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Habían vuelto al apartamento de Yoon Oh con todas las compras. Taeyong ya se había ido a su hogar. Habían comprado un mueble con cajones en donde Doyoung podía guardar sus nuevas prendas. Y dividieron el armario entre dos para poder colgar alguna ropa.

El azabache estaba muy cansado, había consumido mucho azúcar, el casi no era tolerante a él, pero ya había pasado mucho tiempo desde que había comido cosas dulces, no podía desaprovechar tal ocasión.

Yoon Oh se encontraba sentado en el escritorio escribiendo algo en su laptop, parecía ser tarea de la universidad. El chico pálido tomó sus pijamas y se fue a bañar.

Bajo el agua de la regadera, pronto sintió algo respirar detrás de él. Rápidamente se volteó y no había nada. Eso lo asustó y mucho. Se apresuró en enjuagarse y secarse para cambiarse y salirse del baño.

Al salir, tragó nervioso al notar que Yoon Oh ya no estaba.

—¿Jaehyun?—

Preguntó el mayor abrazándose a sí mismo. Sus manos comenzaron a temblar y sudor se resbalaba por su frente.

—¡¿YOON OH?!—

Gritó Doyoung. Su respiración se aceleró y sus ojos se abrieron como si fuesen dos platos. Comenzó a mirar hacia todas partes al sentir que no estaba solo. Escuchó pisadas cerca de él y cosas moverse de lugar.

—¡¿DÓNDE ESTÁS?!—

Preguntó alterado el azabache . Se puso más pálido de lo normal sus ojos se tornaban rojos y llorosos. Escuchó dentro del armario una risita y como si algo estuviera arañando la madera del mueble. Gruñidos tenebrosos provenían debajo de la cama.

Doyoung gritó al tope de sus pulmones y se hizo bola en una esquina. Una mano blanca y podrida salía de la sombra debajo de la cama y cabellos largos y negros eran visibles. El pobre chico miraba aterrorizado. Pronto vio unos ojos negros y una sonrisa macabra con dientes putrefactos de lo que sea que estaba debajo de la cama. El azabache rompió en llanto asustado, no se podía mover, estaba congelado...









Yoon Oh había bajado a la tienda del primer piso del edificio, se le había antojado unas gomitas mientras seguía con sus tareas. Le había comprado también a Doyoung algo, una galleta glaseada con forma de conejo.

Se había ido cuando Doyoung ingresó al baño. No tardaría mucho.

—Aquí tiene joven Jung.—

Dijo la señora Kim entregándole al chico su bolsa de snacks. Yoon Oh le dio el dinero y se fue contento de la tienda. Se fue hasta su piso y desbloqueó la puerta que estaba cerrada con seguro.





Doyoung escuchó y vio como la puerta se desbloqueaba. Miró nuevamente hacia la cama. Aquella mujer ya estaba saliendo de la sombra y emitía un sonido extraño y espeluznante. El azabache no podía respirar bien. La manija se movía lentamente... Otra malévola risa invadió sus oídos y le dio escalofríos. Soltó llanto más fuerte y ya no podía gritar.



Yoon Oh abrió la puerta y se encontró con Doyoung en una esquina llorando por el miedo. Dejó la bolsa a un lado y se acercó lentamente al azabache. Al tocar su hombro el mayor gritó de miedo.

—Hey, Hey. Soy yo.—

Sonrió de manera acogedora el castaño. Doyoung dijo con la voz rota:

—¡¿A DONDE FUISTE?!—

Yoon Oh parecía confundido y respondió rascándose la nuca:

—Fui a la tienda del primer piso. No tardé mucho. ¿Qué pasó?—

Doyoung frunció el ceño y lloró nuevamente. El menor se hincó y tomó el rostro del pálido para que lo viera a la cara.

—NO VUELVAS A HACER ESO.—

Lloraba el mayor, se acercó y abrazó con mucha fuerza al castaño. Yoon Oh se congeló un poco boquiabierto. No sabía lo que estaba pasando. Sus manos se movieron solas y ya le estaba acariciando los cabellos.

—No tienes por qué temer... Todo está bien... No hay nada que haga daño.—






Era de noche nuevamente. Y Doyoung no quería apagar la luz. Yoon Oh estaba acostado en el tendido y cubría su rostro con la cobija, la luz le molestaba cuando quería dormir.

—Doyoung... Ya puedes apagar la luz.—

El azabache negaba con su cabeza repedidamente. El castaño se destapó y arqueó su ceja un poco cansado. Acto seguido, suspiró exhausto y preguntó:

—¿Por qué no?—

El mayor con su vulnerable mirada contestó en voz baja:

—Aparecerán de nuevo...—

El castaño sonrió de lado y se levantó. Se acercó al armario y lo abrió. No había nada. Exploró cada centímetro del apartamento hasta el baño y no había nada. Por último, se asomó debajo de la cama, no había nada.

—Doyoung... No tengas miedo. No hay nada aquí.—

El mayor se hizo bola en la cama negando con su cabeza. Yoon Oh ladeó la cabeza y se acercó a la cama. Se sentó en el borde de esta y dijo:

—Entonces me dormiré hasta que tu lo hagas. Nada aparecerá, te lo juro.—

Apagó la luz y arropó al azabache. Se quedó sentado, viendo nada en la oscuridad. Yoon Oh no tenía miedo. Ya había pasado mucho tiempo despierto, y la última vez que se volteó, Doyoung estaba dormido. Puso la cabeza gacha, ya que esta le comenzó a pesar .

Se sorprendió al sentir un brazo jalarlo para que se acostara en la cama. Yoon Oh comenzó a ponerse nervioso, la cama era individual y se sentía sofocado. El brazo pálido de Doyoung lo abrazaba por la espalda. El castaño respiraba profundo, se sentía tenso.

『𝐌𝐈𝐄𝐃𝐎𝐒』 𝙹𝚊𝚎𝙳𝚘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora