarme a que este lugar quede habitable? –
- Yo sí –
- Y yo –
- También yo – dijo Jaemin, rendido.
- ¿No tienes que planear tu boda? – sugirió Donghyuck.
- No – se encogió de hombros.
La terna esperó que dijera algo más, pero eso no pasó.
- Aquí tienes, Mark – dijo la chica, entregándole un paquete de fichas.
- Gracias, Yeri. No tienes que hacer esto –
- En realidad sí. Es mi trabajo –
- Él sólo quiere bajar a la librería para ver si se encuentra con ese chico – se burló su compañero, con los ojos en la pantalla de su computadora.
- ¿El chico alto? – preguntó la joven.
- Sí – lloriqueó – es tan guapo –
- Y divertido – completó ella.
- ¿Cómo lo sabes? –
- El otro día te estabas riendo mucho de sus chistes –
- Él no es gracioso. Es sólo Mark y su tonta risa nerviosa – murmuró su aún ocupado compañero.
- Tú ni siquiera estabas escuchando –
- Pero lo conozco. Es mi amigo – los miró – no es divertido –
El azabache se levantó exaltado.
- Debes estar bromeando –
- Ya me voy – anunció Yeri, previendo la incómoda situación.
- ¿Qué? –
- El chico es tu amigo y tú sólo decidiste no mencionarlo –
El otro frunció el ceño.
- Creí que él había tenido la amabilidad de hacerlo –
- No lo hizo –
- Ya veo – dijo volviendo a su trabajo.
- ¡¿Qué haces?! –
- ¿Qué? –
- Llámalo ahora y dile que vaya contigo a mi fiesta de inauguración mañana –
- Ni siquiera yo sé si vaya a ir –
- Por favor – hizo un puchero.
- Bien, lo llamaré – cedió, sacando su teléfono – pero deja de molestarme –
- Sólo hazlo –
El otro tomó su teléfono y lo puso en altavoz.
- ¿Hola? –
- Amigo – llamó con falso entusiasmo - ¿qué hay? –
- No mucho. Sólo trabajo –
- Debe ser pesado – tecleó un par de cosas - ¿qué vas a hacer mañana? –
- Un amigo me invitó a una reunión –
El chico miró a Mark con ojos aburridos.
- Iba a invitarte a una también. Supongo que nos veremos en otra ocasión –
- Así parece –
- Bien, tengo trabajo, llámame luego –
- Claro, adiós –
- Adiós – dijo colgando la llamada – ahí tienes –
- La vida es tan injusta –
- Exageras – palmeó su hombro – además, si el destino quiere que se crucen, pasará sin que lo esperes –
- Esa leyenda de nuevo – espetó entre dientes.
- Aún así esperas que tenga razón –
- Claro que no –
Por supuesto que era así.
- ¿Llamaste a Jisung? – cuestionó Donghyuck, poniéndose frente al chino.
- Sí – sonrió – irá conmigo a la fiesta –
- Oh por Dios. Esto es tan emocionante – ahogó un grito.
- Lo sé. Vale totalmente el berrinche de Taeyong –
- ¿Puedes imaginarlo? – miró a la nada, imaginando – los fuegos artificiales que aparecen de la nada cuando conoces al amor de tu vida. El canto de los pájaros –
- Todo desaparece excepto él, frente a ti – complementó – no puedo esperar a que estén uno frente al otro –
- Muero por ver el desenlace –
- Y mañana será el gran día –