RIPPAH

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Estuve todo el fin de semana huyendo de Elijah y sus sermones, desde que puse un pie en Nueva York todo fue diferente

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Estuve todo el fin de semana huyendo de Elijah y sus sermones, desde que puse un pie en Nueva York todo fue diferente.

No podía sentir nada, era como si no tuviera un propósito de estar ahí. En la mañana trabajaba como mesera en un restaurante y por la noche salía de fiesta.

Elijah no aprobaba mis métodos de alimentación ya que el decía que eran muy sanguinarios. No podía alimentarme de un humano sin matarlo, una vez que empezaba no podía ni quería parar.

—La destripadora de Nueva York, así es como te dicen en las noticias— Elijah me mostró una hoja del diario.

—Stefan estaría celoso— dije riendo.

La cara de Elijah lo decía todo, mi indiferencia le parecía extraña, al parecer no me conocía lo suficiente y la Catalina que estaba conociendo no era lo que él esperaba.

[...]

—|Niklaus|—

Mi ejército de híbridos había aumentado, pero desde que Elena se convirtió en vampiro deje de tener nuevos reclutas.

Ni Stefan ni Damon sabían dónde estaba cuando volvería mi preciosa Catalina, ahora que no tenía nada mejor que hacer decidí ir a por ella. Sabía quien si sabría a donde pudo haber huido.

Así que saqué a mi hermana del sarcófago para quitarle la estaca del pecho.

—Buenos días Rebekah— dije con una falsa sonrisa.

—Eres un imbécil Nik— Rebekah me golpeó la cabeza.

—Supongamos que Catalina huyó ¿A dónde se iría?— le pregunté sin titubeos.

—No te voy a decir, si Lina se escapo de tus garras fue por algo— mi hermana me fulminó con la mirada.

Después de estar hablando con Rebekah por fin llegamos a un acuerdo. Si ella me decía dónde estaba Catalina, yo no le volvía a clavar una estaca en el pecho.

—|Catalina|—

[...]

Esta noche tendría una fiesta con algunos viejos amigos de aquí de Nueva York, era momento de que viviera mi vida como se me antojara, no importaba que me llamaran destripadora.

Elijah iría conmigo. Por fin comenzaba a divertirse conmigo, era muy divertido y hasta podría decir que el alma de la fiesta, claro si no estaba yo. Cada vez nos acercábamos más, comenzaba a confiar un poco más en el y disfrutaba nuestros momentos juntos.

—¿Estas listo para la fiesta?— dije sonriente.

—Tengo que hacer un par de cosas antes, pero veo que tú ya lo estás—

—Aún me falta maquillarme— dije tomando mis brochas.

—No lo necesitas, eres perfecta— sonrío tiernamente.

—Antes de portarte romántico recuerda que me cogí a tu hermano— me limité a rodar los ojos evitando soltar una carcajada.

Se borró la sonrisa de Elijah después de escuchar mis palabras, al parecer no le había causado la misma gracia que a mi.

¿Pero que podía hacer? ¿Causarle falsa esperanzas? Si Elijah en verdad estaba interesado en mi, lo correcto sería dejar las cosas claras desde un principio.

—Hey...no te enojes, es solo que aún no supero todo lo qué pasó con Klaus— tomé su hombro con cuidado —Supongo que así es mi forma de lidiar con los problemas amorosos—

Elijah sonrío, no pudo evitar soltar una carcajada al mirar como le hacía caras graciosas al espejo mientras me aplicaba rubor.

—Está bien Catalina, te entiendo— asintió con la cabeza.

—Bien, entonces ya no hablemos de esto y ve a hacer tus cosas para que llegues temprano a la fiesta— grité emocionada —Por cierto, dime Lina, el único que me llama así es...—

Antes de mencionar su dichoso nombre, su voz se hizo presente. Como si lo hubiera invocado, la imagen de Niklaus estaba frente a mi puerta abierta.

—El único que te llama así soy yo— Klaus se hizo presente —¿No me vas a invitar a entrar princesa?—

—No me digas así— dije seca.

—¿Como quieres que te diga? ¿Destripadora?—

Me tensé un poco al escuchar eso, si Klaus se había enterado de esa noticia en Mystic Falls significaba que mis hermanos también se habían enterado ya.

—Los dejaré solos— Elijah besó mi frente y se dirigió hasta la puerta.

—Veo que estás muy cómodo con Catalina, es una lástima que ya llegó quien le baja el cielo— habló Klaus sarcásticamente.

Elijah se limitó a mirarlo y salió de la casa sin dirigir palabra alguna. Su descontento era muy notorio, no se esperaba esta visita y yo tampoco.

—¿A que viniste Niklaus?— pregunté sin mirarlo a los ojos.

—Vine por ti— contestó.

Cᴀᴛᴀʟɪɴᴀ | Klaus MikaelsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora