🕯34🕯

337 70 18
                                    



Un silencio tenso inundó la atmósfera. Lo único audible era la respiración inestable de Doyoung. Jeno miraba hacia cada una de las personas preocupado, pues las cosas cada vez escalaban para peor... la situación era mucho peor de lo que esperaba.

Taeyong suspiró desanimado y no tuvo de otra alternativa más que responder con la cruel realidad:

—Se quedó con ella.—

Doyoung parpadeó una sola vez y en un instante pareció cambiar totalmente de persona. Se tornó un poco agresivo con su tono de voz distinto:

—¿Y no hicieron nada en ayudarlo?—

Taeyong también notó el cambio drástico, pero prefirió actuar imperturbable, decidiendo mantener su misma postura y forma de hablar:

—Me di cuenta de ello cuando ya era muy tarde. Se había desmayado, no podría cargar con un hombre similar a mi tamaño, escapar y esconderme sin que ella nos haya atrapado... a ambos.—

Doyoung frunció el ceño y se quejó:

—Sabes, yo reconozco que ustedes no se han estado llevando muy bien, pero eso no significa que puedas deshacerte de él, eso es despiadado, ¿lo abandonaste? ¿le hiciste algo? Después de que Jaehyun me salvara, ¿tu pensabas dejarlo ahí?—

Jeno rápidamente detuvo a su hermano mayor de avanzar al tomarle cuidadosamente del hombro delgado. Por suerte había dejado de hablar, pues su volumen de voz comenzaba a elevarse cada vez más.

—Denle su tiempo para tranquilizarse... nosotros mientras preparemos cosas e ideamos planes, no hay tiempo que perder.—

Comentó Taeyong. Jeno llevó a su hermano mayor hacia el sillón y le sobó el hombro antes de darle su espacio.






El azabache se había estado quedando dormido. Por más que intentaba, no podía mantener sus ojos abiertos por más tiempo, su cuerpo se sentía muy pesado... exhausto, se dejó caer sobre el sillón, quedando completamente inconsciente. 

No podía ver nada, no podía sentir nada, no podía siquiera pensar, todo parecía tan tranquilo, jamás supo cuánto tiempo permaneció así, ni siquiera había noción del tiempo. Todo permaneció así hasta que sus sentidos comenzaron a despertar con algún tipo de voz lejana, lo único que recibía era la última onda del eco generado del vacío. Pero había algo en esa voz que se le hacía importante, pero no podía comprender.

"Concentrate" 

Se dijo a sí mismo mientras intentaba agudizar sus sentidos. Y poco después, él mismo eco resurgió.  Apenas podía comprender algunas vocales, como si estuviese distorsionado. Se presenciaba como si algo quisiera ser encontrado. 

Doyoung necesitaba ir por ello. Luchó contra su propio cuerpo, era como si a este mismo se le olvidase cómo moverse. Todo era tan extraño, no podía caminar, era como si no existiese la gravedad, ni un solo objeto en el espacio, pero lo único que podía hacer es intentar alcanzar por aquel rastro de energía. 

El eco cada vez se hacía mas fuerte, estaba cerca. Podía llegar a interpretar más letras, era una voz masculina... un timbre bastante conocido, pero su mente no podía procesarlo. No aún.

—...A...qu... i...—

El azabache se sorprendió, ahora parecía un susurro frente a él. Rápidamente quiso alcanzarlo pero una ola de energía lo cegó unos momentos, ahora podía ver. Pero eso no servía de mucho, pues no había nada que ver; apenas si podía ver sus brazos, era como si un velo de neblina le cubriera.

—¡...E...!—

Esa misma voz pareció gritar. Estaba seguro que era un grito, pero seguía pareciendo un tipo de susurro y eco lejano. 

En eso, sintió algo jalarlo hacia abajo, iba a una velocidad indescriptible, su propio cuerpo parecía luchar en mantenerse en lugar.   Y de pronto... todo volvió a detenerse.


Doyoung abrió los ojos y pegó un brinco. Estaba en una superficie cómoda, mientras jalaba por el aire que no tenía , un zumbido le molestó los oídos y el velo de neblina se desvanecía. Todos sus sentidos estaban volviendo.

Su mirada se fijaba en todo a su alrededor. Aquel lugar se le hacía muy familiar, sentía la respuesta en la punta de la lengua pero no podía reconocerlo. La respuesta llegó sola cuando la puerta se abrió.

Había un chico de evidente edad menor a la suya, ambos tenían un tono de piel similar y el cabello del mismo negro intenso. Era solo que ahí el chico era una versión más alegre que él. 

—¡Despierta! Llevas dormido desde las seis de la tarde ayer, ¡ya son las once del día!—

Exclamó el chico. Doyoung seguía desorbitado 

—¿Qué pasó?—

El chico se cruzó de brazos y se encogió de hombros con el ceño fruncido, después respondió con un tono agudo:

—No lo sé, dímelo tú. Jamás has dormido tanto.—

Doyoung lentamente se sentó y murmuró:

—Que extraño...—

El chico sonrió y contestó al oírlo:

—¿Qué clase de sueño tuviste? Parece como si hubieras tenido un viaje astral.—

Ante ello, Doyoung seguía mirando a su alrededor, miraba atento hacia el chico tratando de saber quién era, pero al no funcionar su memoria, decidió preguntar en un tono desconcertado:

—¿...Dónde... estamos...?—

El de evidente edad menor se ahogó con su propia risa y respondió entre risas:

—Que gracioso. Holaa, bienvenido al planeta tierra. Yo soy un HU-MA-NO llamado Jeno. Y tú eres mi HER-MA-NO llamado Dong Young. ¿COM-PREN-DES mi I-DIO-MA?—

"¿Hermano? ¿Jeno?"

Mirándolo atentamente, ya pudo darse cuenta por qué no lo podía reconocer. Nunca lo pudo ver cuando tuvo esa edad. Ya era un adolescente ... la pregunta era... ¿por qué estaba con él? Exploró con la mirada lo que parecía ser su cuarto. Sus memorias surgieron como golpe... esa era ciertamente su habitación, cuando vivía con su madre.

No podía permanecer así de confundido, daría la vista de que algo andaba mal. Se rascó la nuca y le lanzó la almohada  a Jeno mientras se quejaba:

—Me hubieras dejado dormir, de plano nunca puedo dormir a gusto. Ya vete, déjame alistarme ¿quieres?—

El menor le lanzó la almohada de regreso y se fue, dejando la puerta cerrada. Doyoung suspiró, y con dificultad se puso de pie, pues aún se sentía un poco mareado.

Se acercó a su escritorio y se miró al espejo colgado en la pared. Exploraba la textura de su rostro con ambas manos mientras se miraba extrañamente por el espejo.

No había duda que era él. Parecía tener unos diecisiete, máximo dieciocho. No tenía las ojeras largas y oscuras que recordaba tener, su piel no era de un tono pálido que parecía muerto, ni siquiera estaba tan delgado.

Buscó por toda su habitación por sus pertenencias, todo estaba en su lugar como lo recordaba. Agarró un conjunto de ropa simple y cómoda y decidió salir de su habitación. Caminó silenciosamente por el segundo piso, hasta que tuvo el valor de bajar  por las escaleras; toda la casa parecía estar en orden, nada fuera de lo normal, impecable...

Cuando exploró el primer piso, todo estaba decorado de lindos muebles, habían fotos y diplomas de ambos hermanos. 


—Buenas noches, ¿terminaste de hibernar?—

Dijo una voz femenina detrás de él. 

『𝐌𝐈𝐄𝐃𝐎𝐒』 𝙹𝚊𝚎𝙳𝚘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora