35- Intruso

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El Lamborghini de Gianluca superaba el límite de velocidad, el viento azotaba la prolongada cabellera rubia de Adeline, en tanto asomaba la cabeza por la ventana contemplando las coloridas luces de la ciudad que se diseminaban por la rapidez del vehículo.

En cada bocanada de aire, ella cerraba los ojos. Disfrutando del roce feroz de la ventisca que se colaba por las ventanas del coche. Adeline desvió la mirada de la vista a él, observando la misma emoción que ella sentía plasmada en la expresión de Gianluca.

_ ¿Sientes esto Adeline Strange? Es nuestra conexión abismal. _ Mirándola, sonrió con picardía.

_ Yo pensé que hablabas del viento porque es lo único que siento. _ Rodando los ojos, apartó la mirada en respuesta.

En otros momentos posiblemente Gianluca se hubiera sentido inseguro por las gélidas palabras de ella, pero esta vez solo ladeó una sonrisa. Él sabía lo que provocaba en ella, como también sabía que la joven seguiría ocultando lo que sentía por este. Aquel manto oscuro se iba desmantelando por si solo, dejando a una simple chica con el temor de manifestar sus verdaderos sentimientos.

_ Lo que necesitas es gritar. _ Volviendo el Lamborghini en modo descapotable, asintió con sabiduría.

_ ¿Gritar? ¿Es en serio? Esto no es una comedia romántica Gianluca, no confundas la realidad con la ficción. _ Enarcando una ceja, negó con la cabeza.

_ Ese es tu problema, piensas demasiado y te lo guardas todo. Si no puedes expresar lo que sientes en palabras, entonces solo grita. Deja que el mundo por primera vez sienta toda esa mierda que cargas. _ Culminó dejando escapar un sonoro grito mientras dejaba atrás varios coches con la música al tope.

En respuesta, Adeline lo imitó riendo.

Solo eran dos locos que se hacían sentir mutuamente libres.

Gianluca se desvío de la carretera principal y ascendió a una colina que conducía hacia un hermoso mirador, en dónde se podía apreciar la inigualable Torre Eiffel en su máximo esplendor.

Adeline quedó maravillada ante el paisaje ilusorio que existía en aquella colina.

_ No me digas, aquí es donde traes a todas tus conquistas, ¿no?. _ Tornando los ojos, se cruzó de brazos.

_ Sí, aquí es donde traigo a todas. Mira en aquella roca de allá, me follé a una colombiana y en la otra roca de allá, que es como la más grande hice una orgía que pues bueno había mucha variedad, como verás... _ No pudo acabar, cuando fue interrumpido debido a un golpe en la nuca que fue asestado propiamente por Adeline.

_ ¿¡Sabes qué!? ¡Vete al diablo Gianluca!. _ Bajándose del vehículo aparcado, Adeline enfiló en dirección al acantilado.

_ Solo jugaba, aunque sí, es cierto que he traído a muchas aquí, puede que el sitio por la cantidad no sea especial como debería pero por primera vez, traigo a una de la que me he enamorado irrevocablemente. _ Acercándose, se colocó al lado de ella, en tanto le concedía un leve empujón juguetón en su hombro. _ No conocía ese lado oscuro tuyo Adeline Strange, eres bien tóxica. Para alguien que no quiere conmigo, diría que más bien lo quiere todo. _ Moviendo las cejas en modo lúdico, sonrió.

_ No, ya estás muy manoseado por el mundo. No me gustan las sobras. _ Encogiéndose de hombros, lo miró.

_ Eres la persona que más amo y también la que más jodido me deja siempre ... _ Un tanto dolido, Gianluca bajó la cabeza. _ ¿Por qué haces eso? A veces eres tan tierna y dulce y otras veces te vuelves tan gélida e insensible...

_ Es mejor cuando no le permites la entrada a nadie Gianluca, la vulnerabilidad hace que las personas se aprovechen de ti, justo como lo estoy haciendo yo en estos momentos. _ Desviando sus ojos grisáceos de él, miró inexpresiva el panorama. _ Confiar en los demás es firmar tu sentencia de muerte.

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