- Listo, terminamos de envolverlos – sonrió satisfecho.
- Bien. Tú pon las etiquetas y yo llevaré los regalos listos al árbol – pidió el menor.
Taeyong asintió sonriente, y luego frunció el ceño.
- Oh no –
- ¿Qué? –
- Me falta una etiqueta – contó de nuevo los regalos - ¿quién me falta? –
- No te falta nadie – tomó uno de los paquetes – éste es el de Jisung –
El mayor miró a su pareja confundido y asintió.
- Está bien –
- Sí –
Silencio.
- No sabía que aún hablaban –
- Por favor no hagas esto –
- ¿Hacer qué? – rió – sólo digo que no sabía, es todo –
- Sí, pero luego vas a comenzar a decir que tal vez aún me gusta, que me iré con él en cualquier momento y terminarás llorando frente a la chimenea con una cantidad obscena de dulces en tu organismo –
- Eso sólo pasó una vez –
El menor entornó los ojos.
- Dos veces, ¿quién lleva la cuenta? –
- Sólo piénsalo, amor. Es contigo con quien me la he pasado la tarde completa envolviendo los regalos de un montón de idiotas, vistiendo el suéter de Santa más feo que he visto en mi vida –
- Te ves hermoso –
- También tú – concordó - ¿quién es el amor de mi vida? –
El mayor sonrió como estúpido mientras un leve rubor aparecía en sus mejillas.
- Yo –
- Tú lo eres, cielo – dijo acercándose para besar sus labios con cariño – terminemos con esto, quiero ir a la cama –
- Son las... oh – asintió torpemente – sí, me apresuraré –
- Bien – sonrió con suficiencia.
Sí, ese era el amor de su vida.
- Hola, bebé – saludó el pelirrojo, entrando en la cocina – huele bien –
- ¿Te gusta? – lo miró con ojos brillantes.
- Se ve delicioso – elogió - ¿para qué es? –
- Es para ti, amor – tomó sus manos – hace tiempo que no pasamos tiempo juntos. Te extraño –
Yuta sonrió enternecido.
- He tenido mucho trabajo, conejito – besó su frente – prometo que estaré más presente después de navidad –
- Pero aún faltan dos días – hizo un puchero – yo quiero estar contigo ahora. Ya ni siquiera hablamos por las noches –
- Estoy cansado – se excusó – ni siquiera sé que hago aquí ahora. Debería estar en la oficina –
- ¿Estás jugando? –
- Lo siento, bebé. Comamos rápido antes de que tenga que volver –
- Pero – miró hacia sus pies – mis planes –
- Serán otro día –
- Yuta... -
- Jaemin, no tengo tiempo para esto ahora. Y si no te importa, muero de hambre –
El menor lo miró herido y asintió.
- Está bien –
Tomó un plato grande para servir un montón de comida en él y dejarlo sobre la barra que, recién notaba el mayor, estaba hermosamente decorada para lo que parecía la velada ideal.
- Aquí – señaló antes de caminar hacia la salida.
- Nana – llamó cansado.
- Provecho – deseó antes de salir.
El otro suspiró pesado.
Sólo dos días más.
- ¡Renjun! – llamó entrando en su hogar – Ren... hola –
El mencionado lo miró sin decir nada, haciendo al otro suspirar.
- Cachorrito –
- No me llames así –
- Cachorrito - repitió, sentándose junto a él en el sillón – ya no estés molesto conmigo –
Renjun lo miró con recelo.
- ¿Por qué no confías en mí? –
- Yo confío en ti, amor. Eres la única persona en quién lo hago – acarició su mejilla – sólo no confío en todos los idiotas que están allá afuera –
- Sicheng, no puedes seguir así, estás llegando demasiado lejos –
- Ya lo sé – admitió cabizbajo – prometo que intentaré cambiarlo –
- Ya lo habías hecho –
- Intentaré más duro – aseguró.
El menor lo miró con duda y asintió.
- No voy a soportar más, Sicheng. Si esto se repite, voy a irme. Hablo en serio –
- Cachorrito... -
- ¿Lo entendiste? –
El mayor lo tomó en un fuerte abrazo y besó su sien.
- Lo entiendo –
Él cambiaría, lo haría por su Renjun.
Jeno salió de su estudio apenas entrada la madrugada, dispuesto a huir a cualquier lugar para tomar algo de aire.
Tal vez un poco de alcohol.
Caminó a tientas hasta la sala y lo encontró.
Jungwoo estaba dormido en el sofá con su libro sobre su estómago.
Su corazón se estrujó cuando vio el rastro de lágrimas sobre su rostro.
Tomó la frazada del sillón individual y lo cubrió con ella para que dejara de temblar.
Se quedó hincado frente a él, mirándolo con ojos tristes, sintiendo como la melancolía llenaba su pecho.
Acarició su cabello y besó su frente antes de ponerse de pie.
Cambiando de planes, subió las escaleras sigilosamente y se metió en su fría cama para intentar dormir.
Por esa noche, no iría a ningún lado.
Pobres Jeno y Jungwoo 😢
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