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Yoon Oh había empujado al azabache lejos al darse cuenta de que aquel ser fantasmal iba a abalanzarse hacia él. Una vez terminó atónito por el fallo, todos salieron corriendo de la habitación. El castaño sintió su sangre helarse y cuando por fin pudo activar  sus piernas para ponerse de pie e ir por la salida de la habitación, sintió como si algo estuviera en su camino, tropezando y cayendo al suelo.

Al ponerse de pie de nuevo, escuchó una risa ronca, se sentía la mala energía dar escalofríos de pies a cabeza. Al principio solo quería mirar de reojo, pero terminó girándose por completo para ver a aquella cosa. Antes no podía verla ni sentirla; pero después de las semanas, comenzaba a tener sensaciones extrañas de vez en cuando; ahora, podía verla con claridad. Eso había sido una pésima idea, ahora estaba petrificado, ya comprendía que era lo que aterrorizaba hasta casi tener un infarto al pobre Doyoung. Y si fuera el espíritu lleno de resentimiento hacia ellos, especialmente hacia Doyoung, ¿por qué Jeno no sufría?

Yoon Oh sintió como si un velo de neblina le cubriera la vista y la mente. Ya no podía procesar más, era una tranquilidad espeluznante. Solo podía estar frente a su presencia. Con su mayor esfuerzo estiró las comisuras de sus labios y lo último que logró formular en su mente fue una pregunta personal que no podría analizar:

"Ah... ¿así se siente el verdadero miedo?"

Una fuerza le agarró de los tobillos, le jaló y lo tumbó; en consecuencia terminó golpeándose fuertemente la cabeza contra el suelo. Un zumbido resonó en su cabeza, su vista se tornó más borrosa y lo último que logró ver a la figura fantasmal retorcerse en lo que parecía ser una risa maniaca, pero no podía oír más.





Al abrir los ojos, Yoon Oh terminó encontrándose en su habitación. Desorbitado, decidió mirar hacia su alrededor. Por la ventana se podía determinar que era de noche. La única fuente de luz era su lámpara de escritorio. Todo era un total y relajante silencio, muy reconfortante para ser verdad. Al mirar hacia su escritorio de madera oscura, se encontró con un tipo de libreta colocada exactamente en el centro de este mueble.

Cuando sus dedos recorrieron la portada  dura y descuidada de esta, una sensación extraña lo recorrió, como la de un tipo de dejavú. Cuando revisó la fecha y hora en su teléfono celular, logró comprender. Era la misma noche en la que se había puesto a leer el diario después de explorar la casa abandonada. Ahí fue cuando comenzó su deseo de respuestas y problemas.

Su manos se pusieron sudorosas y ansiosas. Y lentamente abrió el diario de Doyoung, comenzándolo a leer tan atentamente como si fuese la primera vez, como si fuera aquella noche dedicada especialmente para ello. Todas esas palabras escritas a mano con bolígrafo de tinta negra le surgían interés y curiosidad. La desesperación era reflejada en la ortografía, pero su letra no era fea, revelaba tantas emociones ocultas. Las descripciones tan exactas de los sucesos paranormales le llenaban de intriga. Algo andaba mal, se sentía como si estuviera leyendo una novela... eso no era algo así, se suponía que eso era real.

—¿Quién eres Kim Dong Young?—

Se preguntó en un susurro tomando de su barbilla pensativo. Cuando vio la fotografía, se centró en el azabache. Se veía como un chico miserable. Que tragedia. Sentía la necesidad de ayudarlo, como si alguna voz le gritara en su cabeza que lo ayudara, como una súplica. Debía descubrir quien ese tal Winwin que también estaba en la fotografía.

En eso, un choque de electricidad  extraño le hizo brincar de su silla. Su respiración se aceleró y miraba hacia su mano temblorosa. Cuando se hincó para recoger la fotografía que había tirado y la puso en su lugar. Una voz femenina inundó sus tímpanos.

"¡No lo hagas! ¡Déjalo, no lo merece!"

Su corazón se aceleró y aterrado miraba hacia todos lados. De pronto, al voltearse, mirando hacia atrás, se topó con un hombre joven; tenía los cabellos castaños, unas ojeras grandes, y tenía ropa similar a la suya.

—No le hagas caso a ella... te lo ruego, ayúdalo. Ella es mala, deshazte de ella antes de que sea tarde.—

Su voz no era muy fuerte, era tranquila y poco grave. Y ahí fue cuando se dio cuenta...

Era él... pero distinto.

¿Qué estaba pasando?

『𝐌𝐈𝐄𝐃𝐎𝐒』 𝙹𝚊𝚎𝙳𝚘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora