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Yoon Oh gritaba completamente harto de las pesadillas sin fin. Cuando acababa una, comenzaba la otra, el purgatorio infinito del que tanto hablaban en los textos antiguos, el castigo infernal impuesto hacia  los condenados y culpables. La verdadera esencia del miedo, fobias y miedos que creyó haber superado mucho tiempo atrás... pero volvieron a despertar en aquellas maldiciones. Como si se estuviesen extrayendo de lo más profundo de su subconsciente. 

Y a pesar de conocer la verdad, que eso era simplemente una ilusión realista pero abstracta, no podía ignorarlo. Al principio había intentado eso, pero al ser atacado por la primera identidad, el dolor era indescriptible... era como si uno no pudiese confrontar sus propios miedos. Un laberinto sin salida. 

El castaño cubrió su boca tras haberse escondido en lo que parecía ser algún tipo de bodega llena de estanterías, cajas apiladas, materiales extraños y cosas anticuadas. Había estado siendo perseguido por algo extraño, parecía tener algún tipo de capa roja y podía saber si estaba cerca debido a que parecía portar con un bastón.  La base de madera de aquel bastón resonaba como un eco al lado de su oído.  

Necesitaba escapar de esa pesadilla, ya no podía soportarlo más...





Jeno y Doyoung caminaban lentamente pegados a la pared pare evitar ser vistos. Cada paso era pequeño y con las puntas de los pies, parecían niños queriendo escabullirse por la noche para evitar ser regañados. Poco a poco escuchaban la voz femenina y madura del ser fantasmal, era como cuando su progenitora cantaba... antes de volverse una demente y perder la cordura por completo; a ambos les revivía malas memorias que deseaban eliminar... a uno más intenso que al otro.

Habían acordado que el lugar más seguro sería ir al primer piso, habría más distancia entre ellos. 

Con cuidado bajaron las escaleras, como los escalones eran de madera descuidada, debían asegurarse que no rechinaran.  Cada que ella dejaba de cantar, los hermanos se paralizaban y detenían sus movimientos en seco, ni siquiera se atrevían a respirar. Volvían a moverse una vez la escucharan cantar de nuevo.

Una vez abajo, algo salió volando en dirección a ellos. Jeno inmediatamente se hizo a un lado mientras cubría su cabeza con ambas manos, Doyoung se había agachado para esquivar.

Miraron hacia la  dirección de donde había provenido el objeto. Encontrándose con algo asomándose detrás del sillón que había sido movido de posición.

Lentamente comenzó a moverse, haciendo que ambos azabaches intentaran retroceder, pero la figura sacó algo más, algo brillante. 

Una voz familiar sonó cuando ambos fueron cegados por la repentina luz brillante:

—Lo siento, no fue mi intención.—

Se disculpó Jaemin en un tono de voz bajo mientras se acercaba a su novio. Los dos hermanos pegaron un brinco de sorpresa al escuchar algo detrás de ellos:

—No es como si lanzarle un crucifijo a un ente maligno sirva de algo. Piensa, si no lo hubiera atrapado, ¿qué nos pasaría?—

Doyoung  agarró delicadamente el objeto de madera de las manos de Taeyong. Recordaba que en sus tiempos de inestabilidad, uno de sus tantos intentos de deshacerse de las malas energías era rezar y usar objetos supuestamente sagrados. Ni siquiera se acordaba que tenía eso guardado por ahí.

—¿Hay alguna salida?—

Preguntó Jeno forzando su vista para ver a su alrededor buscando por una ventana o puerta. Pero en vez, Taeyong negó con la cabeza y respondió:

—No hay escapatoria... debemos de alguna forma acabar con esa cosa, ya que eso fue lo que nos encerró aquí... ¿cómo haremos eso? No lo sé. ¿Ideas?—

Doyoung ahora tenía la mirada perdida. Jaemin se había dado cuenta de eso y se acercó preguntando delicadamente:

—¿Sucede algo?—

El azabache ahora se giraba hacia todos lados y sintió un sentimiento abrumador consumirlo completamente, sus manos temblaban y el sudor frío volvía a humedecer su frente pálida.



—...¿Dónde está Jaehyun...?—





『𝐌𝐈𝐄𝐃𝐎𝐒』 𝙹𝚊𝚎𝙳𝚘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora