¿SENTIMIENTOS?

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—No quiero hablar sobre Klaus— respondí sin ganas

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—No quiero hablar sobre Klaus— respondí sin ganas.

—Lina... no me digas que aún sientes algo por mi hermano— la sonrisa de Rebekah se transformó en una mueca.

—Tengo que aclarar mis sentimientos y también tengo que aclarar algunas cosas con Klaus—

Tomé mi bolso y salí del Grill, caminé hasta la casa de Klaus ya que mi precioso e icónico auto rosa se había arruinado.

De camino hacia donde se encontraba no dejaba de pensar en su esto era lo correcto. Si correr a sus brazos era la decisión que debía tomar. O tal vez debía de cortar con cualquier cosa que nos mantuviera juntos.

El camino se volvió muy corto después de pensar tanto. Ni siquiera pude llegar a una conclusión decisiva.

Toqué la puerta, espere paciente a que él fuera quien me abriera las puertas de su hogar.

—¿Hayley?— dije sorprendida.

—Lina... no esperaba verte aquí, pasa— la licántropo me invitó a pasar.

Por supuesto que pensé lo peor, estaba avergonzada y furiosa a la vez. Solo podía pensar en cómo arrancarle la cabeza a Klaus.

—Princesa, no sabes el gusto que me da verte aquí—

Giré la cabeza lo encontré a él sentado al lado de la chimenea con una cerveza en la mano.

—¿Podemos hablar?— pregunté sin mirarlo.

—Déjanos solos— ordenó a Hayley con un tono serio.

Hayley salió inmediatamente de la habitación, solo estábamos Niklaus y yo, solos.

El vampiro se paró de su asiento, camino lentamente hacia mi, justo cuando estábamos frente a frente, tomó un mechón de mi cabello y lo olió profundamente para después dejarlo detrás de mi oreja. Por más que evitara mirarlo a los ojos me era casi que imposible.

—Tu perfume es el más dulce que he olido en toda mi existencia— dijo a mi oído.

Me estremecí de solo escucharlo, tenerlo tan cerca de mi me hacía sentir como si me faltara oxígeno, lo cual era una sensación extraña ya que no necesitaba el oxígeno realmente.

—¿Qué hace ella aquí?— dije sin mirarlo.

—Me encanta cuando te pones celosa— me robó un beso.

Me separé de inmediato ya que quería que el viera que soy era una tema serio.

—Hayley quiere convertirse en un híbrido, esta viviendo abajo junto con los híbridos—

—¿Solo eso?— pregunté.

—Solo eso princesa, no debes de ponerte celosa por ella— acaricio mi rostro con dulzura.

—Te amo y eso me asusta, me asusta de lo que eres capaz de hacer— me aleje dándole la espalda.

—Yo también te amo y también me asusta, pero a diferencia de ti, a mi me encanta de lo que eres capaz de hacer— me tomó del brazo fuertemente para obligarme a mirarlo.

—Justo de eso hablo, se supone que deberíamos de ayudarnos a ser mejores, eso hacen las parejas—

—Somos vampiros princesa, llevamos un depredador dentro que se muere por salir a cazar— suspiró —Una parte de ti sabe que tengo razón—

Niklaus tenía razón. Ese mismo sermón les daba a mis hermanos cada vez que se ponían sentimentales. Nosotros no somos como los humanos, no tenemos el mismo control sobre nuestros impulsos.

—Deja de pensar en tus hermanos, ellos no te toman en cuenta como lo haces tú— su tono de voz cambió.

—Están pasando por un momento complicado, ya se les pasará— me justifiqué.

—No hay justificación para no apoyarte en lo que decidas, tal vez Damon acepte lo qué pasa entre nosotros, pero ¿Qué hay de Stefan?—

Stefan tenía la cabeza en Elena, su puto mundo giraba al rededor de ella. Pero Damon también, por más que el intentará ser un buen hermano Stefan nunca lo dejaría acercarse.

—Amo a mis hermanos y se que ellos me aman a mi, solo que no suelen demostrarlo mucho—

—No quiero que nadie te haga sentir mal, a ti nunca te va a faltar amor mientras yo esté en este mundo— me miró con dulzura.

Besé su mejilla y me acurruqué en sus brazos al lado de la fogata. Podía escuchar los latidos de su extraño corazón híbrido, me percaté que Klaus estaba más vivo que yo, pero en ese momento sentí como si mi corazón volviera a latir junto con el suyo.

—¿Quieres ir a morder unos cuantos cuellos vampirina?— dijo intentando animarme.

—Una propuesta indecente, me agrada mucho la idea— tomé su mano y salimos de su casa.

Cᴀᴛᴀʟɪɴᴀ | Klaus MikaelsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora