24- Sombras del pasado

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Italia, Milán.

Los tres hermanos Sonobe se encontraban a las afueras de Milán, frente a una antigua cabaña con aspecto sórdido. El sitio era bordeado por un bosque conífero, con un raudal que fluía debajo del puente pétreo que los condujo hacia el interior del bosque. Habían trascurrido semanas desde la llegada de los Sonobe a Italia. Al parecer hallar la dirección concreta del lugar al que los llevó el papel de Jean Pierre fue más complicado de lo que ellos preludian. Por lo que se alojaron en una de las mansiones que poseían en Roma. Innovando estrategias que serían ejecutadas al momento en que pisaran la ciudad de Milán, donde habían pasado un par de años posterior a la muerte de sus padres.

_ Esto tiene pinta de ser como la versión macabra de Hanzel y Grettell, excepto por la casa que claramente no es de dulce. Jean Paul sería una Grettell, yo soy el apuesto y valiente Hanzel por supuesto, y Jean Pierre vendría siendo el personaje de relleno. Un niño vagabundo que encontramos deambulando por el lugar y al que las brujas se engullan para no asesinar a los protagonistas. _ Aspavientando con sus manos, en dirección a la cabaña, Gianluca deglutió saliva.

_ Claro. ¿Por qué no mejor el valiente y apuesto Hazel nos brinda el honor de ser el primero en cruzar la puerta?. _ Ladeando la cabeza, Jean Pierre hizo una reverencia hacia el inhóspito porche.

_ Te equivocas, el apuesto y valiente Hazel, también es astuto. Por eso siempre va acompañado de Grettell. El niño no es tan estúpido como para adentrarse a una lúgubre cabaña en medio de la nada solo. _ Posicionando las manos en las caderas, miró a Jean Paul. _ ¿Qué dices? ¿Entramos juntos?.

En respuesta, el mayor de los Sonobe masajeó su sien reprimiendo la impaciencia que su hermano menor lo sometía a sentir.

_ ''No se trata solo de entrar''. No tenemos conocimiento de quiénes pueden estar allá adentro, o de lo que pueden ser capaces. Deberíamos solicitar la presencia de nuestros guardaespaldas. Para algo les pagamos no?. _ Sugirió Jean Paul, cruzándose de brazos.

En tanto, el mayor de los Sonobe discutía con el menor de los hermanos sobre porque no era tan eficaz utilizar la fuerza bruta, Jean Pierre enfiló en dirección a la entrada, llevando consigo un fusil cargado.

Al subir por los desgastados escalones de madera profusas de moho, levantó el arma a la vez que asestaba con su pierna un fuerte golpe remitido a la puerta. Suscitando un estrépito al desplomarse contra el pavimento entarimado.

Jean Pierre apuntó escrupuloso en cada rincón de la cabaña. Al verificar la desolación de esta misma, llamó a sus hermanos.

_ Este lugar apesta. _ Cubriendo la nariz con su chaqueta estilo universitaria, Gianluca se quejó del hedor que emanaba el interior del sitio.

_ Algo no está bien... _ Bajando el arma, extrajo de su gabán color pardo, la moneda de plata que suele rodar entre sus dedos cuando su estado desosegado emerge a la luz.

_ ¿Cabe la posibilidad de que tu fuente nos haya engañado?. _ Arguyó Jean Paul, sacudiendo vestigios de polvo que se albergaron en su blazer tono abeto.

Sin proferir palabra alguna, sus incisivos ojos dorados columbraron un objeto en un sombrío rincón de la habitación. Adoptando su postura impasible habitual, se aproximó hacia la oscuridad del lugar.

Gianluca vacilante lo siguió, posicionándose detrás de Jean Paul.

Una cuna esculpida en obsidiana, bañada en sangre. Fue lo primero que se encontraron los hermanos al llegar.

_ ¿A dónde nos has traído Jean Pierre?. _ Exacerbado, Jean Paul desplazó sus dedos en el líquido rojizo que se derramaba en el suelo.

_ Muy bien, ustedes sigan en esta película de terror, yo me largo. _ Gianluca se volteó, sacudiendo la cabeza aprensivo. Listo para marcharse de ese sitio.

_ Aguarda. _Ordenó Jean Pierre, sosteniendo su regazo. Al ver que Gianluca asentía con nerviosismo lo soltó.

Situando nuevamente aquellos recónditos ojos de oro sobre la cuna, contempló en su interior una manta de seda ensangrentada que envolvía un objeto.

Con meticulosidad, deslizó la manta hacia el extremo contrario. Revelando un portaretrato quebrado de la familia Sonobe.

Tanto Jean Paul como Gianluca, se encontraban en un estado de estupor. Sin embargo, Jean Pierre no se inmutó ante lo contemplado.

Conocía ese recuadro de fieltro gris. Había reposado en su aposento desde que era un crío. Hasta que la torpeza de Adeline se encargó de que ahora estuviera reposando en el basurero electrónico de su habitación.
O eso deducía.

"¿A qué juegas Adeline?". Pensó

Un leve sonido, proveniente de la cocina de leña, lo hizo reaccionar al instante.

_ Corran. _ Prorrumpió, arrojando el fusil mientras corría hacia la salida.

Jean Paul y Gianluca lo imitaron al aventar las armas, para después enfilar apresuradamente al porche.

Pese a que los tres llegaron al cobertizo, no bastó para que la cabaña fuera abrasada por una gran explosión.

Jean Paul se abalanzó sobre Gianluca para protegerlo del impacto. Siendo ambos arrematados contra un cándalo. Al mismo tiempo en que Jean Pierre se estrellaba contra una agrupación de colosales rocas. No obstante, resguardó su cabeza en todo momento.

Resuellos de dolor salían de Gianluca, al intentar de remover el cuerpo de Jean Paul encima de él. Pero, el mayor de los Sonobe no respondía a los estímulos que Gianluca ejercía en su figura.

Los incesantes pitidos, dado a la fuerte caída que recibió, atravesaban los tímpanos de Jean Pierre. Estaba desorientado, sus intentos por trasladar su adolorida figura hacia un troco hueco que podía funcionar como un apoyo para poder retomar el equilibro que había perdido, fracasaban.

El sonido de varias sirenas, lo hicieron reaccionar. Alzando la cabeza, Jean Pierre columbró a un conjunto de oficiales adentrándose con cautela al bosque.

Al inferir lo que sucedería después, se tumbó en la hierba. Esperando a los peones que su oponente dispuso a jugar contra él.

Sabía que esto había sido una trampa, lo dedujo antes de pisar el terreno. Sin embargo, era un riesgo que se debía de tomar.'' No puedes jugar, si no arriesgas nada''. Un lema de vida que le enseñó su madre cuando el ingenio de Jean Pierre no siempre salía victorioso de los juegos que sus padres lo sometían a jugar. Los tortuosos castigos que lo esperaban para ese entonces, no se comparaban en lo absoluto con lo que estaba afrontando ahora.

''Solo uno saldrá derrotado en este juego y ese no seré yo''. Pensó.

Cuatro policías se abalanzaron contra Jean Paul y Gianluca.

El menor de los Sonobe no esperó para asestarle un golpe en la mandíbula a uno de los dos oficiales que intentó esposarlo. Al mismo tiempo en que Jean Paul un tanto alelado manifestaba amenazas dirigidas a estos sobre el poder que dominaba al ser un Sonobe y de lo que haría si lo arrestaban.

En cambio, el segundo hermano no opuso resistencia cuando un par de oficiales lo enfilaban a una de las patrullas.
Resultaba desconcertante lo cuán sereno se encontraba ante lo que sucedía a su alrededor. Era como si todo aquello le pareciera no más que otro espectáculo que acababa de culminar.

La desobediencia de Gianluca, incitó al oficial a hostigar sus piernas con un bolillo.
Siendo vencido al caer de rodillas en la tierra.

La cantinela proferida por Jean Paul sobre el tema de ser un Sonobe, no detuvo a los oficiales de introducirlo en una de las patrullas.

Aún cuando sus hermanos se alejaban en coches distintos, no se inmutó.

Él cavilaba sobre la victoria de su oponente en la partida de hoy. Pero sabía, que el juego apenas había iniciado.

Las sombras del pasado resurgieron devuelta a la luz, invocando recuerdos oscuros que alguna vez fueron sepultados desde la noche del accidente de sus padres...

















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