EL ES MARCEL

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No podía creer que Marcel se hubiera tomado la molestia de venir hasta el barrio francés para molestarnos.

—Klaus Mikaelson... no deberías de juntarte con vampiresas desquiciadas— dijo el vampiro en tono burlón.

—Pues esta vampiresa desquiciada es mi prometida y no te voy a perdonar un insulto más—

Marcel puso los ojos como platos, estaba sorprendido y apenado a la vez. Nunca creí que volviera a toparme con Marcel y menos de esta forma, pero no podía dejar que mi rencor se apoderara de mí en estos momentos.

Justo ahora que Niklaus y yo habíamos llegado a un acuerdo para adueñarnos de Nueva Orleans lo que necesitábamos era mantener a nuestro mayor enemigo cerca.

—Vaya... nunca creí que el gran hibrido original sentara cabeza y menos con una niña tan joven y peligrosa—

—Por favor Marcel, ya olvida lo que pasó hace 50 años, como tu dices era solo una niña— dije rodando los ojos.

—Solo una niña que mató casi a la mitad de mis vampiros en una noche— el tono de voz de Marcel cambió a uno un poco más grave.

Niklaus me miró extrañado, pero no dijo ninguna palabra. Si Marcel le hubiera contado eso a mis hermanos o a cualquier otro exnovio me hubiera sentido muy apenada, pero con Niklaus todo era diferente, no me sentía apenada ya que sabía que a él no le importaba cómo había sido en el pasado.

—Si hace 50 años pude hacer eso, imagínate lo que puedo hacer ahora— dije en forma de amenaza.

—Imagina lo que puede hacer con mi ayuda— me apoyo Klaus.

La mirada de Marcel volvió a tornarse oscura, no había duda que se siente muy amenazado, pero no lo haría notar ya que sabía que si iniciaba una guerra con nosotros sin duda perdería.

—¿Qué es lo que quieren?— dijo después de recapacitar en su mente.

—Haremos nuestra boda aquí el Viernes, más te vale que no hayan vampiros locos cerca del altar ni cerca de nuestros invitados—

Finalmente accedió, de mala manera ya que no creía que nuestras intenciones fueran tan buenas como lo hacíamos parecer y en efecto tenía razón, sería difícil una guerra con un vampiro que nos conocía bien a los dos.

[...]

Al día siguiente de nuestro altercado con Marcel, Klaus y yo tendríamos una cita en el tejado de un restaurante muy bello cerca del barrio francés. Sería nuestra última cita como prometidos, ya que pasado mañana era el día de la boda y nuestra despedida de solteros.

Tome mi celular y envié la invitación a nuestros pocos amigos, sería una boda privada y hermosa, solo con las personas que nos aprecian en verdad. Aún tenía miedo de lo que Marcel fuera capaz de hacer, si no había entendido la amenaza directa que Niklaus le dio, así que yo me encargaría de asegurarme de que la entendiera.

Le dejé una nota a Niklaus, le dije que iría a comprar unos tocados para mis damas de honor, lo cual era verdad ya que de camino a ver a Marcel había una tienda de arreglos florales de todo tipo.

Cuando llegué a la casa enorme donde Marcel vivía me encontré con 3 de sus guardaespaldas que no querían dejarme entrar.

—Déjenla pasar— dijo Marcel a sus espaldas.

Pase con cautela y camine detrás de él hasta llegar al jardín de su enorme mansión.

—Dime que quieres Salvatore—

—Pedirte que no intentes hacer nada el día de mi boda, hazlo por Klaus, se que ustedes se tienen aprecio— dije con la mirada baja.

—¿Acaso Catalina Salvatore me está suplicando?— dijo en tono burlón.

—No te pases de listo que si me haces enojar hago otra matanza como la de hace 50 años— dije un poco más hostil.

—¡Deja de amenazarme! Sabes que no puedo hacerte nada—

¿Que no puede hacerme nada? No entendía a qué se refería, aunque... ahora que decía eso me hizo recordar que en efecto parecía que no pudiera hacerme nada. Hace 50 años no pudo y al parecer ahora menos, por más que odiara que un hombre me protegiera, ahora estaba comprometida con un celoso híbrido inmortal con problemas de ira, así que serían pocas las personas que quisieran meterse conmigo.

—Supongo que lo dices por Klaus—

—Por supuesto que lo digo por Klaus, siempre ha sido por Klaus— dijo molesto.

—Hace 50 años ni siquiera lo conocía—

Marcel se quedó callado por un instante, pensaba en que iba a decirme ya que al parecer no quería hacerme saber que todos estos años la razón por la que él no me hubiera matado era Niklaus.

—Te lo diré si me prometes que no le dirás nada a Niklaus— dijo mirándome a los ojos.

Asentí con la cabeza, al fin y al cabo Marcel nunca sabría que le conté a Klaus lo que me dijo que no le contara.

—Cuando los Mikaelson vivían aquí, Klaus y yo éramos inseparables y un día que no teníamos nada que hacer, fuimos con una bruja para que nos adivinara el futuro— suspiro —Klaus no creía en esas cosas así que salió de la tienda de la bruja, pero yo me quede adentro—

Me parecía extraño que Klaus no creyera en los dones las brujas después de que gracias a una él se convirtió en lo que es hoy.

—La bruja me dijo que la redención de Klaus era una joven vampiresa de apellido italiano llamada Catalina—

Me quede helada, sentía como cada parte de mi cuerpo se tensaba ante aquella noticia, no podía creer que mi relación con mi novio fuera parte de una profecía de una bruja de 200 años atrás.

—Cuando te vi supe de inmediato que tu eras la única oportunidad de Klaus para redimirse, no pude quitarle esa única oportunidad— 

Cᴀᴛᴀʟɪɴᴀ | Klaus MikaelsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora