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El corazón del azabache se hundió al escuchar aquella voz. Una sensación de pánico le entumió el cuerpo. El miedo le hacía temblar. Escuchó las pisadas de su madre acercarse, Doyoung no podía moverse ni un poco, ¿el maltrato volvería? Se estremeció cuando sintió la mano de su madre en su brazo.

—¿Qué tienes? ¿Te sientes bien?—

Preguntó la mujer al sentir su mano temblorosa. Su otra mano se posó en su propia  frente para revisar su temperatura corporal, para después posar la misma mano en la frente del azabache. En aquellos segundos de silencio e incomodidad, Doyoung aprovechó para ver a la mujer mejor. 

Era sin duda su madre, recordaba cuando ella actuaba bien, normal; siempre se peinaba con una coleta baja para agarrar sus lindos y largos cabellos negros, era el mismo tono que el de él y su hermano. Llevaba puesto un lindo vestido color crema. Doyoung poseía recuerdos lejanos de cuando era niño, su madre siempre se inclinaba hacia una apariencia natural y apropiada, la cantidad de maquillaje era tan mínima que podía ver sus lunares y poros con claridad. ¿Por qué en este tiempo se veía así?

—Deberías descansar, estás un poco tibio. Te prepararé un té y haré un rico caldo hoy. Si quieres puedes faltar mañana a clases, de todos modos ya exentaste la mayoría de tus materias, solo haz tu tarea y listo.—

La mujer le sonrió dulcemente para después acariciarle los cabellos. Ella se dio vuelta y pareció dirigirse hacia la cocina. Doyoung la siguió lentamente y se asomó para ver que ella estaba sacando una olla. Esto estaba mal, había algo mal. 

Se acercó al cajón de los cubiertos y lo inspeccionó detenidamente. Miró hacia la mujer, esta confundida esperaba por algún comentario. Doyoung a pesar de temblar incontrolablemente, sentir el pánico y estar aterrado de la mujer; armó su valor para preguntar en un tono de voz bajo y lento:

—¿Dónde están tus cigarros?—

Su madre lo miró consternada y sonrió nerviosamente:

—Hijo, ya te dije que dejé el vicio. Estoy limpia desde hace siete meses, ya no tienes que regañarme, créeme.—

Que extraño, él recordaba que antes no había espacios en los cajones para guardar cubiertos o trastes por estar siempre llenos de cajetillas de cigarros. Doyoung frunció el ceño levemente  y se dirigió hacia el refrigerador. Al abrirlo, sus ojos se abrieron como dos platos, no podía creerlo. Su madre le dio la respuesta. 

—Dong Young, por favor confía en mí, ¿sí? Tampoco he tomado desde hace meses. En serio, ya no te preocupes. Estaré bien.—

Tenía que probar de alguna manera que ella estaba fingiendo ser una mujer normal, ¡ella era demente! , estaba enloqueciendo. Miró hacia el suelo impecable y preguntó:

—¿Y papá?—

Cuando sus ojos se posaron en el rostro de su supuesta madre. Ella verdaderamente reaccionó; pero no como esperaba. Pareció sorprendida, pero no enojada; no había rastro alguno de disgusto, odio, que se estaba guardando algo. 

Ella ladeó un poco la cabeza y pareció recordar algo. Salió a paso rápido de la cocina y tomó un sobre que estaba colocado en el mueble por la entrada. Volvió hacia la entrada y comenzó a explicar:

—Tu padre me dijo que  te diera esto. Acaba de nacer su hijo hace unos pocos días y te invitó a la celebración, también me explicó que lo perdonaras, su trabajo a aumentado mucho y por ello no te vino a recoger la semana pasada. La fiesta es el martes. Ya le pregunté a Jeno si quería ir pero ya tenía planes. ¿Qué dices?—

Doyoung abrió el sobre, y vio que era una invitación. Además tenía una nota adherida. Era la letra de su padre. Hace tantos años que no la veía. Desde el divorcio brutal que vivieron sus padres, jamás volvió a tener contacto con él.  

—...¿No te molesta que lo vea?...—

Preguntó con miedo mientras agarraba con fuerza la invitación. Su madre se vio un poco entristecida, pero terminó sonriendo:

—¿Por qué debería? Es cierto que él y yo no nos llevamos del todo bien, pero ambos decidimos que los problemas de adultos no deberían interferir en sus vidas. Pero mira, ahora tienes un medio hermano, ponte feliz. Bien, me pondré a hacer la comida.—

La mujer se fue, Doyoung seguía confundido. Él en realidad ya era un adulto... ¿por qué estaba ahí? Algo no estaba bien, pero no sabía qué, todo se sentía tan real. ¿Y si toda su "vida había sido parte de su largo sueño?

Entonces, ¿de dónde creó personas como Jaehyun, o Taeyong, o Jaemin, o incluso sus antiguos amigos como Winwin o Yuta...? El azabache corrió hacia su habitación y comenzó a buscar por su diario o algo que recordara a la perfección; pero no obtuvo resultado alguno. 

En eso, lo que parecía ser su télefono celular, comenzó a vibrar.

『𝐌𝐈𝐄𝐃𝐎𝐒』 𝙹𝚊𝚎𝙳𝚘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora