- ¿Puedes por favor decirme porqué tu novio me llamó para pedirme que me asegurara de que te fueras a casa con bien? – pidió, abriendo la puerta de su oficina para dejarlo pasar.
- ¿Lo hizo? – de acuerdo, eso era lindo – que se pudra –
- ¿Qué sucedió, Junnie? – le indicó que tomara asiento con la mano.
El chino se dejó caer en el asiento y soltó un suspiro pesado.
- No sé si debo decírtelo – mordió su labio – hemos pasado por tanto y ustedes recién están aceptándolo. No quiero arruinarlo –
- Sólo dilo, amigo. No se lo diré a nadie – prometió.
El rubio lo miró con duda.
Al diablo, tenía que contárselo a alguien.
- Él ha estado extra celoso desde que comenzamos a salir formalmente –
Jeno frunció el ceño.
- ¿A qué te refieres? –
- No puedo respirar cerca de otro hombre porque lo tendré encima de mí interrogándome durante todo el maldito día. A eso me refiero –
- ¿Sólo así? –
- Sólo así – asintió – hoy, por ejemplo –
- ¿Qué sucedió? –
- Encontré a Kun en el centro. Lo saludé, obviamente. Hablamos un rato y acordamos salir a tomar algo después, algo que tal vez ni siquiera pase, pero no tuve la oportunidad de decírselo porque, cuando me di cuenta, el idiota estaba acusándome, ¿puedes creerlo? – negó – como si yo le hubiese pedido a Kun que fuera al puto centro para encontrarme con él por cinco miserables minutos – espetó, tomando una larga respiración.
El azabache lo miró atento y asintió.
- Tal vez no debiste –
Renjun frunció el ceño.
- ¿Qué? –
- Ya sabes. Tal vez no debiste detenerte a hablar con tu ex novio – miró hacia los papeles sobre el escritorio para comenzar a leerlos – debiste pasar de largo como haría cualquier persona que respeta a su pareja –
- ¿A qué estás jugando? No se supone que estés de su lado –
- Lo siento, sólo digo lo que pienso – hizo una mueca.
- ¿Cómo es que soy yo quién lo jodió? ¿Sicheng es la víctima ahora? –
- No dije que fuera la víctima, Renjun – lo miró seriamente – sólo digo que no puedes ir por ahí charlando con tu ex novio cada vez que te lo encuentras en la calle –
- ¿Qué estás... –
- Y puedes decirle al idiota que si tiene tanta necesidad de hablar contigo, puede ir a la casa donde estén ambos. Que no tiene que pedirte hacerlo a escondidas –
- ¿Qué idiota? –
- ¿Qué? – frunció el ceño – olvídalo–
- ¿Qué sucede? – se levantó y se acercó a él - ¿pasa algo? –
El menor negó avergonzado, levantándose también.
- ¿Quieres ir por un café? Estoy cansado de trabajar –
- Jeno – insistió – quieres hablar de eso? –
- Estoy bien – aseguró, caminando hacia la puerta – vamos ahora. Necesito salir a tomar aire –
Renjun sabía que no lo estaba. Su amigo no estaba bien. Pero le daría espacio hasta que él quisiera hablar sobre ello.
Se lo debía, después de todo.
- Podemos hacer que Jeno y Jungwoo compartan regalo – sugirió el peli plateado.
- No podemos hacer eso sólo porque no sabemos que regalarle a tu hermano – tamborileó los dedos sobre la mesa – necesitamos pensar más duro –
- Necesitamos a Jaemin. Admítelo –
- Lo sé – lloriqueó – pero quería al menos intentarlo –
- Vamos, amor. Sólo tenemos que llamarle y preguntarle si está ocupado – se posó tras su pareja para masajear sus hombros – no tenemos que decirle que somos unas personas horribles que no conocen a las personas que les rodean –
- Está bien – tomó su teléfono – no quedan más opciones –
Sin prisa, seleccionó el contacto, inició la llamada y lo puso en altavoz.
- Lele – canturreó del otro lado de la línea.
- Nana, ¿qué hay? – miró a su pareja – estoy con Tae –
- Hola, hermanito –
- Hola, chicos ¿qué sucede? –
- Nada nuevo, ya sabes, estamos organizando nuestras compras navideñas – respondió su hermano.
- Ya veo. No saben qué regalarnos –
- Sólo faltan Jeno, John y Mark, pero nadie conoce a Mark – soltó el chino.
- A Mark se le estropeó uno de sus amplificadores la semana pasada, pero pueden hablar con Hyuck para saber si no va a regalarle uno. Jeno lleva semanas buscando su perfume favorito, pero no hay en existencia en tiendas, y no le da confianza usar su tarjeta para comprarlo en línea, Jungwoo no tiene idea así que no deben de preocuparse por eso. Y John nos pidió a todos que le regaláramos un par de calcetines para no sentirse comprometido a darnos algo mejor, así que ya lo saben –
Chenle exhaló aliviado.
- Mierda, te amo –
- Ya sé, ¿necesitan algo más? –
- Nada sobre eso – comentó Taeyong – pero hay algo que quiero saber –
- No he sabido nada nuevo de la situación de Jeno, y tampoco quiere hablar de eso –
El mayor suspiró cansado.
– Gracias, Nana –
- Hasta luego, chicos – se despidió colgando la llamada.
- ¿Qué pasa con Jeno? – interrogó Chenle.
- No puedo decírtelo – rascó su nuca – él no quiere hablar de eso –
- Vamos, soy yo –
Taeyong lo consideró.
Tal vez si pasaba sus penas junto a su pareja sería una carga menos pesada.
- Promete que no se lo dirás a nadie –
- Lo prometo –
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