DOLOR

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—Tenía que asegurarme de que estuvieras bien, escuché como discutiste con Niklaus y me preocupe por ti— Elijah me ayudó a levantarme del suelo

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—Tenía que asegurarme de que estuvieras bien, escuché como discutiste con Niklaus y me preocupe por ti— Elijah me ayudó a levantarme del suelo.

—No tienes por que preocuparte, ya no tengo nada que ver con ustedes los Mikaelson— me negué a aceptar su ayuda.

—Traeremos a Rebeka de vuelta solo...—

—No Elijah, basta— lo interrumpí molesta.

Caminé hacia donde antes me dirigía, me negaba a escuchar una palabra más de cualquiera de los hermanos Mikaelson.

—Niklaus estará preocupado por ti, saldrá a buscarte y te va a encontrar— dijo Elijah a mis espaldas.

—No será necesario, le deje una nota—

—Una nota no será suficiente— habló extrañado.

—Si, una nota justo como la que Rebeka me dejó a mi— enfaticé el nombre de mi amiga.

                              —| Niklaus |—

No me arrepentía por haber puesto a dormir a Rebeka, sin ella entrometiéndose en mi relación con Lina y mis híbridos todo sería más sencillo.

—Debí esconder esto mejor— dije para mi mismo.

Tomé el cuerpo frío de mi hermana y lo guardé en un ataúd en el sótano, nadie más sabría que Rebeka Mikaelson estaba técnicamente muerta.

En cuanto terminara con mis híbridos iría por mi Catalina, me negaba rotundamente a renunciar a ella, aún que tuviera que regresar a la vida a mi molesta hermanita.

—Klaus, alguien dejó esto en el buzón— dijo uno de mis híbridos.

—¿Sabes de quién es?— dije tomando el trozo de papel.

—Dice que es de la chica Salvatore—

Mis ojos se abrieron como platos al escuchar ese apellido, mi Catalina me había mandado una carta, lo cual me preocupaba.
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Algo me quemó dentro de mi corazón, el rechazo de la persona que más amaba en el mundo me dolió como un disparo en el corazón.

Mis ojos se llenaron de lágrimas y odio, pero no hacia la menor de los Salvatore, si no hacia mi mismo. Como era posible que el sufrimiento de Catalina me hiciera sufrir también a mi, de tan solo recordar el miedo en su mirada se me partía el alma.

Jamás dejaría a Catalina, esa tarde me juré a mi mismo que nunca la volvería a lastimar de esa manera.

[...]

                           —| Catalina |—

Ya en Nueva York pensé que me alejaría de todos los Mikaelson, pero me equivoqué.

—Déjame en paz Elijah— dije molesta.

Hasta en mi bar favorito de todo Nueva York no podía alejarme de cualquier cosa que tuviera que ver con Klaus, tampoco quería sacármelo de la cabeza tan rápido, pero estaba en negación con lo que sentía.

—Te dejare en paz cuando esté seguro que estas bien— se sentó a lado mío.

—No creo necesitar un guardaespaldas, se que no tengo mil años como tú, pero se como defenderme de un asalto en Nueva York— le di un sorbo a mi tequila.

—Considérame tu amigo— me sonrío.

—¿Qué haces aquí en realidad?—

—No quiero que estes sola cuando Nik venga a buscarte, no sabes cómo se puede poner— habló Elijah.

Así que Klaus vendría a buscarme, no se como me hizo sentir eso, una parte de mi ansiaba volver a sus brazos, pero la otra parte de mi se sentía aterrada de lo que pudiera pasar si volvíamos a estar juntos.

—Dudo que él quiera verme después de la carta que le dejé—

—El te ama Catalina, y cuando a Klaus se le mete algo o alguien a la cabeza no hay quien se lo saque— Elijah tomó mi mano.

—Aunque yo lo amara no podemos estar juntos, mis hermanos lo odian y el odia a mis hermanos, lo mejor será alejarme de él— hice contacto visual con Elijah.

Tenía tanta compasión y ternura en su mirada, aunque Elijah seguía siendo culpable de lo que le hicieron a Rebeka, no podía odiarlo por querer cuidarme.

Sabía que a Klaus le molestaría mi íntima amistad con Elijah, pero eso ya no debía de importarme ¿o si?

Cᴀᴛᴀʟɪɴᴀ | Klaus MikaelsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora