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El día en el que Dong Young fue enviado al hospital psiquiátrico, su estado mental y físico estaban al límite. Los tormentos de aquel ser desconocido acechándolo día y noche eran insoportables, y por más que intentaba y anhelaba encontrar alguna solución o fuente de todo, nada le daba fruto, cada vez se hundía en sus teorías más y más, como un remolino infinito en medio de un oscuro y violento mar.

Sin dormir en varias noches seguidas y dependiente del café y el azúcar, nuevamente se encontraba en un estado de alerta. Había bajado de peso sorprendentemente en un periodo de tiempo bastante corto. Su rostro palideció y unas enormes ojeras le decoraron el rostro después de tantos sustos. Lo que sentía era un miedo aterrador que no te dejaba en paz ni un solo segundo, incluso en la luz. Y vivir solo... era lo peor.

Sus avistamientos eran cada vez más constantes. Pero últimamente no parecía entrar a su habitación. Así que ese era su único lugar seguro de la casa. No había salido de su habitación en lo absoluto, a menos de que se le acabara la comida o necesitara algún libro de otro lugar. No había contestado mensajes ni llamadas, no tenía tiempo para eso.

Todo era un silencio total. Hasta que volvió a escuchar el rechinado de la madera del primer piso. Ya podía reconocer el orden en el que lo asustaba; seguramente después escucharía ruidos extraños, y después como sube las escaleras lentamente para quedarse parada frente a su puerta, tocar una vez y al no recibir respuesta, irse... todo eso duraba aproximadamente entre diez a máximo veinte minutos; después habrían cerca de dos horas sin actividad alguna hasta que se repita, una tras otra vez... Si las cosas continuaban así, Dong Young perdería la cordura completamente.

El azabache miraba hacia las manecillas de su reloj con el sudor frío resbalándose por su delgado rostro. Su respiración ya había dejado de ser anormal, solamente se encontraba en un estado insensible, ya no temblaba y ya no gritaba del miedo, ya no podía, sentía que se moriría de la tortura. Si huía, tendría todo el miedo de encontrársela, pues había descubierto que ella podía seguirlo en ocasiones. No podía correr ese riesgo.

Cuando volvió la hora, Dong Young ya se había hartado. Las pisadas se hicieron más fuertes, y habían más movimientos por toda la casa. Alterado, agarró su diario preparado para escribir finalmente.

Gritó sorprendido al escuchar la puerta de su habitación abrirse de golpe y chocar contra la pared. Al volteare, se encontró con tres personas. Dos hombres usando el mismo uniforme blanco y de apariencia fuerte, mientras que había otro en traje.

—Lamentamos la repentina aparición forzada e indeseada, pero tenemos en mano una orden emitida por un juez para ser admitido en una institución psiquiátrica, aún fuera de su voluntad, ya que fue declarado incapaz de mantenerse a sí mismo ni cuidarse debido a malestar psicológico. Venga con nosotros por favor.—

Habló el hombre de traje. El azabache inmediatamente supo de que se trataba. Seguramente por eso no paraban de marcarle tantas personas. Pero era porque no le creían, sus amigos probablemente habían tomado la molestia de hacer tanto alboroto, pero había una cosa segura... ¡él no estaba loco!

—¡Escuchen, no me pueden sacar de aquí... créanme, tienen que ver esto!—

Trató de explicar en un tono frenético al mostrarles su diario con parte de las pruebas de su situación actual. Pero el hombre en traje intentó sonreír levemente, asintió con la cabeza, alzó la mano y emitió:

—Es suficiente. Tráiganlo.—

Dong Young entendía qué tal vez por su mala apariencia podrían considerarlo como demente. Pero como se decía, las apariencias engañan. Si estuviera mal de la cabeza, ya se hubiera dado cuenta, pues conoció a una persona en específico que era la definición de locura. Él no era así. Él solo era una víctima de lo que parecía irreal, imposible.

Los hombres de blanco se acercaron y lo agarraron, uno de cada lado. Mientras el azabache forcejeaba, seguía insistiendo en que leyeran su diario, pero uno de ellos se lo arrebató y lo tiró al piso, pisándolo accidentalmente en el proceso. Lo arrastraron hasta salir de la casa, el joven no era competencia alguna. Miró hacia la casa nuevamente, encontrándose con la figura aterradora mirándolo fijamente . Soltó un grito al verla correr directo hacia él. Sus cabellos largos y negros al volar revelaban su horroroso rostro. Con una boca podrida, manchas negras y sombrías por todo su rostro, sangre por todos lados, uñas largas y feas, pies putrefactos.

Ella desapareció cuando lo metieron a una camioneta blanca. Lo esposaron y lo mantuvieron sentado hasta que llegaron al hospital.

Una vez ahí. Fue forzado a entrar a lo que parecía ser un vestidor. El mismo hombre de traje entró junto a unos doctores y este ordenó tranquilamente:

—En serio lamentamos la fuerza de todo esto, pero comprenda que es por su bien. Le aseguramos que terminará mucho mejor, está en uno de los hospitales psiquiátricos de mejor calidad. Entonces, como ser un interno, necesita usar ropa diseñada especialmente para usted. Está en la banca a su lado, póngasela por favor y ponga su ropa actual en el cesto al lado. Gracias.—

El joven lentamente desdobló la ropa. Era completamente blanca y nueva. Parecía ropa de algún tipo de enfermo, incluso los zapatos eran simples y sin agujetas. Lo más incómodo fue que no le dejaron estar solo en el vestidor, además de haber cámaras también, ¿acaso era tan loco que necesitaba vigilancia estricta?

Una vez cambiado, le hicieron caminar por el lugar de internos. Ahí un señor llamado Kang Dongho se presentó amistosamente:

—Buenas tardes Kim Dong Young. Yo soy el doctor  Kang Dongho, fui asignado como su psiquiatra, me encantaría poder ayudarte en tu situación. Me contaron que tenías unos indicios de conducta violenta al resistir la orden, y de acuerdo a los testimonios, presenta alucinaciones auditivas y visuales, descontrol emocional, insomnio, depresión, ansiedad. Me gustaría entender como es que ha sucedido esto, mañana comenzaremos con la terapia. Pero por el momento, necesitamos que se tranquilice y coma un poco.—

"No, no, no. ¡Todo eso es falso! ¡Ya no puedo aguantar todas esas tonterías!"

Pensó, y en reacción, se apartó. El psiquiatra lo miró sorprendido.

—¿Sucede algo?—

—¡Si! NADA DE ESO ES REAL, LO JURO, ESTO ES FALSO, YO NO ESTOY ENFERMO. ¡SI VOLVEMOS A MI CASA, YO LES PUEDO MOSTRAR LO QUE REALMENTE ESTÁ SUCEDIENDO! YO NO SE EXPLICARLO CON EXACTITUD, PERO CREO QUE ESTOY EMBRUJADO O ALGO ASÍ, HAY UN FANTASMA ATORMENTANDOME.—

La sonrisa del médico lentamente se desvaneció y permaneció serio. Miró hacia la enfermera y ordenó:

—Prepare una dosis de tranquilizante.—

Al oír eso, Dong Young estaba listo para salir corriendo. Lo iban a drogar, eso no estaba bien. Él no merecía los medicamentos, le harían daño seguramente. No lo querían escuchar, lo veían como demente total. Llegaron los hombres de blanco y lo sentaron en la camilla.

—¡Por favor, yo no estoy mal, se los juro!—

Suplicaba Dong Young. El psiquiatra lo miró con pena y dijo intentando mantener la calma mientras se acercaba la enfermera a inyectarlo:

—No te preocupes. No tengas miedo. Mira, respira lenta y profundamente. Te aseguro que pronto te sentirás mejor. Todo estará bien.—

El efecto de cualquier cosa que le inyectaron tuvo efecto muy rápido. Comenzó a sentirse un poco débil y cansado. Lo llevaron a una habitación blanca, lo acostaron en una cama y apagaron la luz. El sonido de la puerta cerrarse fue lo único que escucho antes de caer en un sueño, uno que no había tenido en tantos días.

『𝐌𝐈𝐄𝐃𝐎𝐒』 𝙹𝚊𝚎𝙳𝚘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora